El mercado mundial del petróleo es suma de contradicciones y tensiones económicas, geopolíticas y estratégicas, porque actúan en él las más grandes potencias del planeta, quienes despliegan en él conforme a sus variables más importantes (producción, distribución de niveles productivos, manejo de precios, consumo y cambio de tendencias) sus grandes intereses nacionales de orden estratégico, aunque hoy no es el mercado que fue hace algunas décadas.

Posee una estructura dual: de productores asociados en la OPEP y de productores independientes (genéricamente identificados), dentro de los que se encuentra México. Tiene tres grandes tipos de precios, el mercado spot (de oferta/demanda y precios libres y de contado), el mercado de precios de referencia: los precios del crudo en América del Norte (WTI), el inglés-holandés (Brent o Mar del Norte) y el arábigo-saudí. México referencia sus precios conforme al precio promedio de la región. Pero existe también el mercado de futuros, es decir, contratos de suministro a precio futuro conforme a las tendencias presentes proyectadas a cierto tiempo..

La marcha de la economía mundial se manifiesta en estas variables (demanda, producción, consumo, precios, intermediación, nuevos yacimientos, problemas en rutas, conflictos armados, tendencias del mercado) porque se trata de una energía, si bien de origen fósil, convencional que se está agotando en el planeta, es de fácil acceso, extracción, distribución y consumo, y que siempre viene asociada a la generación de gas natural. Ambos siguen siendo los principales energéticos.

A pesar de la tendencia mundial decreciente, de ciertos pronósticos pesimistas, serán ambos (gas natural y petróleo crudo y sus refinados, las principales fuentes de energía hasta mediados de este siglo, aproximadamente). Las otras fuentes esquisto derivadas del fracking, son de un costo de producción más elevado y requieren tecnologías de mayor intensidad en el uso de recursos como el agua para su extracción. El precio del petróleo se regula mediante contracciones y expansiones de la oferta concertadas por la OPEP y de políticas de convergencia con “los productores independientes”. La sobre oferta de petróleo en los mercados genera una tendencia a la baja del precio; y viceversa, una relativa escasez impulsa hacia arriba el precio. No siempre están de acuerdo ambos bloques de productores.

En 2024 el precio promedio fue bastante bueno para el ingreso de los productores, rondó los $80 dólares por barril, dentro de una tendencia estable y al final del año bajista, particularmente, ante la moderación en el crecimiento de la economía china (principal consumidora de petróleo crudo), igual que en EU y el aumento relativo del suministro de crudo por parte de algunos productores independientes.

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La estimación más o menos de consenso para 2025 fue un precio estable similar, si las condiciones generales permanecieran aproximadamente igual. Pero no sucedió así porque en el contexto de la economía mundial emergió en forma severamente disruptiva, la guerra comercial decretada por Donald Trump, y ello cambió radicalmente los términos de la dinámica y el funcionamiento del mercado petrolero. Ante una tendencia que crecía gradualmente hacia la sobreoferta, ante lo cual, para estabilizar los precios, puede procederse a retirar de los mercados los excedentes que inclinan los precios a la baja. Algo similar a lo que sucedió en 2022.

Es muy posible que las oscilaciones del precio en 2024, al límite máximo ($85 dólares el barril) y al mínimo ($73 dólares por barril), que seguramente serán más pronunciadas en 2025 ante distintas coyunturas, aunque en estos días el pronóstico predominante es una clara tendencia recesiva a nivel mundial, una caída del PIB global que oscilará entre 1.0 y 0% debido a la guerra arancelaria impuesta por el presidente Trump, que contraerá significativamente el comercio mundial, uno de los motores del crecimiento. Se estimó en 30% el sobre precio del barril de petróleo hacia finales de 2024 (y una oferta excesiva de 1.2 millones de barriles diarios). La tendencia hacia una sobreoferta mayor tendería a regresar el nivel a un precio de equilibrio si se actúa sobre ella. (Quiroz, Rafael, El Nacional, enero, 2025, datos de la OPEP). Será muy complicado en el contexto de la guerra arancelaria.

