El canciller Marcelo Ebrard es una figura de gran importancia dentro del gobierno del presidente AMLO. Desde sus inicios, ha sido pieza clave en el apoyo al presidente mexicano. El lector recordará el respaldo incondicional ofrecido en 2006 y cómo participó en la protesta de AMLO como “presidente legítimo” de México y cómo “acampó” en tiendas de campaña en pleno Paseo de la Reforma. Ello le ha valido su cercanía con AMLO y que hoy todos especulen en torno a la futura candidatura del propio canciller a la presidencia de México. Hoy se le posiciona públicamente como el principal rival de Claudia Sheinbaum hacia la candidatura de Morena.

Desafortunadamente, algunos claroscuros empañan la carrera política de Ebrard. Derivado del completo desinterés de AMLO hacia las relaciones internacionales y la política exterior del país, aunado a que el jefe del Estado es el primer responsable en la conducción de esta materia de acuerdo al artículo 89 constitucional, el secretario de Relaciones Exteriores ha visto deterioradas sus funciones y competencias. Como bien aseguran muchos, y no están desprovistos de razón, México no cuenta hoy con una solida política exterior.

Con aquel lema de “la mejor política exterior es la interior” AMLO ha desdeñado abiertamente las relaciones exteriores de México, trátese de Estados Unidos, España, la Unión Europea o los foros internacionales. Según trascendió, la desafortunada respuesta enviada al Parlamento Europeo ¡no pasó por la SRE ni fue revisada por los funcionarios que integran la Cancillería! ¡Y pensar que existe toda una Dirección General para Europa cuyo deber es formular la política hacia la Unión y hacia los Estados del viejo continente!

¿Dónde han quedado las recomendaciones de Ebrard para que el presidente de México estuviese presente en los principales foros internacionales y para que el jefe del Estado reculase en su intento de nominar a personajes controversiales a embajadas en el extranjero?

Sin embargo, el pobre trabajo del canciller no ha sido obstáculo para que se convirtiese en el hombre más poderoso del gabinete de AMLO. Según se ha comentado, Ebrard funge como asesor del presidente en una amplia gama de materias. Esta posición le ha granjeado el reconocimiento implícito de la desaparecida figura de vicepresidente, sobre quien el presidente descansa sus principales responsabilidades.

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En suma, Marcelo Ebrard dejará la Secretaría de Relaciones Exteriores como un canciller temerario ante el mundo quien se vio acortado en sus facultades como secretario, pero que, a la vez, se convirtió en el miembro más poderoso del gabinete presidencial. Ebrard debe celebrarlo en tanto que hombre político. Sin embargo, la diplomacia mexicana debe lamentarlo.

José Miguel Calderón en Twitter: @JosMiguelCalde4