No estimados lectores, no es un error de imprenta, ni está mal el título de la columna. Hoy vamos a abordar un tema por demás polémico, y es el de las concesiones a las líneas aéreas.
Primero un poco de historia: Compañía Mexicana de Aviación dejó de prestar sus servicios como línea aérea en agosto del 2010. Sin embargo la concesión que tiene para operar como empresa de transporte aéreo estará vigente hasta el año 2030; les pido que se queden con ese dato, porque lo vamos a necesitar más adelante.
Después de los sexenios de Calderón y Peña Nieto, en los que no hubo ningún interés por resolver el problema, durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, los trabajadores de la aerolínea encontramos una vía que nos permitió tener una pequeña retribución económica, y esto se hizo a través de la venta de la marca (en realidad “marcas” en plural) de la aerolínea; y está pendiente la materialización de la venta de ciertos inmuebles, para que se pueda dar una segunda distribución de dinero.
Así como reconozco la voluntad política del gobierno anterior, también tengo que ser muy clara en decir que la suma de las dos “dispersiones” es apenas una pequeñísima parte de lo que en realidad se nos adeuda a los trabajadores de la antigua Mexicana de Aviación.
No lo considero “justicia”, porque a los responsables de la quiebra fraudulenta de la aerolínea no les pasó absolutamente nada; tampoco porque el pago no resarce todos los años que los trabajadores estuvimos en un espantoso limbo jurídico; sin embargo, sí asumo que fue la salida más digna que se le pudo dar al tema “Mexicana de Aviación”.
En 14 años aprendimos a “leer” los tiempos políticos, y entendimos que había que aprovechar que el entonces presidente de la nación tenía planes de crear una aerolínea; y aunque en algún momento se le dijo que ahí estaba la concesión vigente de Compañía Mexicana de Aviación, el primer mandatario prefirió formar una nueva empresa y llamarla Mexicana, una vez que los trabajadores hicimos la venta del nombre y la marca, para que las usara la flamante Aerolínea del Estado Mexicano, S.A. de C.V.
Esta particularidad en especial provoca que distintos compañeros de los medios “se hagan bolas”, y es que no es cosa sencilla separar a la antigua Mexicana de Aviación de la nueva, a cargo de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA).
Para diferenciarlas, me refiero a “la antigua Mexicana” como aquella que nació en 1921 y dejó de volar en 2010. El abogado Joaquín Ortega Esquivel, que ha sido parte fundamental en la trama de la empresa, en reiteradas ocasiones ha manifestado que el país necesita recuperar su aerolínea. Y es que el título de concesión de Compañía Mexicana de Aviación (CMA) ampara 156 rutas de aeronavegación y 4,119 slots; un 30% de ellos ubicado en territorio norteamericano.
Repetidamente se le hizo la propuesta al gobierno que encabezó López Obrador para que su administración adquiriera el título de concesión de CMA, por el valor del total de las liquidaciones de los trabajadores, aproximadamente 8 mil millones de pesos, tomando en cuenta que el costo promedio de un slot es de 20 millones de dólares. Y es que era opción que el gobierno comercializara esos slots, o en su caso, cobrarles a las aerolíneas que los han usufructuado por más de 13 años (y hablo de tanto de rutas como slots).
Hagamos un alto en el camino para recordar que la concesión de CMA fenece hasta el 2030; y tomemos en cuenta que desde 2010, cuando paramos operaciones, dicha concesión no ha sido utilizada. Y ya que el gobierno prefirió empezar de cero con una nueva línea aérea, actualmente tenemos dos concesiones para Mexicana de Aviación.
Una para Compañía Mexicana de Aviación y otra para la Aerolínea del Estado Mexicano; sin embargo, un punto importante que quiero traer es que ya vendimos la marca Mexicana al gobierno federal; ahora CMA no es más Mexicana, pues esa es la aerolínea a cargo de la SEDENA.
Antes de que se vendiese la marca, un grupo de trabajadores -acompañados del abogado- intentaron negociar con la entonces secretaria del trabajo y previsión social Luisa María Alcalde, quien no solo no quiso ver ese resquicio que se le presentaba como una oportunidad para resarcirle a los trabajadores al 100%, sino que desechó de plano la propuesta.
Pero no podemos dejarlo así, hay un tema que sigue pendiente: como país, ¿qué vamos a hacer con la concesión vigente de CMA? El tema de las rutas y slots, además de complicado es polémico, y nadie ha querido entrarle al toro por los cuernos. Y con el paso del tiempo se ha enredado más, pues por ejemplo cuando nos bajaron de vuelo (2010), muchas de esas rutas y slots se las quedó Interjet, que hoy está en quiebra y la pregunta que queda es: ¿a dónde se fueron esas rutas y esos slots que originalmente eran de Mexicana?
Porque la nueva Mexicana no está haciendo uso de esas rutas y cubriendo esos slots. Y tengo que decirlo con la misma cantidad de orgullo y nostalgia: en la antigua Mexicana éramos los reyes moviendo pasaje Estados Unidos y Canadá; y después esas rutas pasaron a otras aerolíneas, entre ellas la quebrada Interjet.
Es un caso de “¿dónde quedó la bolita?”, y lo más importante ¿quién se hace responsable? No olvidemos que las concesiones las otorga el gobierno a través de la Secretaría de Infraestructura Comunicaciones y Transportes, por lo que no puede decirse que este sea un problema entre dos empresas privadas.
Hoy por hoy tenemos dos mexicanas, una (CMA) que no puede usar su nombre porque lo vendió a la otra (Aerolínea del Estado Mexicano) que hoy se llama Mexicana, todo un entuerto sin duda alguna. No obstante, hay trabajadores que siguen buscando la posibilidad de recibir “justicia”, y es por eso que quieren que se hable del tema de rutas y slots.
Porque dos cosas deben quedar muy claras: primero que Mexicana “no se rescató”; el expediente de CMA sigue ahí, durmiendo el sueño de los justos. Y segundo ¿vamos a dejar que la concesión con rutas y slots se pierdan? Sí, ya sabemos que actualmente VivaAerobus, Volaris, Aeroméxico y algunas aerolíneas (sobre todo norteamericanas) se quedaron con las rutas y slots, así nada más, de facto y sin pagar ni un centavo.
No podemos dejar que el crimen en contra de la antigua Mexicana se quede en la total impunidad. En mi opinión no es un mensaje muy alentador, por lo que espero que la actual gestión de Claudia Sheinbaum en la presidencia, volteé a ver este caso. Sé que es “para la araña” y que se presta a muchas confusiones, pero entre más claridad tengamos, mejor.
Sobre todo si queremos fortalecer a la industria aeronáutica de este país, y de pasadita -si es que se puede- darle justicia a los trabajadores de la antigua Mexicana de Aviación. Después de más de 14 años, creo que nos lo merecemos.