El presidente AMLO ha vuelto a lanzarse contra el Reino de España (y me refiero intencionalmente al nombre oficial del país europeo pues se trata de asuntos de Estado). En una controversial declaración hecha ayer durante la mañanera, el jefe del Estado mexicano expresó su deseo de “pausar la relación bilateral entre México y España”, en el contexto de un supuesto abuso de las empresas españolas en relación con los contratos otorgados por Pemex.
Enseguida, el presidente hizo un breve recuento de los acontecimientos que tuvieron lugar en España en el siglo XX, tales como la Guerra Civil y la recepción de refugiados conspicuos. ¿Quién asesora al presidente AMLO en materia de relaciones exteriores? ¿Dónde ha quedado Marcelo Ebrard y el competente equipo que integra la Secretaría de Relaciones Exteriores? ¿Cuán incómoda es ahora la posición de la Cancillería y de los funcionarios que integran la Embajada de México en España?
Luego, el presidente, con ese tono aleccionador que le caracteriza, expresó su rechazo implícito hacia la monarquía española. ¿Qué tanto puede desconocer el presidente mexicano sobre el funcionamiento del Estado español? ¿Sabrá AMLO que España es una monarquía constitucional y que el rey está sujeto a la Ley y que no cuenta con poderes políticos? ¿O cree quizá que aún pervive la Castilla de los tiempos de los conquistadores? ¿Se dará cuenta que hoy España en un Estado que goza de mayor salud democrática que México?
El comentario de AMLO ha sido de una torpeza mayúscula. Por lo visto, el presidente mexicano no ha caído en la cuenta de lo que representa la investidura presidencial. ¿Cómo pudo el presidente haber puesto en duda una relación bilateral forjada oficialmente desde 1982 anclada en una rica tradición histórica?
La respuesta a todas estas interrogantes la encontramos en una serie de hechos. Al presidente AMLO le importa poco las relaciones internacionales, el prestigio de México en el extranjero o en el papel que debe jugar nuestro país en el concierto de las naciones. Por el contrario, AMLO basa sus desafortunados discursos en una narrativa sin sentido con el único propósito de galvanizar a su base electoral, sembrar la discordia, profundizar el encono social y exacerbar la división.
Al momento de la redacción de estas líneas el gobierno de España, encabezado por Pedro Sánchez, no se ha pronunciado sobre la intervención de AMLO; ni la Presidencia del Gobierno ni el Ministerio de Asuntos Exteriores ni el rey Felipe VI.
AMLO se supera a sí mismo, pues sus ambiciones presidencialistas y su desdén por las relaciones internacionales le llevan a cometer despropósitos inéditos en la historia reciente de nuestro país. Quizá eso es lo que confunde.
José Miguel Calderón en Twitter: @JosMiguelCalde4