Nos gusta mirar al cielo, sin importar la edad. Vemos con franco interés las nubes y a veces buscamos formas en ellas. El cielo, ya sea a plena luz del día o en noches estrelladas nos maravilla. Inspirador de cientos de historias, el ser humano en búsqueda de viajar por él, Ícaro volando tan cerca del sol y después cayendo hacia su muerte. Durante siglos, el ser humano ha querido conquistar el cielo de una u otra manera, ya sea imaginándose a si mismo con alas de pájaro o por medio de un artefacto que le permita como las aves, emprender el vuelo.

La idea de volar es seductora; gracias a gente soñadora y visionaria, la aviación cita su nacimiento a finales del siglo XVII, aunque de manera rudimentaria, de la mano del globo.

El precursor de la aviación mexicana

Hoy en día, las discusiones en redes sociales son acerca de la viabilidad o no de un aeropuerto: que si el NAIM iba a ser por fin ese aeropuerto de primer mundo que nos hiciera sentir orgullosos, o que si el AIFA no es más que una “central avionera”.

No voy a entrar en discusiones bizantinas que no nos llevan a ningún sitio, porque el empeño que ponen las partes en conflicto para establecer que su verdad es “la única y real”, descalificando a priori la opinión del contrario, hace que se les olvide lo más importante, ¿cómo está nuestra aviación mexicana?

Déjenme compartirles que uno de los países donde la incipiente actividad de volar tomó más auge fue precisamente México. Así que hoy les voy a contar, queridos lectores, una historia poco conocida pero fundamental. El Ingeniero Guillermo Villasana fue el principal precursor e impulsor de la aviación mexicana. Tan sólo en 1908 construyó su primer modelo de avión, con trece años de edad. Oriundo de la ciudad de Pachuca, Hidalgo, gustaba de hacer volar sus modelos en los llanos de San Juan de la Labor, San Rafael y Venta Prieta. En 1910 probó su primer aeroplano, de 15 caballos de fuerza, sin embargo, fracasó. Pero eso no lo desmotivó, al contrario.

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Branif, Lebrija, Poveregsky y otros pioneros

El primer vuelo efectuado en tierras aztecas fue el 8 de enero de 1910, de la mano de Alberto Braniff, en los llanos de Balbuena, que hoy son parte del conocido, y temido por algunos, AICM Benito Juárez. Otros pioneros en la aviación mexicana fueron los hermanos Juan y Eduardo Aldasoro, en los entonces llanos de Anzures y en lo que hoy es la colonia Roma, entre 1909 y  1911.

Algunas fuentes citan como el verdadero impulsor de la aviación nacional a Miguel Lebrija, quien piloteó un “Bleriot” traído nada más y nada menos que por Eugenio Pugibet, el 14 de mayo de 1910 logrando elevarse 20 metros y recorrer poco más de medio kilómetro, ¡toda una hazaña!

En las celebraciones que se llevaron a cabo con motivo del centenario de la Independencia Mexicana, varios pilotos franceses invitados por el presidente Porfirio Díaz realizaron una serie de exhibiciones, las cuales fueron nombradas “La Decena de la Aviación”.

Para finales de 1911, Villasana junto con el piloto aviador Santiago Poveregsky abrieron su taller de construcción de aeronaves teniendo por nombre “El Latino Americano”, situado en lo que hoy sigue siendo, la Plaza de las Vizcaínas.

El 30 de noviembre de 1911 es una fecha por demás importante para el país, aunque poco conocida y nada conmemorada. Ese día el presidente Francisco I. Madero se convierte en el primer estadista del mundo en volar, a bordo de un avión “Duperdussin”, durante una exhibición aérea sobre la ciudad de México.

Con la muerte de Madero, el entonces gobernador del Estado de Coahuila comenzó los preparativos para utilizar a la aviación como arma de combate, siendo el primer piloto militar Gustavo Salinas Camiño.

La escuela militar de aviación pasó por Veracruz, y luego por Monterrey hasta establecerse en Guadalajara, y desde el año 1953 se encuentra en Zapopan, Jalisco.

Compañía Mexicana de Aviación

En 1917 se concluye la construcción del primer monoplano mexicano con motor “Aztatl”, hélices “Anáhuac”. El “Quetzalcóatl” avión del tipo llamado “tololoche”, se empezó a construir en 1923, con motor BMW de 185 caballos de fuerza. En este tipo de avión el capitán Emilio Carranza efectuó un vuelo sin escalas Ciudad de México-Ciudad Juárez.

Y aquí es donde mi corazón se hincha de orgullo, pues Compañía Mexicana de Aviación nació operando tres aviones tipo “Lincoln Standar”, el 12 de julio de 1921 con su primera ruta, México-Tuxpan-Tampico. Esto convirtió a esa ciudad en cuna de la aviación comercial.

En los medios hoy se habla de sí puede resurgir de las cenizas Mexicana de Aviación bajo la figura de “cooperativa” pero híbrida, con inversionistas y con el gobierno de apoyo. También se habla de la posibilidad que sea la emproblemada empresa Transportes Aeromar quien se termine por convertir en “La Aerolínea del Bienestar”.

Aeroméxico es gringa...

Lo único cierto es que, en el país, por miedos, ignorancia o abulia, la aviación nacional es casi inexistente. Aeroméxico tiene tan solo el nombre de México pero es más propiedad del vecino del norte que nuestra. Volaris es un grupo de inversionistas de varios países, no podemos decir que es netamente “mexicana”. VivaAerobus es orgullosamente nacional, pero es pequeña todavía, con alrededor de 50 aeronaves. Cuando solamente American Airlines tiene cerca de 895 equipos.

No debe ser un tema menor voltear a ver cómo está la aviación nacional; es importante solicitarle tanto al gobierno como a sus opositores que mientras sigan descalificándose los unos a los otros, la aviación del país va menguando día a día. Es por eso que los invito a mirar más allá de la nubes y darle la importancia que se merece a nuestra industria aeronáutica como un sector estratégico.