Vi el partido con mis nietos. Todos nos entristecimos con los goles de Messi y del otro futbolista argentino. Pero, en vez de sentirnos derrotados, nos pusimos a hacer cálculos relacionados con los próximos juegos en Qatar 2022.
Descubrimos —bendita aritmética— que un par de combinaciones de resultados pueden poner a México en la siguiente etapa del Mundial de futbol.
Ese decir, argumentaban los niños con realismo, aunque no es fácil, todavía hay esperanza. Entonces, hay que ser optimistas.
Lo peor que le puede pasar a cualquier persona —y a cualquier sociedad— es caer en el pesimismo que inevitablemente lleva a la derrota definitiva.
No ganamos frente a la sección de Argentina —me niego a decir que perdimos porque el derrotismo es deprimente y mis nietos, antes de sentirse totalmente vencidos, prefieren esperar al último partido, contra Arabia Saudita.
En una de esas Polonia le gana a Argentina, o Messi y sus compañeros golean a los polacos, y si México se impone a los árabes seguirá con vida en Qatar 2022.
Son las especulaciones de los niños. Eso sí, comentó uno de ellos, si pasamos a la siguiente ronda enfrentaremos Francia, un equipo mucho más poderoso que el argentino…
Todos nos pusimos a pensar en si sería posible meter más goles que los franceses, y concluimos que valdría la pena intentarlo.
Espero que hoy la clase política haga lo mismo que en el anterior juego de la Selección Mexicana: apoyar a nuestro equipo.
Sería una inmoralidad que quienes celebraron la buena actuación frente a los polacos en este momento se escondan y ser abstengan de opinar.
Por lo pronto, concluyeron mis nietos, lo correcto es que la selección nacional se prepare para el siguiente juego.
Todavía podemos ganar y hay que dar la pelea. Si alguien sabe lo que significa jamás dejar de luchar, a pesar de tenerlo todo en contra, ese es Andrés Manuel, quien mañana celebrará cuatro años de una gran victoria que llegó después de tantas dificultades.