Hasta hace unos pocos años, esta región del estado de México era un lugar privilegiado para turistas, pobladores y medioambientalistas; un pueblo lleno de contrastes que permitía la convivencia entre turismo y desarrollo y donde todos los participantes brindaban al pueblo protección ambiental, sin embargo, algo ocurre porque se comienza a notar un fuerte descuido por parte de las autoridades federales y estatales, que parece que se han desentendido del lugar y las consecuencias podrían ser devastadoras.
Es importante recordar que Valle de Bravo como “zona natural protegida” está bajo el cuidado y administración de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), lo que poco ha servido ante los oídos sordos, la ceguera, la irresponsabilidad e ineptitud de las dependencias federales como la PROFEPA o CONAGUA que no han atendido las denuncias que se han realizado desde la propia CONANP, así como de pobladores de la zona.
El cambio climático
Desde 2019 se han registrado hechos que demuestran el peligro que corre esta importante región del país. Empezando por una terrible sequía que ha puesto en riesgo la presa Miguel Alemán; la tala clandestina que “desertifica” el bosque, la depredación que representan las empresas inmobiliarias y mucha de su población y el hecho de que se esté convirtiendo en paso del crimen organizado.
Todos estos factores tienen origen en la falta de responsabilidad de la autoridad, que se ha convertido en cómplice silencioso de estos fenómenos. Esta ausencia de orden se escuda en un discurso trivial e igualmente perniciosos para la zona, como el alentar una lucha de clases en la zona. Lo peor es justificar el franco deterioro asegurando que esta zona es de ricos y que las autoridades federales no harán nada en favor de los “fifís”.
La colaboración e integración en Valle de Bravo entre los recursos de sus nuevos habitantes y los que ahí han nacido, ha permitido crear escuelas, becas, brigadas contra incendio, reforestación, emprendedores y un sin número de actividades de integración sin apoyo, o solo con colaboración del gobierno.
La presa
Uno de los problemas más evidentes es la lamentable situación de la presa Miguel Alemán, ubicada en el municipio de nuestro Valle de Bravo, una de las tres presas que forman parte del sistema Cutzamala que distribuye agua a municipios mexiquenses y alcaldías de la Ciudad de México. La presa enfrenta graves problemasdebido al cambio climático -el fenómeno que para AMLO no existe- y recientemente, ante la falta de lluvias registró su peor nivel de la historia al caer a un 35% de su capacidad, es decir su peor nivel desde 1972. Gracias a las lluvias recientes aumentó al 45%.
La Conagua, que es el órgano que debería hacerse cargo del problema, enfrenta una importante falta de recursos, no sólo económicos, sino derivados de una corrupción rampante que va desde la venta de pozos y concesiones, hasta el robo de recursos que deberían destinarse a mantenimiento, cuya consecuencia es el deterioro del sistema.
De hecho, en los primeros meses del año, aun operando al 30% de su capacidad de bombeo, el sistema continuó enviando agua a la zona metropolitana de la CDMX, pero la falta de mantenimiento hace que la mayor parte del líquido se desperdicie en fugas, sin que a la fecha se hayan tomado medidas como la aplicación de tandeos.
Por otro lado, el bajo nivel de la presa ha dejado al descubierto la existencia de drenajes de aguas residuales que se descargan a diario en pleno embarcadero, la zona turística del municipio, el tema, por lo tanto, va más allá de la de la presa como reserva de agua, sino que toca a la conservación y generación de empleos de quienes habitan el Pueblo Mágico, del cuidado de bosques y manantiales, de los deportes y demás actividades que se realizan gracias a esa presa.
En cuanto al cuidado del bosque, es importante señalar que desde 2004 existe un programa para el pago de servicios ambientales para comunidades que, como Valle de Bravo, son poseedoras de bosques o selvas, cuyo propósito es frenar el deterioro ambiental y proteger el ecosistema. El programa es operado y administrado por la Comisión Nacional Forestal (Conafor), pero, aunque sigue vigente, en términos reales ha ido a la baja y si en 2019 se aprobaron cerca de 500 proyectos, en 2020 fueron apenas 20, porque, como ya sabemos, para esta administración federal hay asuntos como la protección al medioambiente, que no son prioridad.
Otro de los fenómenos perniciosos para Valle de Bravo es el hecho de que, ante la falta de presencia de autoridades, el crimen organizado ha empezado a penetrar en la zona y ya se hizo presente en las pasadas elecciones.
Falta orden
Brindarle a Valle de Bravo la atención que requiere urgentemente, no solo salvará a una zona de bosques y presas y de turismo, el modo de vida de una buena parte de quienes habitan el pueblo. Se necesita que las autoridades intervengan para poner orden a los taxistas, brinden la más básica infraestructura como banquetas para que los turistas caminen y exista un mejor control del tráfico, porque cruzar el pueblo de lado a lado puede tomar hasta una hora. También es importante realizar un censo sobre las concesiones de drenajes al embarcadero otorgadas por Conagua, para detectar que estén bien administradas, ya que desembocan en plena zona turística.
Los propietarios ven con preocupación cómo se devalúa el precio de su bien raíz, los habitantes oriundos, sus bien remuneradas fuentes de trabajo y oportunidades, mientras el problema que se ha venido advirtiendo desde el año pasado crece sin que haya respuesta por parte de las autoridades estatales y federales. Las fallas de infraestructura, fugas, contaminación ambiental, expansión urbana y corrupción tampoco han atendido las dependencias encargadas como SEMARNAT, CONAGUA, PROFEPA, CONAFOR o la FGR y el deterioro es cada vez mayor y podría ser irreversible.