Soy de esa generación que seguía paso a paso a Lady Di. Me fascinaba como vestía, a los lugares a donde iba, y como se acercaba y tocaba a ancianos, enfermos y desvalidos.

Me maravillaba el poder para llevar la atención a donde ella quería, y como fue evolucionando de una mujer desprotegida y vulnerable, a todo un líder que movía masas.

Nuestros cerebros están cableados para darnos cuenta cuando algo no es real, captamos la disonancia cuando alguien dice: me interesa, y con el cuerpo muestra, asco o desprecio.

Es algo muy común y bien sabido en las campañas políticas cuando tratan de acercar al candidato abrazando viejitos, o cargando a los niños desprotegidos tratando de decir, somos iguales, aunque se les ve las ganas de no estar ahí y limpiándose los mocos de los niños en cuanto los sueltan.

Una vez que se logra la atención de la gente adquieres la capacidad de que te reconozcan. Algunos solo se quedan así, son conocidos, otros ademas crean vínculos.

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En Mexico estamos viviendo tiempos difíciles y de mucho aislamiento, vacíos de figuras que nos unan, nos hagan reír o llorar. Necesitamos símbolos de identidad. En teoría, la figura de la primera dama, era para ayudar al presidente a vincularse a través de programas sociales de apoyo, con esa figura maternal femenina que representa la empatía y la cooperación, hoy ese lugar esta vacío. Tampoco las mujeres en puestos directivos ,como Claudia Sheinbaum, ha logrado capitalizar eso, no ha sido ni cercana, ni empática con la gente, ha sido mas solidaria con el presidente y repitiendo sus dichos, y copiando sus actitudes. Hemos sido testigos de su poca presencia con los deudos del accidente de la línea 12 del metro y como muestra desprecio cuando se le piden cuentas.

Ahora salta a la vida publica de Mexico Mariana Rodriguez Cantu, la esposa del gobernador de Nuevo León quien ha generado mucha polémica y ha cautivado la atención, lo mas reciente, con su corte de pelo en beneficio de un niño con Cáncer. Algunos la juzgan porque parece que mas que cooperar, se hizo un nuevo estilo y ya.

Pero se le ha visto, recientemente, cargando niños y acercándose a personas desvalidas y me surge la pregunta:

Si en política, es vital ser reconocido, que la gente te vea en la calle y sepa quien eres, pero ¿hasta donde puede la atención que genera una persona opacar a el que empezó apoyando?

Cuando Mariana comparte imágenes cargando niños y vacilando con los niños del DIF. No lo pude evitar, me emocioné, estamos sedientos de que alguien nos mire, que alguien mire a los niños y que alguien logre llevar la atención ha tantas causas que están abandonadas como los niños con Cáncer y el desabastecimiento de medicamentos.

Ahora, no hay que perder de vista qué hay un riesgo enorme entre llamar la atención y ser ridículo. Llegar a la oficina de su esposo vestida como Cenicienta, hace pensar que es un gobierno “infantil” de “ilusión” y de muy poca seriedad. Esa línea y esa percepción no es la misma para todos.

Al final, no importa si es mediático o no, el fondo es que hay un sector olvidado y que se puede beneficiar con la atención que Mariana genera.

Un político debe mostrar seriedad, seguridad y cercanía. Ahora los tiempos van cambiando y ademas buscamos líderes empáticos, con inteligencia emocional y sobre todo auténticos.

Nos gusta estar con personas que son congruentes entre lo que dicen, lo hacen y lo que muestran.

Captamos perfecto cuando alguien es falso, nuestro cerebro esta cableado para percibir esa disonancia entre lo que hacen y lo que muestran.

Hoy lo vital es resolver problemas tan graves que acechan a la población de México.

Podemos ver como al estilo Kardashian, esta haciendo de su vida un reality. Nuestro cerebro se estimula con las emociones, la amígdala responde y solo recuerda cuando algo le provoca y Mariana lo sabe hacer, mediático o no, ojalá logre que toda esa atención que sabe conducir, logre mejores condiciones para los niños con Cáncer y para tantas causas que han estado sin ser escuchadas.

El riesgo es que Samuel acabe siendo el príncipe Carlos, una figura opacada por quien empezó impulsándolo.