De acuerdo con el filósofo y teórico cultural radicado en Alemania. Byung-Chul Han, en su libro Shanzhai.

El arte de la falsificación y la deconstrucción en China, la idea de original está estrechamente entrelazada con la de verdad, y la verdad es una técnica cultural que atenta contra el cambio por medio de la exclusión y la trascendencia. Los chinos aplican otra técnica cultural, que opera con la inclusión y la inmanencia. Solo en el terreno de esta última es posible relacionarse con las copias y las reproducciones de manera libre y productiva.

Shanzhai es un neologismo chino que refiere a la apropiación de una forma o una idea, desestimando su estatus de originalidad. Un shanzhai es un fake, una copia pirata, una parodia. Aplicado en un principio a las falsificaciones de productos electrónicos y marcas de ropa, este concepto hoy abarca todos los terrenos de la vida en China: hay arquitectura shanzhai, comida shanzhai, diputados shanzhai y hasta estrellas del espectáculo shanzhai. En tanto su atractivo radica precisamente en la variación funcional e ingeniosa, son mucho más que meras falsificaciones baratas. No pretenden engañar a nadie. Su capacidad de innovación, que es innegable, no se define por el genio o la creación ex nihilo, sino por ser parte de un proceso anónimo y continuado de combinación y mutación.

A partir de la elaboración de este y de otros conceptos presentes en la larga tradición del arte chino así como en el budismo o el taoísmo, el teórico cultural Byung-Chul Han nos revela en este lúcido ensayo algunas claves para comprender los diferentes posicionamientos de Oriente y Occidente frente a problemáticas contemporáneas tales como las leyes de propiedad intelectual, la conservación patrimonial o la clonación. A la creencia occidental en la inmutabilidad y la permanencia de la sustancia, se corresponde una noción de autoría y originalidad: el ser es igual a sí mismo y por ello toda reproducción tiene algo de demoníaco, que destruye la identidad y la pureza primarias. El pensamiento chino, en cambio, es deconstructivo desde sus comienzos, prescinde de toda idea de ser y esencia. Frente a la identidad, reivindica la diferencia transformadora; frente al ser, el camino.

Desafortunadamente, muchas empresas chinas han mostrado el shanzai en licitaciones en otros países. Por ejemplo, sabía, que en marzo de 2019 Railway Construction Corporation (CRCC) Zhuzhou Locomotive, compañía ferroviaria china ganó el contrato para suministrar a la MBTA 284 nuevos vagones Red Line y Orange Line que se ensamblarán en Springfield, a pesar de que es una empresa controlada por el gobierno chino, que tiene un historial cuestionable en materia de derechos humanos y de los trabajadores.

Se espera que todos los autos nuevos, incluidos 58 autos de la Línea Roja adicionales incluidos en el contrato, estén en servicio para el 2023. El costo total del proyecto es de $ 1.3 mil millones, incluidos $ 800 millones para la compra de los autos, diseño, ingeniería, pruebas y costos legales y $ 500 millones para actualizaciones del sistema de señales y ampliación de las instalaciones de mantenimiento de los vagones del metro en la estación de Wellington en Medford y las instalaciones de Cabot en Boston.

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Esto es importante, porque la misma empresa ganó en noviembre del año pasado un contrato por la compra y reparación de los vagones de la línea 1 del STC Metro, cuando Florencia Serranía era la directora general. La susodicha ya se fue,  con todo y su necedad, pero ¿Qué creen? Sigue siendo Jefa de Gobierno de la CDMX Claudia a Sheimbaum y todo parece que “se le está poniendo en chino”, la cosa, porque el consorcio chino parece que no podrá cumplir con el contrato.

Recordemos que los chinos intentaron ingresar a México de la mano del ex Presidente Enrique Peña Nieto, pero el escándalo en el fallido proyecto del Tren México lo evitó; esto a pesar de que los Estados Unidos nunca han apoyado la incursión del dumping chino. Una pregunta para las autoridades de la CDMX, ¿A poco no sabían que esa empresa no tiene experiencia en la construcción y mantenimiento de trenes de rodadura neumática como los que requieren la CDMX?

Estas prácticas ya las sufren varios países de América Latina. Allá los trabajadores observan cómo todo se fabrica en China y no, se invierte nada en esos países. Así sucedió en Chile y Brasil. Además, en Colombia, donde acaban de cerrar el esquema financiero y las entregas tardarán tres años. En todos los casos no hay contenido nacional, ni plantas chinas en estos países. Ojalá el gobierno de izquierda y la posible elegida en Palacio Nacional, no se quede “nala más milando” las propuestas fake.