El “enfrentamiento” que vendían, como “churro” de Hollywood, los medios norteamericanos, no ocurrió. La cumbre entre los mandatarios de las dos principales potencias militares del mundo, Rusia y los Estados Unidos, terminó de forma anticlimática.

El “enfrentamiento” que esperaban algunos “periodistas”, incluyendo los editores de la revista Time, quienes publicaron una portada jingoísta que nos rememoró las peores épocas del Hollywood de la era de los ochenta, en donde Stallone y Schwarzenegger eran los reyes de la taquilla, jamás llegó. El entramado churriguresco de la inexistente “trama rusa”, elucubrado por la perdedora Hillary Clinton y su grupo de rémoras políticas, ha demonizado a la nación rusa y a su líder durante un lustro.

Poco ayudó que Joe Biden, de quien se tienen serias dudas sobre su capacidad cognitiva, llamara a Putin “asesino” en una entrevista hace unas semanas. Sin embargo, el líder de Rusia -un país capitalista, contrario a lo que quieren hacer creer los neoliberales trasnochados que aún sueñan con los “buenos viejos tiempos” de la guerra fría contra la extinta Unión Soviética- desplegó su capacidad como estadista, y su intacto poderío intelectual, en la reunión, la cual, por algún extraño motivo, se canceló con apenas 2 horas y media de las 5 que se tenían programadas. La razón de la cancelación, realizada en Suiza, no se señaló.

Pero al menos, ambos mandatarios estrecharon la mano y hablaron de manera relativamente cordial durante el encuentro.Entre las señales de distensión entre ambas naciones se encuentra la decisión de ambos gobiernos de regresar a sus embajadores a sus respectivas capitales y el señalamiento por parte de Vladimir Putin de que no hubo “hostilidad” entre lo que Joe Biden definió como “dos grandes potencias” mundiales. De nueva cuenta, Putin negó los presuntos “ataques cibernéticos” adjudicados de forma racista a “Rusia” y señaló que EU es responsable del empeoramiento entre las relaciones de ambos países.Por su parte, Biden fue criticado por usar un presunto “acordeón” para ayudarse en los temas a tratar durante su reunión con el ruso, quién es 10 años menor que el mandatario de Estados Unidos.

No hubo, pues, “enfrentamiento”. Lo que sí ocurrió fue un fortalecimiento de la estatura de Putin como una figura de alcance mundial y el surgimiento de cada vez más serias dudas sobre el estado de salud de Joe Biden.