A pesar de que ha pasado más de una década desde que dejó de prestar sus servicios de transporte aéreo de pasajeros, no me sorprende que en la memoria del colectivo persista “Mexicana de Aviación”.

Jonás Cuarón Elizondo (n. en 1981) es hijo del cineasta Alfonso Cuarón; esta es la 5ª película que dirige; su primer largometraje (Año uña, 2007) lo dirigió con 26 años de edad; una proeza aún si tomamos en cuenta que pertenece a una talentosa familia de cineastas.

De hecho, él tendría escasos 10 años de edad cuando su papá filmó su primer largometraje “Sólo con tu pareja” en 1991, cinta en la que la protagonista (Claudia Ramírez) es precisamente una sobrecargo de Mexicana de Aviación, aerolínea que juega un papel fundamental en la trama.

En esa película aparece Jonás (sin créditos) en la escena de una boda, a la que acude el protagonista masculino, Daniel Jiménez Cacho. Ahí podemos ver un grupo de niños correr de un lado a otro, y uno de ellos es Jonás Cuarón, quien acaba de estrenar en la plataforma Netflix una película sobre el “mito”, “leyenda urbana” o “cortina de humo” del Chupacabras.

Aquellos que en los albores de los años noventa fueron adultos, adultos jóvenes e incluso adolescentes recordarán las múltiples e innumerables noticias alrededor de esta mítica creatura que tenía asustado a todo el país.

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Tiempo después, un expresidente se quedaría para siempre con el mote del “Chupacabras”, y sí, nos estamos refiriendo a Carlos Salinas de Gortari, pues fue precisamente durante su administración que esta leyenda urbana tuvo su mayor apogeo.

Precisamente sobre este extraño ente versa la película de Jonás Cuarón. Hablada en su mayoría en inglés, trata de Alex (Evan Whitten), un niño de ascendencia mexicana que vive en la ciudad de Kansas City y que es “buleado” por ser mexicano, apodado por un niño que le dice “taquito”.

La mamá de este niño decide mandarlo de vacaciones a México, con su abuelo (Demián Bichir). Obviamente lo manda vía aérea, por Mexicana de Aviación. Aprovecho para dar un dato curioso: el equipo es un Bombardier DASH 8 pero sepan ustedes que la aerolínea nunca tuvo dicho modelo dentro de su flota.

Así, durante más de sesenta segundos vemos la escena en la que Demián Bichir recoge a su nieto en la escalerilla del avión, y la sobrecargo espera pacientemente a que los dos actores sigan el guion, con sus respectivos diálogos, para después darle la maleta, y así terminar la escena.

La película transcurre. Si usted, amable lector gusta del cine, muy probablemente note que la trama de cuidar a un bebé chupacabras, es una mezcla entre E.T. el extraterrestre y la película animada Lilo y Stich.

Sin contar el final, para todos los que no la han visto y tienen a intención de hacerlo, solo diré que la película cierra con la escena del avión, pero ahora de partida. Son tres minutos en los que vemos el exterior del avión, y luego el interior de la aeronave, donde podemos seguir viendo tanto el nombre como el logotipo de Mexicana de Aviación.

Más allá de la película de Jonás Cuarón, me surgen muchas preguntas, ¿el cineasta pidió permiso para hacer uso de la marca y logotipo de Mexicana de Aviación?, si así fue, ¿a quién se lo pidió, y quién puede otorgarlo?, ¿el joven cineasta sabrá que existe de por medio un proceso legal pendiente de resolución? Y no es exquisitez cinéfila de mi parte, lo que pasa es que en los hechos, es una marca registrada y además “embargada”.

Sé que para mucha gente esto es algo totalmente intrascendente; pero no lo es para mí y para todos los trabajadores que estamos esperando que el próximo 18 de abril se lleve a cabo una audiencia, y un juez federal resuelva el amparo interpuesto por un algunos sobrecargos jubilados de Mexicana de Aviación, proceso que al día de hoy impide la venta al Gobierno Federal de la marca y algunos de los bienes que le quedan a la aerolínea.

Ahora, suponiendo que sí pidieron permiso para usar marca y logo, ¿hubo un pago por ello? La productora ejecutiva es Anna Barnathan Barry, y ella mejor que nadie tiene muy claro que esta cinta tiene fines de lucro, como película de entretenimiento que es. ¿Quién o quiénes recibieron este pago?, porque a los trabajadores de Mexicana de Aviación no nos han informado absolutamente nada.

Preguntas importantes: ¿esto lo sabían los sindicatos?, y más fuerte aún ¿los sindicatos saben que la película de Jonás Cuarón utiliza -por espacio de más de 4 minutos- el nombre y el logotipo de Mexicana de Aviación?

No tengo nada en contra de la película, todos estos cuestionamientos los hago como sobrecargo de Mexicana de Aviación que está en la espera de que se autoricen las ventas, tanto de la marca como de los bienes al Gobierno Federal, y así poder recibir -después de casi 13 años de mi vida- “algo” de lo que se me adeuda tras bajar de vuelo a la compañía aérea, y quedarme literalmente de la noche a la mañana sin sueldo, sin acceso a los ahorros gestionados conjuntamente con la empresa, sin prestaciones de ley como el Infonavit, perdiendo cualquier derecho de antigüedad, seguros médicos, vacaciones, vales de despensa, etc. Y con dos bocas que alimentar en casa: una adolescente de 13 años, y una bebé de un año de edad.

Por eso no dejan de rondar en mi cabeza esas preguntas. Sí, quiero respuestas, de hecho las exijo, porque nos deben una explicación, tanto el síndico Alfonso Ascencio Triujeque, como los sindicatos y la coalición de los empleados de confianza.

No sé si la Asociación de Jubilados, Trabajadores y Extrabajadores de la Aviación Mexicana (AJTEAM) esté al tanto de esto, o si se trata de uno más de los manejos opacos e impunes que se ha hecho con nuestros derechos en los últimos doce años.

A cualquiera le daría gusto saber que después de más de una década de salir del mercado, la gente, el pueblo, todavía recuerda la empresa donde uno dejó la piel. Sería un bálsamo para el corazón saber que “valió la pena”, que nuestro trabajo realizado jornada tras jornada dejó huella, y que todas las veces que no llegamos a los festivales del Día de las Madres de nuestros hijos, por estar trabajando, rindieron frutos. Pero en este caso la herida sigue abierta, sigue sangrando y no la hemos podido cerrar.

Espero que no dejen este caso como si se tratase de mera anécdota, como algo totalmente circunstancial, baladí y sin importancia. Estamos hablando de que se está haciendo usufructo de la marca y el logotipo con fines de lucro, y los trabajadores no sabemos si alguien está beneficiándose indebidamente de ello.

La industria cinematográfica sabe muy bien de lo que hablo. Ellos odian la piratería, y la violación a los derechos de autor. En este caso hablamos de lo poquito, muy poquito que nos queda para poder cobrar, aunque sea la mínima parte de lo mucho que se nos debe.