Morena, para este proceso de transición política, vive un momento coyuntural clave. Aunado a ello, todas las encuestas de opinión pública colocan al lopezobradorismo como el gran favorito para ganar no solamente la elección presidencial, sino la mayoría de entidades federativas que estarán en disputa. A raíz de ello, noto exceso de confianza y optimismo por la preferencia de la población civil. Están calculando la dimensión del triunfo, mismo que si no me equivoco, está sujeto al poder de convocatoria que jala el presidente Obrador.

Desde otras perspectivas, también, están menospreciando el papel de la oposición. Es verdad, la derecha está muy blandengue y, dicho sea de paso, ha venido en detrimento en las últimas semanas. De hecho, eso lo reconocen los propios estudios que se han divulgado recientemente y, en todos ellos, se nota una decadencia del Frente. Aun así, Morena debe seguir pugnando por la unidad; para ser más precisos, apostar por la reconciliación con Marcelo Ebrard, que, todo parece indicar, ha tomado su decisión para competir en otro terreno.

La pregunta es si Morena correrá el riesgo de perder a un activo político como Marcelo. Eso solamente lo podrá determinar el tiempo y las circunstancias de la elección una vez que se ponga en marcha. Lo cierto es que, en este momento, hacen falta voces más críticas, como la de Monreal, para poner en contexto la realidad. La prudencia y la reconciliación, por ejemplo, son fundamentales para subsanar toda diferencia. En efecto, el zacatecano ha hecho hincapié para no minimizar la fuerza política de Ebrard, y, en ese sentido, comparto su concepción.

Siendo así, es necesario poner en práctica ese estilo infalible de Ricardo Monreal para conciliar. Basta observar su paso como líder de los senadores de Morena, y esa capacidad para resolver todos los asuntos. Él, cabe recordar, hizo posible -mediante el diálogo y la negociación- aprobar una lista de leyes y reformas constitucionales, pues consideró fundamental tomar en cuenta la opinión de las minorías. No soslayó ni sucumbió una sola voz y, a la postre, eso le rindió buenos frutos. De igual forma, nunca optó por la vía de aprobación rápida y, en momentos como ese, agotó todas las vías de comunicación para encontrar una salida.

Entiendo perfectamente que esa fue una de las razones por la que Sheinbaum tomó partida por él para colocarlo en un lugar estratégico de la campaña, como el de coordinar y planear la logística territorial. A Claudia, ese andamiaje le permitiría abrir más canales de comunicación para alcanzar los resultados esperados una vez que inicie el ejercicio electoral. De hecho, esa designación se da en un proceso clave para ir manufacturando estrategias de unidad y cohesión, algo que Monreal sabe hacer a la perfección. Sin embargo, hay que reflexionar que, en muchas trincheras del lopezobradorismo, hace falta que muchos otros actores se contagien de esas competencias.

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Monreal es prudente, mesurado y calculador. Y Ricardo, en cualquier escenario, prevé, evalúa y anticipa antes de llevar a cabo una tarea. De igual forma, su narrativa se centra en una concepción muy clara de los problemas que todavía aquejan al país. Rubros como la seguridad, son puntos prioritarios. Es decir, Monreal se apega a la realidad. Incluso, su postura ha sido blanco de críticas, sin embargo, el tiempo le ha dado la razón. Hace un año, por ejemplo, mantuvo su voto en reserva en materia electoral; advirtió que tenía un matiz inconstitucional. Recibió comentarios, empero, la Suprema Corte de Justicia de la Nación terminó por despejar cualquier duda y declaró el tema sin viabilidad. Qué razón tuvo.

Monreal, la voz crítica del Senado, tuvo siempre el juicio correcto. No se aferró a una realidad ficticia y, con la constitución en la mano, sostuvo su postura.

A propósito, él, en lo que sucede en el país, no ignora la polarización que viven grandes sectores de la ciudadanía. Para ello, le sigue apostando al diálogo y, básicamente, sostengo que, en México, como en todas las coyunturas de la agenda pública, hacen falta más voces coherentes como la de Ricardo Monreal, que a todo le da importancia. Eso, no hay duda de ello, elevará el nivel de la campaña de Claudia Sheinbaum, para llevarla a la silla presidencial.

Siendo el mejor operador político, creo firmemente que Claudia Sheinbaum, para lo que viene en puerta, está evaluando la posibilidad de llevar a Monreal a Bucareli. Si la coordinadora busca oficio y tejer fino en la política de Estado, quién mejor qué el zacatecano.

Notas finales

Claudia Sheinbaum, coordinadora de los comités de la transformación, sigue fortaleciendo su equipo territorial para el proceso que se avecina. Ayer, en todos los espacios de redes sociales, circularon los nombres de quienes serán coordinadores claves en varios puntos del país. El noreste y bajío, por ejemplo, quedó en manos de Néstor Núñez, exalcalde de Cuauhtémoc. Con esa designación, Sheinbaum asegura una buena operación territorial de campo y, en el tablero electoral, el desempeño y el nivel subirán con la garantía del trabajo que llevará a cabo Núñez, que, en su paso por la alcaldía, mantuvo niveles de aprobación muy buenos.