Vamos a ver mis queridos lectores… ¡No!, no está mal el título, el nombre de Mexicana de Aviación está a la venta. Resulta que el pasado 8 de noviembre, en las oficinas donde despacha la Maestra Luisa María Alcalde, se dieron cita los sindicatos con los que tiene contratación colectiva: la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores (ASPA), la Asociación de Sobrecargos de Aviación (ASSA), el Sindicato Nacional de Trabajadores de Transportes, Transformación, Aviación, Servicios y Similares (SNTTTASS), la Coalición de Trabajadores de Confianza, así como con la Asociación de Jubilados, Trabajadores y Extrabajadores de la Aviación Mexicana (AJTEAM). Todos ellos, junto con la presencia de la Presidenta de la JFCA, Lic. María Eugenia Navarrete, el Síndico Lic. Alfonso Ascencio Triujeque, y el representante de Mexicana de Aviación, el Lic. Javier Carreón.
El interés que Andrés Manuel ha mostrado en diferentes conferencias mañaneras, generó esta reunión con la finalidad de llegar a algún acuerdo entre todos los actores involucrados. Y es que la marca de Mexicana de Aviación tiene un valor pecuniario, así como algunos de los bienes que todavía quedan de la que fuera la primera línea aérea de nuestro país.
¿Qué es lo que se pondría a la venta? la marca, un lote de refacciones y aquellos bienes que no se encuentren relacionados con el Fideicomiso Mexicana MRO 2100. Esto traería aparejadas varias consecuencias: tal vez la más importante, desactivar todas las demandas, embargos y demás cuestiones jurídicas que hay alrededor de lo que queda de Mexicana, y que hoy mantienen “empantanado” el conflicto.
De lograrse, se allana el camino que permitiría venderle al gobierno del país estos bienes para su usufructo. En caso de que decidan sacar una línea aérea, podrían usar la marca Mexicana de Aviación, y hay que dejarlo muy claro para evitar el mar de confusiones que me ha tocado leer en estos días. Me he topado con cada cosa, que de verdad… Dios nos agarre confesados.
Que se haga uso -de nueva cuenta- de la marca de Mexicana no significa en lo absoluto que la empresa Compañía Mexicana de Aviación, S.A. de C.V. vuelva a surcar los aires. Déjenme darles un ejemplo para que todos tengamos claridad en este asunto.
Allá por el año 1988 la aerolínea que conocemos como Aeroméxico quebró. Su nombre era Aeronaves de México, S.A. de C.V., y en aras de salvar lo que más se pudiera de esa quiebra, se dispuso conservar la marca comercial, la palabra, logo e imagen comercial de “Aeroméxico”. Con el dinero obtenido por el remate de los bienes, surgió una nueva compañía aérea que usaría el nombre artístico de la quebrada Aeronaves.
¿Cuál fue la empresa de aviación que se quedó con el nombre comercial de Aeroméxico?, fue nada menos que Aerovías de México, S.A. de C.V., que nació seis meses después de la quiebra de Aeronaves. Fue muy rápido, en realidad, lo que permitió que en el imaginario del usuario pasara prácticamente desapercibido.
Sin embargo, a diferencia del caso de Mexicana, el tiempo es un factor fundamental. En aquellos ayeres, además de que la sindicatura entró en funciones durante la quiebra de la empresa, ésta fue requisada por el gobierno, y la empresa no dejó de operar, por lo que prácticamente la mayoría de los trabajadores de Aeronaves tuvo cabida en Aerovías. No fueron todos, y los que quedaron sin empleo se acomodaron en otras líneas áreas.
De hecho, cuando yo entré a volar en Mexicana, en 1998, ya habían pasado 10 años desde la quiebra, y muchos de mis Supervisores B, ósea los encargados de la clase turista de la cabina de pasajeros, habían trabajado en Aeronaves. Ellos me hablaron de cómo vivieron en carne propia aquella quiebra, de la requisa, y de cómo algunos sí lograron quedarse en la nueva empresa, como fue el caso de Alejandra Barrales. Pero otros tuvieron que tocar otras puertas y muchos aterrizaron en Mexicana de Aviación.
Imaginen ahora, cuando veo que los titulares de varios medios de comunicación dicen “Mexicana regresa a volar”, sé muy bien que en el imaginario colectivo se piense que esto es posible; suena a que un conflicto laboral queda resuelto, pero no es así y ya lo expliqué.
Compañía Mexicana de Aviación ya no regresa a surcar los cielos. En el mejor de los casos, se llegará a concretar la creación de una nueva línea aérea, usando el nombre artístico o la marca comercial (como prefieran decirle), pero será una aerolínea completamente diferente. Y no, el conflicto de más de dos lustros sigue vigente, y los trabajadores seguimos exigiendo justicia.
