Ignorando el tropel que redobla en la acera,
extraña a la vorágine que rige el universo,
no turba mi interior el bullicio de afuera
y así conmigo misma, escribiendo, converso.
Pero en el corazón no puede haber engaño,
como dentro del alma no cabe la mentira
que en solitaria paz nos vemos al desnudo,
sin vanidad ni orgullo, ajenos al cruel daño
de la simulación que hipócrita conspira
y entonces a los cielos, para inspirarme, acudo.
Marilina Rébora
¿Qué se siente que, a menos de un mes de gobierno, se esté éticamente derrotado?
Que conste, lo dije antes de que se celebraran las elecciones y ya lo han confirmado: gestión vacía, de relumbrón; carente de juicio pero, sobre todo que, por cuanto a política pública de verdad, no hay nada. Absolutamente nada.
Lo más reciente: un espectáculo lleno de hipocresía y falsedad. Aprovechar la enfermedad mortal de un niño para estrenar nuevo look (esto es, marcar tendencia de moda en sociales) y no raparse como fue el compromiso. Ansiosa por la luz del reflector, por un nuevo follower, un like más, Mariana Rodríguez no actúa con responsabilidad, con compromiso o realmente preocupada por las personas.
Se desempeña —con eficacia— como la buena influencer que es. Requería urgentemente cortarse el pelo —lo tenía muy maltratado—, y utiliza de gancho para su nueva atracción el cáncer que padecen muchos niños en México.
Desafortunadamente, ser una figura mediática y destacar en redes sociales NO hace a uno una persona que aporte a las causas fundamentales de las poblaciones más vulnerables. ¡Ojalá así fuera!
Y es que el mundo lo ha entendido mal. Miren ustedes: lo ético, lo honesto, lo lógico es que la persona que se ha destacado y que ha probado ser muy eficiente en trabajar en pro del desarrollo social es la que debiera convertirse, luego, en importante influencer… ¡No al revés!
Por eso tenemos a un Samuel García, quien aceptó que parte de su victoria se la debía a su esposa Mariana y su manejo de redes, dándose de tumbos cuando llega a la realidad de gobernar.
La dificultad, entonces, no es inventar historias para los seguidores y potenciales nuevos seguidores, ni lanzar propuestas para quedar, a los ojos de muchos, como una persona aparentemente empática, sino creer que haciendo multitud de esas pequeñas puestas en escena se gobierna.
En cuestión de días hemos visto a Mariana disfrazada de Cenicienta (siendo grabada ni más ni menos que por su esposo, quien debía estar gobernando), haciéndose acompañar de Gloria Trevi en el centro infantil Capullos y fingiendo raparse usando a un niño enfermo (ese y otros pequeños requieren tanto o más los medicamentos y tratamientos oncológicos como la empatía) para redimirse en las redes sociales por haber invitado días antes a la cantante antes mencionada —que está actualmente siendo investigada por las autoridades hacendarias y que fue acusada antes de trata de blancas— ¡a un centro DIF!
Mucho show para no hacer nada. Ya demasiados políticos de ese tipo hemos tenido en México. ¿Por qué continuar eligiendo a los de la misma estirpe? Contamos con Andrés Manuel López Obrador que piensa que con sus espectáculos mañaneros se gobierna; en particular los regiomontanos padecieron a Jaime Rodríguez, El Bronco; y ahora inauguran a la dupla Samuel García y Mariana Rodríguez.
Por si fuera poco, han habido los que consideran que pueden alargar su poder a través de sus parejas. ¡Cómo olvidar a Vicente Fox y Martha Sahagún!; ella soñaba con ocupar la Silla del Águila después del ranchero.
Y es que en el fondo estos espectáculos son siempre a final de cuentas propaganda, pues lo que está en la mira es obtener algo más. Quizá pasar de ser influencers a presidenciables…
En todo caso, usar el cáncer de un niño como excusa para cortarse el pelo, solo muestra lo vacua que se puede llegar a ser y lo fácil que es engañar a toda una serie de personas que no están dispuestos a entender la diferencia entre raparse (con todo lo que eso conlleva) y estrenar corte.
Ante su chabacanería siempre filmada, es momento de que tanto Nuevo León como el resto del país vea en estos dos unos modelitos de revista, pero no figuras gubernamentales.
México debería voltear y analizar a estos personajes para asquearse de lo que viene.
Hay que frenar este patrón porque, de continuar, estamos vislumbrando un país fosfo fosfo distanciado de los temas que se tienen que enfrentar, mientras se prefiere asumir el disfraz de la Madre Teresa de Calcuta.
Los videos de Tik Tok e Instagram de la influencer Mariana Rodríguez podrán ser muy exitosos. Sin embargo, no debe dejar pasar de largo que Samuel García recibe un sueldo por estar en el gobierno y la oficina que se le creó a ella lleva un costo para los contribuyentes.
Momento de exigirles estrategia que eventualmente conduzca a resultados en ese frente, pues pronto esos dos gastos antes referidos serán nimios ante el altísimo costo que significarán los errores realizados por quien pretende gobernar con nulo trabajo en la administración pública y con base en carantoñas para aumentar su número de seguidores pero sin entender las consecuencias de las ocurrencias.
Necesitamos estrategas, políticos de verdad, líderes comprometidos con la ciudadanía, no estrellitas que solo buscan brillar, sonando chistosos o, todavía peor, engañando a quienes confían en ellos.
Sirva lo anterior como llamada de atención para todos los mexicanos. ¿Vamos a seguir andando por el camino de la simulación?, ¿apoyando, aplaudiendo, tolerando, votando por políticos fatuos, falsos, sin ideas?
¿Qué queremos los mexicanos como país? ¿Hasta cuándo seguir jugando a este juego que inauguraron hace tiempo nuestros políticos? Momento de parar esto. Si como ciudadanía dejamos de aplaudir estas simulaciones, tal vez lo podemos lograr.