El método de la encuesta está plagado de irregularidades desde que Morena tuvo vida orgánica como partido político. No sirven. No se necesita revisar los casos que hemos mencionado una y otra vez; la misma inercia de los hechos da fe de los pésimos manejos que ha tenido la Comisión Nacional de Encuestas al ser un órgano colegiado que no procesa realmente lo que la sociedad manifiesta en sus trincheras.
Nadie cree en las encuestas. A estas alturas- el mecanismo de selección se convirtió en un manojo de intereses para imponer candidaturas. Ha pasado en estados claves y con perfiles potencialmente competitivos- al grado de dejar fuera de cualquier posibilidad aun y cuando las muestras de las casas encuestadoras que se publican a priori lo justifican.
Pero a Mario Delgado no le interesa que una veintena de casas encuestadoras justifiquen lo inminente, al menos que esa encuesta la pueda utilizar a su favor. Pasó en la propia elección interna de Morena en donde disputó la dirigencia con Porfirio Muñoz Ledo. Mientras el muestreo le favoreció, entonces sí las presumió. Sin embargo, cuando se trata de una designación a otros puestos a pesar de que los propios pronósticos muestran lo incuestionable, hace mutis porque lo que sucede o simplemente la cuestiona como lo ha hecho en reiteradas ocasiones.
Sencillo: en el momento que le beneficia no duda en ponerla, pero cuando no, ignora el exterior a pesar de que las encuestas digan lo contrario. Justo eso le pasa a Mario Delgado.
Y para tratar de darle vuelta se escuda en: “que el pueblo es quien determina quien encabece las candidaturas”. Lo peor de todo es que defiende una encuesta de Morena que, en un corto tiempo de vida del partido, ha dejado un número importante de injusticias para evitar lo inocultable como si se tratará de un acuerdo predeterminado con plena complicidad de la Comisión Nacional de Encuestas que hacen lo que les indican. Eso parece.
Esto no tiene nada que ver con el presidente López Obrador. En lo personal, confió en su trabajo; voté tres veces por él, y soy de las personas que sigue respaldando su política de estado. Por ello, eso no significa que la propia militancia y la simpatía de Morena a pesar de estar en contra de la encuesta, lo estén de igual forma con el presidente.
De hecho, él mismo se ha dicho respetuoso de la vida interna del partido y de los puntos de vista, incluso en el respeto a disentir. En otras palabras, confiamos ciegamente en la ruta de gobierno que ha trazado López Obrador, pero desconfiamos de las encuestas. Son dos cosas distintas; quienes piensen que al no coincidir con el mecanismo de la encuesta es una clara manifestación de deslealtad al proyecto de la 4T, se equivoca rotundamente, especialmente porque la democracia se debe imponer a toda posición.
A nadie le debe ofender quienes levantan la mano para pedir certeza en los procesos de designación de los candidatos. Al contrario, es una manifestación, primero, a la libertad de opinión. Asimismo, es una lectura propia de las bases del partido; muchos no se atreven a realizarlo porque eso implica señalamientos tal vez con fines políticos puesto que está en marcha la disputa por la silla presidencial.
Empero, desde mi opinión con eso se gana más crédito y confianza de los cuadros del movimiento dado que la misma población civil ha manifestado que la dirigencia tiene que corregir esa práctica que ha perdido credibilidad con una encuesta que fácilmente se puede manipular, especialmente cuando no se conocen los resultados. Por ello, con mayor razón- el partido debe considerar reformar los estatutos- y abrir el abanico a los instrumentos que expresen el auténtico pulso de la sociedad.
Para lograr que ese ejercicio sea una realidad, el Consejo Nacional de Morena debe convocar a las bases para determinar esa decisión de esa naturaleza. Qué Mario Delgado no ponga de pretexto el tiempo porque el margen de aquí a que haya comicios es todavía considerable para que se manejan alternativas en la baraja de propuestas para designar candidatos a puestos de elección popular.
Es fundamental, el partido de Morena debe dar un giro porque las mismas bases lo demandan al pedir apertura y flexibilidad. La sociedad busca claridad, algo así como un método que sirva de ejemplo para que no quede duda ni margen de error de lo que decidió la militancia y la simpatía del movimiento.