Con Mexicana de Aviación han pasado 12 años, y no solamente seis meses como en el caso entre Aeronaves (posteriormente llamada Aerovías de México); son 12 años en los que la mayoría de la planta que integraba la empresa ya son adultos mayores, o están llegando por lo menos a los 60 años, por decirlo así. En mi caso personal, yo era de las “jóvenes” cuando Mexicana bajó de vuelo. Yo con 34 años y un bebé de apenas un año. Hoy tengo 46 años y la bebé es ya una adolescente de 13.
Para muchos, retornar a laborar en la nueva Mexicana es un sueño, pues mucha gente sigue sin encontrar empleo. Por supuesto que Mexicana de Aviación hizo escuela, y que hay muchos años de conocimiento acumulado entre su personal, pero soy realista: la edad ya nos alcanzó a muchos.
En mi caso, pensar en tener que ir a Medicina de Aviación a hacer exámenes psicofísicos para obtener el anhelado “apto”, tener que invertir alrededor de 20 mil pesos para recuperar mi licencia de sobrecargo, más todos los papeles en regla, se convertiría en un gasto de tales dimensiones, que lo que obtenga por mi liquidación no me alcanzaría.
Además, la aviación ha cambiado increíblemente durante estos 12 años, y no son lo mismo Los Tres Mosqueteros que 20 años después. Voy a decirlo así: yo ya no aguanto desvelarme, y en la aviación las jornadas están llenas de “tecos” (vuelos que se hacen en la madrugada), así como idas y vuelta de largo alcance que en mis tiempos eran impensables, como el Nueva York ida y vuelta o el Caracas.
Tengo compañeros que aún guardan la ilusión de regresar a volar; muchos ya no, y ahora viven en el interior de la República, o están en el extranjero, o de plano se dedicaron a otra cosa ajena a la aviación. Lo que sí debe quedar claro es que con este movimiento se busca darle una salida, lo más digna posible a un conflicto añejo. ¡Ojo! no es la salida ideal, pero es lo que hay, para el caso de los trabajadores de Mexicana de Aviación.
Celebro que después de mucho tiempo se ponga en la mesa una solución, que aunque aparece como la menos lesiva, no es la ideal para todos los que trabajamos en lo que era la primer aerolínea nacional y la cuarta más antigua a nivel mundial. Sin embargo, la luz al final del túnel aparece para que podamos -por fin, después de 12 años- cerrar un ciclo, y dejar de vivir eternamente en un limbo jurídico y laboral.
Yo sé que el presidente tiene voluntad, pero también reconozco (y lo invito a que él también lo haga) que algunas de sus declaraciones en la conferencia mañanera a veces no ayudan. En estos temas se le hace bolas el engrudo y manda mensajes erróneos, que se malinterpretan. La oposición al presidente ya le trae encima el cronómetro electoral, y por supuesto que no va a desaprovechar esos gazapos para golpetear, y tirar cualquier acuerdo que se dibuje en el horizonte.
Para nosotros, los afectados que hemos estado buscando intensamente una resolución del caso, es imperante que este tema de la venta de la marca y los demás bienes avance. Seriedad y mesura, se vuelven indispensables.
Ahora, un mensaje para mis compañeros: yo sé que los que demandaron “por fuera” (con abogados particulares) están en espera de la ejecución de sus laudos ganados, sobre todo los que tienen sentencia firme. Tengo que insistir, sus laudos son impagables y no hay dinero que alcance; si no cedemos, todos saldremos perjudicados; cada día que pasa es un día más que se devalúan los bienes de Mexicana, ¿Cuántos años más están dispuestos a esperar la ejecución de su laudo?, ¿Hasta que “se acabe” el dinero?, porque de 2019 al 2022 tan solo se han esfumado 800 millones de pesos de nuestras liquidaciones.
También estoy consciente que sus asesores jurídicos les dicen que ya ganaron y que les corresponde su dinero por derecho, y en teoría tienen razón. Pero con esa misma vehemencia deberían responder una pregunta muy válida: ¿Y cuándo voy a cobrar esa cantidad? El punto es que no lo van a cobrar nunca.
Aquí, o todos coludos o todos rabones, a todos nos bajaron del mismo avión, por lo que es justo que todos nos desistamos de nuestras demandas, vendamos la marca y los bienes, y obtengamos de lo perdido lo recuperado. Como siempre, esa es mi opinión personal, basada en hechos reales, en la experiencia y en la lectura que hago del momento político que se presenta. Ustedes mismos valoren, y tomen su decisión.