El pueblo de Francia no tiene pan para comer: “Que coman pastel”.
Frase atribuida a María Antonieta esposa de Luis XVI.
La incapacidad de los encargados del sistema de salud queda perfectamente ejemplificada en la figura del Dr. Hugo López Gatell.
En medio del debate por la escasez de medicamentos, la falta de atención médica y el colapso general del sistema de salud, el Dr. López Gatell continúa negando lo evidente y repite la cantaleta oficial de “los otros datos”, aunque los padres de niños con cáncer protesten y el número de muertos por la pandemia lo contradigan, pero lo cierto es que, en gran parte, él destruyó el sistema de salud.
Al tomar posesión como presidente de la República, AMLO aseguró que lograría cosas importantes y que se verían rápidamente, porque, como aún repite: “no somos iguales a los de antes”:
“A los mexicanos atención médica y medicamentos gratuitos hasta que logremos a mediados sexenio establecer un sistema de salud de primera gratuito como en los países nórdicos”.
Estamos a la mitad del sexenio de AMLO y el sistema de salud -ni de lejos- se parece al de los países nórdicos y, peor aún, se ha deteriorado respecto del que teníamos en la época “neoliberal”.
México sin medicamentos
Existe una falla generalizada en el suministro de medicamentos e insumos que afecta especialmente la atención de los niños con cáncer, las recetas en los centros de salud no pueden ser surtidas y en ocasiones hay desabasto incluso en farmacias.
Según datos del IMSS en 2019-2020 el número de recetas sin surtir aumentó el 218%. Es decir, antes no existía este nivel de incompetencia.
En cuanto a las quejas por desabasto en el INSABI, aumentaron un 498%, (dato obtenido del informe de Mapeo de Desabasto de Medicamentos en México elaborado con base en solicitudes de transparencia respondidas por el propio gobierno).
Pero Gatell no está solo
Existe otro responsable de la crisis del sector salud además de López Gatell, el exdiputado y coordinador de la bancada de Morena y actual presidente del partido, Mario Delgado, el mismo que autorizó la compra de los trenes que no correspondían con el diseño de las vías y que generaron parte del desgaste que provocó el colapso de la Línea 12 del Metro.
Mario Delgado fue quien mandó y gestionó la aprobación de la Reforma a Ley de Adquisiciones, bajo dos argumentos: primero, se rompería con el círculo de la corrupción y el desabasto de medicamentos y segundo, la actitud de diálogo y cooperación del subsecretario López-Gatell: “Además está más que comprobada su experiencia en epidemiología, su disposición y honestidad profesional”.
El Congreso obediente la aprobó, aunque en su momento, la oposición advirtió que la reforma a la Ley de Adquisiciones generaría un alto grado de discrecionalidad, “cuellos de botella” y que sería un fracaso anunciado en perjuicio de la sociedad.
López Gatell y Mario Delgado son igualmente responsables por no prever en la iniciativa las reglas de operación del sistema de compras.
Ante las fallas en la propuesta para la adquisición de medicamentos e insumos hospitalarios, el compañero presidente lanzó otras dos ocurrencias igualmente equivocadas:
Primero, la repetida promesa de que a cada rincón del país llegarán medicinas y aseguró que su gobierno ya estaba recibiendo asesoría de un exempleado de una refresquera para poner en marcha el plan de distribución (¿Sería Vicente Fox?). Además, el anuncio de la creación de una dependencia (más burocracia) para llevar medicamentos y equipo médico a todos los municipios del país, por cierto, su primera propuesta para hacerse cargo fue David León, el mismo que entregó los fajos de billetes a Pío López Obrador.
La nueva dependencia fracasó, entonces surgió otra ocurrencia al vapor del gobierno y de López Gatell, proponer que la paraestatal Birmex se encargara de la distribución, sin que al momento se tengan resultados.
Segundo, como salvavidas frente al fracaso de la iniciativa de impulsó Mario Delgado, se contrataron los servicios de la UNOPS (oficina de la ONU para servicios de proyectos) quienes cobraron el 1.25% al gobierno de México, pero el problema sigue aumentando.
Y, entre tantas ocurrencias, fobias y no aplicar el Estado de derecho, el gobierno federal decidió sin ningún sustento jurídico, vetar a las tres distribuidoras más importantes de medicamentos.
La realidad es que el desabasto, por más retórica mañanera e intentos de defensa del presidente, sigue sin atenderse, el jueves pasado un grupo de padres de niños con cáncer denunció ante la Fiscalía General de la República al subsecretario Hugo López-Gatell, lo responsabilizan por genocidio, discriminación y por no garantizar el abasto de medicamentos para menores.
Tan grave es la incapacidad de López Gatell, que ya ni el propio AMLO puede justificarlo, tratando de salir del paso en una de sus mañaneras aseguró que “hay medicamentos oncológicos que son mucho, mucho, mucho muy difícil de conseguir, pero antes yo no sé cómo le hacían”.
El problema es grave y continúa creciendo. Sin embargo, no es momento de señalar culpables, no se trata del pasado ni de las farmacéuticas, ante una crisis de esta magnitud debemos permanecer unidos, se requiere de seriedad y profesionalismo, no de grilla ni de debates vacíos.
El gobierno necesita urgentemente personal capacitado, profesional y comprometido para resolver la crisis, no políticos lambiscones que todo lo ven a través de sus intereses electorales, no es poca cosa, se trata de la salud de los mexicanos.