No deja de llamar la atención –incluso por mera curiosidad- el comentario de la mayoría de la prensa y sus columnistas (tanto convencionales como de la era digital) en torno a la designación de Mario Delgado como próximo secretario de Educación del gobierno de Claudia Sheinbaum, que inicia en octubre de 2024. Pocos le han dado el beneficio de la duda al aún presidente de Morena, pues en el análisis prototípico (que viene de la tradición periodística mexicana del siglo XX) se tiene como referencia a modelos en las antípodas, ya sea a un titán revolucionario como el carnal José Vasconcelos o a un neoliberal fanático como Aurelio Nuño; muy pocos piensan en una opción mejor, la del poeta suicida Jaime Torres Bodet, que de su formación intelectual y su cualidad estética hizo virtud burocrática.

Por su formación y su actividad política, Delgado podría estar más cercano de Nuño que de los otros dos mencionados, no obstante, por la realidad política que vive y en la cual ha hecho carrera, tiene que cumplir un papel más social y popular que neoliberal. De allí que de su caso no debe esperarse a un revolucionario o un reformador, simplemente a un encargado que sea eficiente en la administración de la amplísima y compleja educación pública. Alguien que básicamente tiene que recorrer y ejecutar el programa trazado, en primera instancia, por López Obrador y la 4T. No va a crear la institución, como Vasconcelos, porque ya está creada. No la va a reformar ni a revitalizar como Torres Bodet tampoco, porque difícilmente hay espacios para nuevos proyectos trascendentales como el Plan de Once Años o la creación de los Libros de Texto Gratuitos. Puede, sí, dialogar y negociar con los demandantes sindicatos que ante cualquier insatisfacción activan la protesta. En suma, tendrá que administrar con eficiencia y evitar conflictos.

En ese forzado contexto de lo ya establecido y del desarrollo de un programa que no es de su creación sino de una potencia política superior (la de AMLO prolongada por Sheinbaum), el de la “nueva escuela mexicana”, propongo a Delgado una posibilidad que usualmente está ausente en la mayoría de los secretarios de Educación: la sensibilidad por el arte, por las bellas artes; esencia que sí tuvieron Torres Bodet y Vasconcelos. Por ejemplo, el “Ulises Criollo”, impulsó el muralismo, la poesía, la danza moderna y la música. Torres Bodet cultivó también la poesía y la música. Esa sensibilidad por las bellas artes quizá les proporcionó una condición diferente frente al resto de políticos y burócratas que han sido responsables de la SEP. En ese bello campo tendría la oportunidad Delgado Carrillo de explorar y hacer algo diferente y plausible.

Además del encargo de que la maquinaria burocrática funcione bien en todas sus partes, Delgado debiera impulsar un programa de sensibilización e incluso de entrenamiento auditivo y musical entre la infancia escolar mexicana. Este es un reclamo ya viejo que nunca se ha hecho realidad, ¿por qué no lo intenta el próximo secretario de Estado? Vasconcelos, impulsó a Carlos Chávez (escribió el ballet “azteca” El fuego nuevo, por ejemplo, en 1921). Torres Bodet cultivaba la ópera en público y en privado la música clásica, sobre todo a Beethoven; se encerraba a oscuras a escucharlo. En sus memorias habla de la Quinta Sinfonía y sus acordes primeros como un grave llamado: “Así llama el destino a nuestra puerta”, frase atribuida, no sin polémica, al compositor.

|Como El fuego nuevo es una pieza compleja, de extensión mayor y requiere de calma y serenidad para escucharla –mejor sería verla coreografiada, según su propósito original-, comparto acaso lo más conocido de Carlos Chávez, la Sinfonía India, de la cual prefiero la versión de Leonard Bernstein, mas para darle mayor movimiento, aquí un video de Gustavo Dudamel|:

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En toda actividad racional debiera idealmente de existir el elemento sensible del arte. Esta ausencia en su lógica y racionalidad le fue reprochada a Sócrates un poco antes de tomar la cicuta. Nos lo cuenta Platón en su Fedón: “Sócrates, dedícate a las bellas artes y cultívalas”. El filósofo primero pensó en la filosofía, como una afirmación y continuación de su vocación, después pensó en la poesía y en el arte en general. Durante su existencia se le había presentado entre sueños una suerte de duende aconsejándole. Al final de sus días lo hizo al poner en verso las fábulas de Esopo y al componer un himno a Apolo. Es decir, también cultivó la música; algunos dijeron que hasta aprender a tocar la flauta era parte del consejo de quien le visitaba en sueños.

No es que compare a Delgado con Sócrates, simplemente hablo de la aridez y la falta de plenitud de quien sólo se atiene a la razón. Así, como nuevo secretario de Educación Pública bien pudiera incorporar enseñanzas importantes a los niños mexicanos: junto al aprendizaje regular y necesario (al que habría que agregar el conocimiento de la Constitución Mexicana), el imperativo artístico. Así podría integrar y agregar algo distinto a lo hecho por la mayoría de sus antecesores. ¿Lo hará? Esta siempre debiera de ser la pregunta y el deseo frente a cualquiera que se convierta en responsable de la educación pública del país, ya que de quien se ostente como encargado del sector Cultura tendría que ser una obligación.

Junto al buen desempeño de la racionalidad burocrática, tiene que esperarse la sensibilidad artística, musical en lo particular, pues, como ha señalado el economista y compositor Jacques Attali en su obra Ruidos: ensayo sobre la economía política de la música, desde la perspectiva antropológica, etnomusicológica y sociológica, “la música es más que un objeto de estudio: es un medio de percibir el mundo”.

Con franqueza, si bien he estudiado con detalle la educación pública de prácticamente todo el siglo XX y someramente la del XXI, esta nota ha sido sólo pretexto para manifestar el asombro ante los análisis mecánicos del periodismo de hoy así como un pretexto para compartir dos piezas musicales. Una de Carlos Chávez, dada su liga con Vasconcelos, y la Quinta de Beethoven, una referencia importante en las memorias de Torres Bodet; hablamos de los dos mejores secretarios de Educación que ha tenido en país en toda su historia.

Y así sigue llamando la Quinta Sinfonía de Beethoven a nuestra puerta; también la versión de Bernstein:

Héctor Palacio en X: @NietzscheAristo