No hablar de religión, fútbol o de política, se ha convertido en una especie de mantra para los mexicanos. Lo anterior, también puede resumirse a que no queremos, ni sabemos cómo reaccionar al escuchar opiniones o puntos de vista distintos al nuestro. Somos igualitos que el inquilino de palacio, estás conmigo o contra mi. Sin embargo, es importante que sepamos dividir las cosas y aprendamos a convivir con pensamientos distintos.
Considero que, actualmente, 2 de los ingredientes de la tríada prohibida en la conversación de los mexicanos, pueden o no afectar en la vida de la gente; claro que es importante que el Barcelona gane la Champions… O saber si Buda es mejor o más revolucionario que Jesús… A lo que voy con estos ejemplos, es que el resultado de esta discusión, no repercute directamente en nuestro diario vivir; por ejemplo, en el sueldo de los policías o en el precio de la tortilla. Sin embargo, el tercer ingrediente de la tríada prohibida, -la política- es un tema que hablemos o no de ella, afecta directamente en nuestra vida. No importa que tanto evitemos “estresar” u “ofuscar” los diversos espacios en donde pasamos nuestros días, esquivando el tema con amigos y conocidos, los efectos de la política en nuestra vida, no sé detienen. La política es tan compleja, que sin nuestra participación, sigue funcionando y nos sigue afectado; la diferencia en participar o no, es que en la primera opción, dejamos de ser una simple hoja al viento, inconsciente de su existencia, para convertirnos en el viento que dirige las hojas.
Además, la política es de todos, como dijo Aristóteles “el hombre es un animal político”. Es una de las características que nos hace diferentes de los animales. Seamos conscientes o no, vivimos dentro de sociedades políticamente organizadas. Lamentablemente, en el caso de México, la política ha sido secuestrada por las cúpulas partidistas y familias que pertenecen a la clase política mexicana. Estos dinosaurios y sus retoños, han secuestrado hasta la profesión de politicxs. Parece que estos personajes han hecho de todo para hacer creer a los ciudadanos y población en general que la política es cosa exclusiva de ellos, además de ser aburrida, proyectando la idea de que no es una actividad para el hombre común, fomentado la despolitización que impacta en los comportamientos electorales. ¿Qué habría pasado en el Estado de México si, la participación electoral hubiese subido del 51% al 60 % o al 70 %? No cabe duda que los efectos y consecuencias podrían ser muy distintos a los experimentados ese 4 de junio.
Recuerda que a los políticos, les conviene que los ciudadanos no nos interesemos en la política, porque así se quedan con la mayor y mejor parte del pastel.
Ser ciudadano implica muchas obligaciones, entre ellas ser consciente de la importancia que tiene nuestro voto y cada acción que hacemos o dejamos de hacer en nuestra comunidad, círculo social o territorio. Esto lo podemos observar, cuando vamos a votar y elegimos a nuestros gobernantes, pero el porcentaje de gente que hace esto, cada vez es menor. Querido lector, la política es demasiado importante para dejarla a los políticos.