La renuncia del Subsecretario de Seguridad, Ricardo Mejía Berdeja, llegará antes del viernes para cumplir con los plazos que marca la ley, así, logrará registrarse como candidato a la gubernatura de Coahuila por la alianza PVEM-PT. Su sacrificio podrá evitar que Ricardo Monreal fortalezca su estructura en esa entidad rumbo a 2024.
Postular al dos veces perdedor tendrá un costo alto para Morena. El empresario minero que hizo gala de sus redes de evasión fiscal y lavado de dinero dentro de la investigación periodística internacional “Pandora Papers”, será quien encabece la candidatura única del partido oficial para Coahuila, aún bajo la advertencia sobre empresas que tienen conflicto de interés en los negocios de carbón con el gobierno y cargando acusaciones de las precarias condiciones con que viven los mineros de sus empresas.
En contraste con la encuesta de Morena que únicamente midió conocimiento del candidato y no sus negativos, Mejía Berdeja destaca por sus resultados en materia de seguridad; su aspiración a gobernar Coahuila desde el PRD antes de que aquel partido se perdiera en la ambición y haber sido fundador de Morena son señales de la profunda lealtad al presidente López Obrador, por lo que será un error interpretar sus movimientos como una traición. En el ajedrez del presidente, sería peor perder la grande en 2024 por sus adversarios morenistas que navegan con doble bandera que perder un estado del norte en elecciones intermedias. Uno de sus más fieles y eficaces funcionarios podrá hacer campaña y estructura propia, de la mano con el obradorismo que se ha negado a aceptar al senador monrealista como candidato. Los puros, fundadores y más orientados a la izquierda, en una jugada interesante, darán la espalda temporalmente a un espacio que consideran usurpado por el senador Armando Guadiana.
El priismo y particularmente, la familia Moreira, revivirá viejas rencillas de los tiempos en que Mejía Berdeja encaraba a Humberto Moreira apoyando a su candidato Raúl Sifuentes, aunque en esta ocasión, el primero en abrir las puertas fue el Partido Verde. Ese partido no tiene nada que perder y si lanzar por la libre al mejor posicionado funcionó en San Luis Potosí con “el Pollo” Gallardo, podría funcionar, después de todo, en Coahuila.
No hay que olvidar que, en uno de los momentos más críticos para el priismo, ese partido tendrá que elegir con las manos atadas en donde colocará lo poco que le queda: Estado de México o Coahuila. Con ambos no podrá, menos enfrentándose a la ventaja que le lleva en tierras mexiquenses la maestra Delfina. Lo que es un hecho es que Rubén Moreira mantiene mayor apoyo y cercanía con “Alito” Moreno, como se demostró con la candidatura de Carolina Viggiano al gobierno de Hidalgo, que los “Atlacomulco Boys” y el grupo de Alfredo del Mazo, que en esta ocasión no podrá ejecutar una elección de Estado como en el pasado.
Lo que dicen las encuestas es que Armando Guadiana podría perder ante un frágil empate técnico que se desmorona en caso de que el voto de Morena vaya dividido, aunque la pérdida es relativa para él y sucederá tan sólo en las urnas, pues sus negocios se mantendrán intactos y podrían mejorar con el triunfo opositor.
Ricardo Mejía Berdeja gana inclusive perdiendo pues en el momento de definiciones, los obradoristas han anticipado brindarle su apoyo y podrán marcar su línea con el monrealismo; si ninguno de los candidatos de la izquierda gana, Mario Delgado podrá justificar el fracaso de su partido por el voto dividido mientras que López Obrador confirmará el tamaño de cada quien e inclusive, si es que la suma de los votos de ambos candidatos logran superar considerablemente a los de la oposición, tendrá una carta para negociar con el PRI y capitalizar el autosabotaje que le dejará el camino libre a su candidato, garantizando la aprobación de las reformas pendientes. Pero cuidado porque caballo que alcanza, gana y parece que el PVEM se niega a morir. La firma que falta es la del PT, según la última reunión entre dirigencias, es cuestión de tiempo. Ya se dirán en la mañanera las palabras precisas, pero por lo pronto, la definición de Alfonso Durazo, que en su momento nombró a Ricardo Mejía en su último cargo, será la estocada final.