A estas alturas, con más de 600 mil muertos y decenas de millones de infectados, Estados Unidos poco pueden hacer para maquillar su desastre sanitario más que culpar a otros del fracaso de su sistema privatizado de salud y de su gobierno neoliberal. A la irresponsabilidad de buena parte de sus ciudadanos, que a estas alturas siguen negándose a usar cubrebocas y a vacunarse, le debemos también la propagación del virus en otras partes del mundo: no había más que ver las playas mexicanas a reventar de “gringos” durante todo el año pasado y lo que va de este.
Por supuesto, muchos trabajadores mexicanos que se dedican al turismo se infectaron y fallecieron gracias a la irresponsabilidad de los principales acaparadores de vacunas en el mundo. Ahora, con el brote relativamente controlado gracias a la vacunación y a la “inmunidad de rebaño” obtenida “gracias” a la muerte de cientos de miles de personas y a la infección de decenas de millones, Estados Unidos, sus medios y su gobierno intentan culpar a otros de su vergonzosa ineptitud en el control de la pandemia.
Y el “culpable” de nueva cuenta es China.
Si medios y políticos norteamericanos intentaron, en un principio, culpar a los “mercados húmedos” (“wet markets”) de Wuhan como la zona en donde surgió la pandemia, ahora el discurso ha cambiado a un posible “escape” del virus SARS-CoV-2 de un laboratorio biológico ubicado en dicha ciudad.
“El virus chino”
Lo interesante aquí es la carga de racismo que se encuentra en este tipo de acusaciones: desde los horrendos comentarios de Donald Trump, quien insistió en llamar a la enfermedad “el virus chino” y “el virus de Wuhan”, hasta la pretensión de que la enfermedad pudo haber surgido porque los chinos “comen cosas raras” o porque son ineptos en su manejo de materiales biológicos.
Poco o nada hablarán los norteamericanos de que, por ejemplo, ellos son (junto con la extinta Unión Soviética) los principales fabricantes de armas biológicas. Lo importante es abrir la sospecha contra un país que, luego de controlar la pandemia en su territorio, abasteció al planeta de insumos y posteriormente vacunas para combatir el Covid-19 (incluyendo a México). Resulte lo que resulte de la “investigación” que comenzará a llevarse a cabo por las autoridades de Estados Unidos respecto a los orígenes del virus, esta quedará para siempre manchada con la sombra del racismo y el excepcionalismo norteamericano.