La Inteligencia Artificial (IA) ha llegado a las aulas mexicanas como una promesa de modernización educativa, pero ¿estamos listos para recibirla? Según el titular de la SEP, Mario Delgado Carrillo, esta tecnología será una herramienta transformadora que permitirá capacitar a docentes, personalizar el aprendizaje, y llevar plataformas innovadoras a las comunidades más marginadas. El discurso suena esperanzador. Sin embargo, la realidad educativa de México, marcada por la exclusión, el rezago y la desigualdad, obliga a cuestionar si esta apuesta puede ser efectiva sin abordar las bases rotas del sistema educativo.
Hoy, más de 6 millones de niños y jóvenes no asisten a la escuela en México. Casi 4 millones de menores trabajan, muchos en condiciones de precariedad, y un millón de ellos ni siquiera tiene acceso a un salón de clases. Estas cifras evidencian una brecha que no se resuelve únicamente con tecnología, sino con políticas públicas profundas y transformadoras. Encima de ello, los costos de la pandemia siguen reflejando realidades cruentas en las comunidades rurales que, sin acceso a internet o infraestructura, perdieron años educativos que no se han recuperado.
Hablar de IA en educación en un país donde millones carecen de internet o un dispositivo para conectarse es, al menos, un acto de optimismo mal informado. La Encuesta Nacional de Trabajo Infantil 2022 deja en claro que muchos niños no estudian porque la pobreza los obliga a trabajar o porque los recursos económicos de sus familias no alcanzan para cubrir los costos de su educación. Guerrero, Oaxaca y Yucatán, tres de los estados con mayor rezago, tienen tasas alarmantes de niños que trabajan y abandonan la escuela. ¿Qué hará la IA frente a esta realidad?
No se trata de descalificar el potencial de la inteligencia artificial en el aula. Sí, podría ayudar a personalizar el aprendizaje, dar tutorías virtuales y optimizar las tareas de los docentes. Pero las preguntas clave siguen siendo: ¿cómo llevará el gobierno esta tecnología a las zonas rurales y marginadas, donde la conectividad es un lujo? ¿Cómo pretende enseñar ciberseguridad y alfabetización tecnológica en comunidades donde el acceso a lo básico, como agua potable o electricidad, sigue siendo limitado?
La IA, como herramienta educativa, debe ser un complemento, no un sustituto, de los recursos y estrategias necesarias para cerrar las brechas históricas en nuestro sistema. En lugar de depender únicamente de su implementación, el gobierno debe enfocarse en construir infraestructura tecnológica en las comunidades más pobres, garantizar acceso universal a internet y combatir el abandono escolar desde sus causas más profundas: la pobreza, el trabajo infantil y la falta de oportunidades.
La Nueva Escuela Mexicana promete un enfoque humanista, pero no podemos hablar de inclusión cuando niños y niñas en situación de vulnerabilidad ni siquiera tienen garantizado un asiento en el aula. Antes de pensar en algoritmos y plataformas digitales, México necesita pensar en justicia social. A esto, se suma un reto enorme: las y los maestros. Los cambios en el modelo de libros de texto gratuito se han implementado a regañadientes. La reversión de la reforma educativa de Peña Nieto implicó que materias como el inglés o las matemáticas quedaran en un segundo plano frente a la historia o la conciencia de clase. Las familias hicieron doble esfuerzo para mudarse al sistema de educación privado mientras que los docentes tienen prohibido reprobar a los alumnos. Incorporar Inteligencia Artificial (IA) a la educación atraviesa forzosamente por las herramientas y capacitaciones docentes pero la gran pregunta es si hay suficiente recursos para esto.
La verdadera transformación educativa comienza cuando dejamos de romantizar las innovaciones tecnológicas como panaceas y empezamos a atender las desigualdades estructurales que perpetúan el rezago educativo. La inteligencia artificial puede ser parte de la solución, sí, pero no sin voluntad política para erradicar la desigualdad. Mientras tanto, la brecha digital y educativa seguirá siendo el muro que separa a millones de mexicanos de un futuro mejor.