Sin duda, una de las deficiencias más marcadas en México, son los pobres resultados en el deporte y hay una razón para ello, el escaso apoyo que reciben los atletas de alto rendimiento y la prácticamente nula promoción del deporte, además de que las instituciones gubernamentales encargadas, como la Conade, las asociaciones deportivas y la propia Secretaría de Educación, son un nido de corrupción.
El diagnóstico es dramático, más de la mitad de los jóvenes mexicanos no practican deporte; la mitad de los municipios del país no cuentan con instalaciones deportivas y menos con entrenadores; las escuelas de todos los niveles carecen de instalaciones, programas y apoyos necesarios para integrar a los estudiantes a la práctica deportiva y una de las consecuencias más evidentes, es que el nivel de sobrepeso de la población se ha incrementado de forma preocupante.
El gobierno de la 4T no ha hecho nada por mejorar las condiciones del deporte y lo peor es que la titular de la Conade, Ana Gabriela Guevara, en una medición sobre la percepción de corrupción realizada por México Elige, aparece en los primeros puestos junto con Manuel Bartlett, director de la CFE, Octavio Romero, director de Pemex y Alejandro Gertz, Fiscal General de la República.
El fracaso del deporte en México
Lamentablemente, los presidentes de México, sin excepción, han incurrido en el mismo descuido en el tema. Por ejemplo, Carlos Salinas, puso como director de la Conade al marchista Raúl González y fue un fracaso, lleno de corrupción y con la peor participación de una comitiva mexicana en unos Juegos Olímpicos.
Con Ana Gabriela Guevara, se repite el experimento que ya había tenido pésimos resultados, colocar a un deportista al frente de la Conade para el “relumbrón” del presidente.
La ex corredora fue alcanzada muy pronto por la ambición de poder y dinero. Guevara se retiró de su carrera deportiva el 16 de enero de 2008 y al anunciarlo aseguró que lo hacía “harta de la corrupción y la ineptitud” de los directivos, por la falta de equidad y por las anomalías en la Conade.
Sin embargo, no pasaron ni tres meses, cuando el 22 de abril de ese año se incorporó a la administración pública por invitación de Marcelo Ebrard, entonces jefe de Gobierno de la CDMX, quien la nombró responsable del Instituto del Deporte del Distrito Federal.
En menos de un año que duró en el cargo “mostró el cobre”. Unos meses después de asumir su nombramiento viajó a los juegos olímpicos de Beijing para participar como comentarista en ESPN a lado de José Ramón Fernández, sin importarle la ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos ni los Estatutos de Gobierno del DF.
Renunció en febrero de 2009 para convertirse en candidata a la alcaldía de Miguel Hidalgo por la coalición formada por el PRD, PT y MC, dejando a su mano derecha al frente del Instituto, la modelo Ana Laura Bernal Camarena, exreina de belleza en Sonora en 1997.
En 2012, como Senadora por el estado de Sonora, apoyó a Morena y a su candidato presidencial, lo que le valió para que AMLO le otorgara el cargo que ostenta en Conade.
Batiendo records
La administración encabezada por Ana Gabriela ha roto todos los records de corrupción. Su patética gestión ha estado marcada por denuncias, desviación de recursos, sobornos, simulación de licitaciones y cohecho; por contratos millonarios vía adjudicación directa -el modo preferido de operar de esta administración federal- por el contrato con Cuba por pruebas antidopaje de las que nadie sabe nada y los elevados los honorarios destinados a servicios de alimentación y publicidad que se desconoce cuándo fueron aplicados.
Un reportaje de Proceso titulado “Ana Gabriela Guevara, en el carril de la corrupción”, documenta cómo el Fodepar fue usado como caja chica de la Conade. “El sistemático juego sucio que emplean los funcionarios deportivos para triangular el erario, evitar filtros de seguridad y pagar con sobreprecios a una agencia de viajes, arrendadora de autos y a una empresa de ingeniería que ‘financian’ la realización de eventos deportivos”.
Otro caso, al estilo caciquil y autoritario del viejo priismo, se presentó entre Guevara y la empresa de alimentos, Cimsa. Jesús Chaín y Rafael Sánchez Cano, representantes legales de la compañía, el 27 de marzo de 2020, denunciaron la desaparición de un elemento de seguridad, que presuntamente, fue parte de la presión ejercida sobre Carlos Solórzano, propietario de la empresa Cimsa para que aceptara dar a Ana Guevara un “moche” de dos y medio millones de pesos. Poco después, el 17 de junio, Chain denunció ante la FGEV un atentado en su contra mientras viajaba en su automóvil y señaló que antes de la balacera, vio en un vehículo a la colaboradora de Guevara, Armida Ramírez.
Los representantes legales de CIMSA acudieron a las autoridades federales con denuncias y pruebas, pero ni la FGR ni la Secretaría de la Función Pública hicieron nada.
Antes de los pasados juegos olímpicos Ana Guevara hizo lo que quiso con los deportistas, como dejar fuera a la clavadista y medallista olímpica Paola Espinoza, quien se había clasificado para representar a México en Tokio.
Lejos de significar un apoyo al deporte nacional impulsado por alguien que ha tenido la oportunidad de conocer ambos lados de la moneda, la administración de Guevara al frente de la Conade ha estado marcada por amiguismos, corrupción, autoritarismo y los peores resultados, no solo en Juegos Olímpicos, sino por una vergonzosa gestión y el desfalco de los recursos que deberían ser destinados al deporte mexicano.