Ante este mega factor de fuerza, los distintos pronósticos precedentes, hechos entre octubre y noviembre de 2024, carecen de solidez, pero el que posee un perfil de mayor realismo ha sido el que pronosticaba un descenso general en el precio de las materias primas durante 2025. Se prevé que, entre 2024 y 2026, los precios mundiales de los productos básicos se desplomarán casi un 10 %. En el caso de los alimentos, se pronosticó una caída del 9 % en 2024, y un 4 % adicional en 2025, antes de estabilizarse, pero ora vez, el nuevo contexto cambia todo. De cualquier forma, sus valores seguirían casi un 25 % por encima del nivel promedio registrado entre 2015 y 2019. Todas estas variables están siendo ajustadas a la baja ante la guerra comercial trumpista. (Boletín Banco Mundial, octubre, 2024)

Es decir, la guerra comercial no está propiciando en sí misma la tendencia bajista en el precio de los productos primarios, porque ésta estaba ya en curso hacia finales del año 2024. Lo que sí está haciendo, es acelerar y acentuar, en el caso del precio del petróleo (ya cayó desde 80.0 dólares en promedio, a 73.0, y luego a 65 dólares el barril de crudo, puede llegar a menos de 460.0 dólares), por la contracción económica que está induciendo la guerra comercial, para ser preciso, pero ésta tendencia hacia una deflación mundial desde el mercado de las materias primas y la contracción económica y del comercio, está derrumbado también los mercados bursátiles (en Europa cayeron -2%), y puede llevarnos a problemas de oferta en distintos productos por la caída de precios, conforme a los datos duros antes presentados. El tobogán está en pleno curso para todos los precios.

Veremos si un recrudecimiento de la guerra en Medio Oriente actúa como poderosa contra tendencia en el nivel de precios del petróleo, no sabemos en qué proporción, en su caso, porque en Oriente Medio no avanzan los acuerdos como a muy duras penas parecen hacerlo en el caso de la guerra Rusia-Ucrania. Por cierto, la caída de los precios del petróleo afecta a dos contendientes importantes en las dos guerras actuales mencionadas: a la Federación de Rusia y a Irán. ¿Será palanca poderosa para impulsar un proceso de entendimientos pacificadores? Puede ser. Ello favorece las posturas de EU y sus aliados europeos, veremos de qué tamaño es “el colchón financiero” de Rusia e Irán ante el descenso del precio y la demanda.

Dudo mucho que esto no haya estado en los planes del equipo de Trump. Ya antes Obama con Hilary Clinton, impulsaron una guerra económica contra ambos (Rusia e Irán, de paso Libia y Venezuela) mediante la guerra económica vía la caída de los precios internacionales del petróleo, y además, con la emergencia del “Estado Islámico”, contra Siria e Irak, y ambos resistieron en sus políticas sobre la región de Medio Oriente, y los golpes a sus ingresos nacionales mediante las exportaciones de petróleo. Estas tendencias cuadran con los planes energéticos de Trump, de aumentar su producción nacional fijando aranceles también a las importaciones energéticas de EU, desde sus distintos proveedores, salvo a México y Canadá, a quienes condicionó su exención. Es otro caso.

Donald Trump en reciente conversación con los CEO de las principales empresas petroleras en EU, acordaron aumentar la producción a 3.0 millones de barriles diarios, para abaratar un costo de producción y reducir el precio de los bienes y servicios para los consumidores ante los efectos inflacionarios posibles en otros rubros de importaciones, reduciendo también las regulaciones ambientales y acelerando el otorgamiento de permisos para producción. (La Jornada, 19 de marzo, 2025) Pero una tendencia de precios internacionales a la baja no es el mejor contexto para maximizar la producción nacional, sino lo es el de precios al alza.

El Instituto Americano del Petróleo (API) entregó a presidencia y al congreso, un plan de cinco puntos para ser asumidos por el gobierno nacional actual de EUA: la reforma al otorgamiento de permisos, el impulso al arrendamiento de producción de petróleo en alta mar, la protección de los créditos fiscales para la captura de carbono y la producción de hidrógeno; y la reducción de los subsidios para los vehículos eléctricos. Trump no ha aceptado todas las recomendaciones.

Entonces la política comercial arancelaria y la política energética del presidente Donald Trump, acusan contradicciones importantes, choques entre el ámbito nacional, regional y el internacional, que seguiremos analizando en próxima entrega de frente a los planes de la presente administración de la Dra Claudia Sheinbaum.