A raíz de las declaraciones del presidente Andrés Manuel López Obrador realizadas dentro de la Conferencia de Prensa, mejor conocida como “la mañanera”, muchas, pero muchas cosas se han dicho y publicado en diversos medios de comunicación, tanto digitales como impresos.
Y en la gran mayoría de las columnas que he leído, lo que reina es la confusión, sobre todo una idea muy distorsionada de la realidad. Desde la bajada de vuelo de Mexicana, e incluso antes, cuando los sobrecargos de la compañía aérea manteníamos una férrea defensa de nuestras condiciones laborales, voces como David Páramo, Maricarmen Cortés, José Yuste y Darío Celis, insistían en destacar ante sus audiencias una supuesta “rijosidad” de los sobrecargos, quienes -desde sus particulares puntos de vista- no “entendíamos” que los tiempos habían cambiado, y que nuestros salarios eran muy altos.
Por supuesto, ese era el discurso oficial de la empresa. Tan es así que ese fue el argumento principal en la demanda por un Conflicto Colectivo de Naturaleza Económica que interpuso la Mexicana de Aviación (de Gastón Azcárraga) en nuestra contra, comparando nuestros salarios con los de Interjet, una empresa que tenía apenas un año volando en ese entonces. Voy a decirlo, la empresa para la que trabajaba, mañosamente comparó nuestros salarios con los de una aerolínea de bajo costo, y no con nuestros pares (Aeroméxico), que por cierto en ese momento eran los que tenían los salarios más elevados.
Hoy de nueva cuenta, en un afán de enrarecer el ambiente, y darle a su audiencia información sesgada, los medios de comunicación aprovechan que el presidente Andrés Manuel ya confirmó la creación de una nueva línea aérea, y el particular interés de este gobierno por adquirir la marca “Mexicana”, que hoy por hoy está bajo el resguardo de los trabajadores. No es casualidad que un grupo de voces, más sincronizado que el Coro del Tabernáculo de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días, vuelvan a decir verdades a medias, con la intención de que la mayoría del público muestre su rechazo e indignación.
Ideas que van desde “van a rescatar a Mexicana”, hasta “¿La nueva línea aérea del gobierno será para los ricos?”, que caen de plano en el absurdo. Convenientemente olvidan que son ya 12 años que los trabajadores en activo de la compañía aérea vivimos en un limbo jurídico. Somos trabajadores de una empresa que no opera ni un solo vuelo con sus aviones propios, pero que sí lo hace a través de otras empresas, a quienes les “prestaron” las rutas y los slots de Mexicana de Aviación.
Las mismas voces que hoy se escandalizan con la propuesta del Primer Mandatario de la Nación, hace doce años nos culparon a los trabajadores de la quiebra de Mexicana de Aviación. Esos mismos que no se cejaron de escribir, en infinidad de columnas, que la compañía aérea había quebrado por “los altos salarios de los trabajadores”.
Y por supuesto, siempre dejando de mencionar que el grupo de trabajadores de tierra y pilotos habían aceptado sendos recortes a sus salarios, mediante unos mal llamados “convenios de ahorros”; como los sobrecargos no nos dejamos y rechazamos tal firma, la empresa nos demandó. Y no, no es que los sobrecargos no entendiéramos que las cosas habían cambiado; lo que sucede es que antes de que Gastón Azcárraga comprara la empresa, nosotros ya habíamos cedido diferentes prestaciones, y no estábamos dispuestos a entregar más.
En fríos números, la nómina de Mexicana -hasta antes de su bajada de vuelo- representaba apenas el 10% del costo total de la operación. Pero los columnistas se encargaron de repetir la falacia de que nuestros altos sueldos estaban quebrando a la empresa; lo recuerdo bien, insistieron hasta al cansancio. Y hoy, que los trabajadores estamos viendo por fin una luz al final del túnel, están tratando de dejar en el imaginario popular que “comprar la marca” sería el peor de los errores de la administración de la 4T.
Qué fácil es hablar y criticar cuando no se vive en carne propia la problemática. Pues bien, otra vez en “la mañanera”, a pregunta expresa de una reportera, Andrés Manuel responde:
“¿Por qué con la Defensa?, todo esto lo estamos haciendo con presupuesto público, no es deuda…les recuerdo, cuando se toma la decisión sabia del pueblo, porque fue una consulta de no continuar con el aeropuerto en el Lago de Texcoco, fue una decisión muy fuerte, porque ya habían comprometido contratos por 100 mil millones de pesos…ahora que anunciamos de la nueva línea, muy contentos… porque hay un viaje a Campeche, un vuelo, 15 mil pesos el boleto (de avión). Sí vamos a tener la línea aérea, y queremos que se llame Mexicana de Aviación, por todo lo que significó esa empresa que fue pública, que estuvo muy bien manejada durante años; un señor que era su director (Don Manuel Sosa de la Vega), de apellido Sosa, papá de Raquel Sosa, fue como 20 o 30 años director, un hombre recto, nada de pérdidas, en esta línea pública durante mucho tiempo. Y estamos haciendo un avalúo de la marca, del emblema (logotipo), del nombre de Mexicana, porque aceptaron los trabajadores que se les pague lo que pueda costar y estamos pidiéndole al valuador pues que tome en cuenta no solo lo que significa la marca ahora, porque antes tenía más conocimiento y lo ha ido perdiendo con el paso del tiempo, sin embargo pues es un bien de los trabajadores, para tener Mexicana de Aviación y si no se puede, pues tenemos que buscar otro nombre…estamos buscando no actuar con actitud lucrativa, sino considerando una serie de factores, lo más que se pueda, para que les toque a cada trabajador algo, todo lo que podamos ayudar.”
