La primera línea de ferrocarril en México se concesionó en el último gobierno de Antonio López de Santa Anna, pero se construyó hasta el gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada, la cual consistía en el ferrocarril México-Veracruz, que fue un gran negocio para los contratistas extranjeros.

Durante el porfiriato se construyó el sistema de ferrocarriles nacionales que se conserva hasta la fecha. La Revolución Mexicana se hizo en ferrocarril. En la segunda mitad del siglo XX, los gobiernos postrevolucionarios apostaron por las carreteras y el uso de los automóviles, dejaron en el abandono a los ferrocarriles. Durante el gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León, se privatizaron los ferrocarriles y los nuevos dueños sólo mantuvieron el servicio de carga.

Dos décadas después y en el ocaso de su gobierno, Andrés Manuel López Obrador revive los trenes de pasajeros. En este fin de semana largo, el presidente decretó la concesión de siete líneas férreas. Buena intención que merece ubicarse en sus justas pretensiones.

López Obrador entregó el bastón de mando a Claudia Sheinbaum y al mismo tiempo dejó encaminadas algunas de las tareas estratégicas de la siguiente administración. Anunció las reformas constitucionales que la próxima legislatura del Congreso de la Unión tendría que aprobar a marchas forzadas a partir de septiembre del siguiente año, entre las que destacan el método de elección de ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y la reforma a la Guardia Nacional para que pase al control de la Sedena.

AMLO marcó línea para la consolidación del Aeropuerto Felipe Ángeles, la Refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y los trenes de CDMX a Toluca y el ferrocarril Transístmico. Así como, la reconstrucción de Acapulco. A esta lista de pendientes, el presidente agregó la concesión de siete líneas de trenes de pasajeros, proyectos que deberían ver la luz en la primera mitad del siguiente gobierno, claro si Morena gana la Presidencia de la República.

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El futuro de la movilidad en las grandes metrópolis descansa en el transporte público eléctrico, fundamentalmente trenes y en el transporte individual por medio de la bicicleta.

En México, en particular, para la zona metropolitana de la capital resulta necesario el desarrollo del Sistema de Transporte Colectivo Metro. La construcción de las 20 líneas como lo establece el plan maestro elaborado al inicio de los años ochenta del siglo pasado y la creación del sistema de trenes de cercanías.

Los trenes de cercanías deben conectar a la CDMX con Querétaro, Toluca, Cuernavaca, Puebla y Pachuca. Serían los proyectos estratégicos del próximo gobierno. Para que cumplieran su función de detonantes del desarrollo, la iniciativa privada debe participar con la supervisión del Estado.

El Metro debe pasar de la administración capitalina a la administración federal, porque constituye el programa social de subsidio al transporte más grande del país y quizá de Latinoamérica. Tan importante como la pensión adultos mayores, a madres solteras o a discapacitados. Si el propósito es que este sistema de transporte crezca y cuente con el presupuesto necesario para su desarrollo, el gobierno federal debe hacerse cargo.

Revivir el sistema de trenes de pasajeros es una buena idea que debe apartarse del voluntarismo y concretarse en propuestas ejecutivas. De no ser así, a todos los va a llevar el tren. 

Eso pienso yo, ¿usted qué opina?... La política es de bronce