Entre las corcholatas de Morena, Ebrard es quizá el más experimentado y preparado, tanto académicamente como en política y administrativamente con cuadros profesionales y redes internacionales.
Su perfil poco tiene que ver con el rol lambiscón, agachón y sumiso ante Andrés Manuel que últimamente le hemos observado.
Es egresado de Relaciones Internacionales por el Colegio de México donde se graduó en 1984 con la tesis “Congreso y democracia en México”, un tema que debería tener muy presente en estos tiempos. Así mismo realizo una especialidad en administración pública, en la ENA, École Nationale d’administration en París, Francia.
Discípulo de Manuel Camacho
Marcelo inició su carrera política en el Colegio de México donde conoció a su maestro y mentor Manuel Camacho. En los terremotos de 1985 Camacho tuvo una actuación destacada, tanto en la atención a los damnificados como en la construcción de una base política para movilizar en el futuro. Juntos construyeron lazos con organizaciones sociales que basaban su actuación en el chantaje político, como la Unión Nueva Tenochtitlán lidereada por la pareja infernal de René Bejarano y su esposa, Dolores Padierna.
En la campaña electoral de 1988, siendo Camacho coordinador de la campaña de Carlos Salinas, y Marcelo su operador principal, se convirtieron en puente de negociación con la Corriente Democrática de Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo.
La sombra del salinismo
Se cuenta la anécdota de que cuando Salinas el día de la elección estaba siendo superado por Cárdenas e incluso por Manuel J. Clouthier, Camacho y Ebrard se apersonaron en la Secretaría de Gobernación para, junto con el secretario y entonces presidente de la Comisión Federal Electoral, Manuel Bartlett, arreglar el desastre. Estos tres personajes perpetraron “la caída del sistema”, el mayor fraude electoral de la historia.
Luego, Salinas nombró regente a Camacho y Marcelo fue presidente del PRI en el DF. Camacho se convirtió en el operador político de Salinas y “bombero” para resolver los problemas de un presidente al que le urgía legitimidad.
En 1991 Ebrard coordinó las campañas en la CDMX y obtuvo el triunfo en los 40 distritos, recuperando los 17 que perdieron en 1988, con eso Camacho se convertía en el principal aspirante a suceder a Salinas.
Más tarde, Ebrard fue nombrado secretario general de Gobierno, desde donde operó acciones encaminadas a que Salinas eligiera a su jefe como sucesor, para ello se valió de una serie de mercenarios que se encargaron del acarreo y el ataque a rivales y compañeros de gabinete, algo muy parecido a la sucesión de AMLO.
Los apoyadores de Ebrard, es decir, las huestes de los Bejarano se hacían pasar como integrantes de organizaciones sociales como “Guerrilla Urbana” UPREZ, donde estaba Pablo Moctezuma Barragán; Antorcha Campesina de Raúl Salinas y la CNTE vinculada al dueño del PT, Alberto Anaya y más tarde con el PVEM de la familia González Torres y con los Velasco, familiares de Camacho.
También al servicio de la causa de Camacho estuvo Andrés Manuel López Obrador, quien fue contratado para hacer un plantón en el Zócalo y fastidiar la comparecencia de Pedro Aspe, AMLO se retiró cuando Marcelo presuntamente le entregó dos portafolios llenos de dinero que salió de la caja chica de la Policía Auxiliar, un pago por el “desgaste” que tuvieron los manifestantes.
Al final, Salinas no eligió a Camacho y vino todo el desastre, el berrinche, irse como negociadores con el EZLN y romper con Colosio.
Una vieja alianza
Desde entonces la alianza entre Camacho-Ebrard y AMLO parecía irrompible. Camacho y Ebrard formaron su partido del Centro Democrático y apoyaron la campaña de AMLO al GDF en el 2000. Como premio, nombró a Camacho asesor y a Marcelo secretario de Seguridad Pública y luego de la tragedia de Tláhuac, pasó a la de Desarrollo Social para de ahí brincar a la candidatura como jefe de Gobierno.
Marcelo impulsó la modernización de la CDMX y con su mano derecha Martha Delgado, dieron los pasos a una ciudad de vanguardia.
El primer intento
Para 2012, Ebrard estaba mejor posicionado que AMLO, sin embargo, alcanzaron una negociación para que el candidato fuese Andrés. Con el triunfo de Peña Nieto, Marcelo se exilió a Francia hasta que Dante Delgado, otro aliado de Marcelo, le ofreció una candidatura para obtener fuero y que pudiera regresar.
Al principio de este gobierno, como canciller, Marcelo fue bombero y operador político, era el presidente de facto, como había sido en la CDMX durante la administración de AMLO. Sin embargo, Andrés ya no aceptó que le robara los reflectores y poco a poco lo fue minando.
Aunque abiertamente no es el preferido de AMLO, es la única corcholata que se ha atrevido a lanzar propuestas. En el proceso de selección obligó a que renunciaran los demás contendientes, luego presentó su libro autobiográfico donde se observan algunas diferencias con AMLO, como el interés por la clase media, el desarrollo económico y la seguridad y, en esta búsqueda de las preferencias, ha sido el único que ha presentado una propuesta en materia de seguridad, lo que, por supuesto, ha molestado mucho a los estrategas de Palacio Nacional.
¿Será que es el único que podría contra el Frente que ahora se ha fortalecido? Depende de la unidad y propuestas del mismo Frente porque en palacio ya saben que solo el podría competirles si se mantienen unidos.
Twitter: @diaz_manuel