Mexicana de Aviación está condenada a una quiebra, misma que no ha sido ejecutada por una serie de amparos interpuestos por los trabajadores. En este punto me parece importantísimo aclarar una realidad: quien crea que los trabajadores vamos a cobrar millones están en un grave error. Pongo mi caso a manera de ejemplo. Recién bajaron a la aerolínea de vuelo, en el sindicato de sobrecargos (ASSA) nos dimos a la tarea de calcular las liquidaciones, primero con los números que correspondían al Contrato Colectivo de Trabajo, y luego con un escenario bajo la ley de quiebras.
Entonces yo llevaba 12 años como sobrecargo de Mexicana de Aviación, por lo que la liquidación, de acuerdo al contrato, correspondía a poco más de 400 mil pesos, y en caso de ser bajo la ley de quiebras, eran a rededor de 80 mil pesos aproximadamente. ¿Por qué realizamos ese ejercicio?, porque habíamos entrado a Concurso Mercantil, y se hablaba en ese entonces que el futuro inversionista de Mexicana tendría que recibir una empresa ya sana, financieramente hablando; eso implicaba llevar a cabo una reestructura en la que se “recortaría” el número de trabajadores, tantos como fuera necesario hasta ajustarse a un plan de arranque, que hipotéticamente iba a ser solo con 10 aviones.
Al día de hoy, después de 12 años de conflicto legal, lo que queda en la bolsa para las liquidaciones de los trabajadores son escasamente 300 millones de pesos, y somos cerca de 7 mil trabajadores. Originalmente, cuando nos bajaron de vuelo éramos 8,500 empleados, pero muchos han migrado a otras empresas (en el país y en el extranjero), otros tristemente han fallecido, y nos hemos ido “haciendo menos”.
Este gobierno simplemente está buscando dar una salida a un conflicto que lleva 12 años sin solución. Ha puesto sobre la mesa la opción de adquirir la marca de Mexicana, misma que está embargada por un grupo de trabajadores; se pretende que el dinero de esta “compra” se sume al que ya está dentro de la bolsa de liquidaciones, lo que nos permitiría obtener “un poco más”. Sin embargo, les soy sincera, la liquidación tendría que hacerse bajo la ley de quiebras, ejecutando la sentencia existente.
Si hoy se repartiera -en partes iguales- el dinero que corresponde a la liquidaciones, a cada trabajador nos tocarían aproximadamente 42 mil pesos, es decir, $3,500 pesos por cada año que ha durado el conflicto. Pero ni siquiera ese escenario lo vamos a ver; como ya les expliqué, las cuentas de lo que nos corresponde ya están hechas, y sería “hasta donde alcance”. Esa es la realidad dónde hoy por hoy estamos parados los trabajadores de Mexicana; por supuesto que nos encantaría -¿a quién no?- recibir una liquidación conforme a nuestro Contrato Colectivo de Trabajo, más 12 años de salarios caídos, y la restitución al 100% de las pensiones vitalicias de mis compañeros que ya se habían jubilado, y la de los compañeros que alcanzaron ese derecho de 2010 a la fecha, pero… la realidad se impone.
No hace falta que lo explique, es evidente; lo que me duele es que varios columnistas estén calificando y etiquetando estos trabajos como “el peor error que puede cometer López”, con toda la intención de dejar ese sentimiento en el público y la sociedad en general. Como parte del conflicto, les digo que no lo es, sino que se trata simplemente de abonar unos cuantos pesos más a nuestras liquidaciones, que ya son de risa (léase “insultantes”), tomando en cuenta no solo los años laborados, sino los que llevamos esperando la solución al conflicto.
Quiero puntualizar: la venta de la marca y los bienes que aún quedan de Compañía Mexicana de Aviación son punto y aparte de la intención de Andrés Manuel de conformar una nueva línea aérea manejada por el ejército. Son dos temas independientes, aunque concomitantes. Mienten los que han llamado a todo esto un “rescate de Mexicana de Aviación”. Este proceso no se parece en nada a un rescate, ni en términos legales, económicos, políticos ni humanos.
Hace doce años yo tenía 34 años, una bebé y una hija adolescente. Hoy la bebé es una adolescente de 13 años, y la mayor acaba de cumplir 26 años. En 2010 yo formaba parte del grupo de “personas jóvenes” dentro de la planta de trabajadores. El grueso de los trabajadores que seguimos esperando justicia ya rondan los 60 años de edad, así que, ¡por favor!, en estricto sentido ya no quedan personas como fuerza de trabajo. Algunos se acomodaron en Aeroméxico, otros en Interjet y otros más en diferentes empresas. Muchos ya ni siquiera viven en el país.
Pero que quede claro, no vamos a renunciar a lo que es nuestro derecho: darle punto final a una historia que nos ha lastimado en todos los aspectos de nuestras vidas. Ustedes no saben lo que significa ser una “entelequia legal” en este limbo jurídico en el que llevamos más de una década. Ser trabajadores “activos” de una empresa quebrada, que no puede quebrar y que no puede liquidarnos.
Ahora que si la venta no se da, seguiremos por sécula seculorum esperando que se haga “justicia” a los trabajadores de Mexicana; mientras sigue mermando el valor del dinero y de los bienes con el inevitable paso de los años.
Habrá que preguntarse ¿a quién no le conviene que el caso de Mexicana de Aviación se resuelva?, ¿a quiénes les conviene que no se les pague nada a los trabajadores? ¿qué fuerzas obscuras están “calentando la plaza” para que este esfuerzo del Gobierno Federal aborte, antes de despegar? Se los dejo para su reflexión, especulación y análisis.