“Tengo un día. Si lo sé aprovechar, tengo un tesoro.”
GABRIELA MISTRAL
“Yo te diré, temblando la voz
El tiempo va deprisa y ese día que soñamos vendrá
Apaga la luz, la noche está marchándose ya
Yo te diré, temblando la voz
El tiempo va deprisa y ese día que soñamos vendrá.”
JOSÉ LUIS PERALES
Al momento, México solo ha captado el 7.5% de las potenciales inversiones esperables producto del nearshoring. No ha sido suficiente ser socios comerciales preferenciales de Estados Unidos y Canadá (T-MEC) ni tener más de 3,100 kms. de frontera con nuestro vecino del norte. Tampoco la decisión de Estados Unidos de migrar empresas de China hacia América del Norte. Ni siquiera tener mano de obra calificada y barata.
México está dejando ir la oportunidad del nearshoring. No lo digo yo, lo sostiene el Wilson Center, uno de los centros de estudios más serios del planeta. La Inversión Extranjera Directa en nuestro país alcanzó los 36 billones de dólares (billones estadounidenses) en el 2023, pero de eso menos del 10% fue nueva inversión; el resto fue reinversión de las industrias que ya se encontraban en la nación.
Los pocos incentivos propuestos por el gobierno federal se dieron tarde (a partir de octubre de 2023) y sin entenderse estos como un ecosistema que permitiera optimizar oportunidades y disminuir riesgos para los inversionistas. Encima, con la inseguridad, los apagones y el escaso abasto eléctrico, el cobro de piso, la incertidumbre jurídica, el Estado de Derecho vapuleado y ahora un nuevo riesgo: la reforma al Poder Judicial propuesta por el gobierno federal mexicano, los espacios para crear y fortalecer dicho ecosistema se han reducido en lugar de crecer.
Pero México tiene más malas noticias que ahuyentan a posibles inversionistas: la deuda pública para este año será del 19.4% de los ingresos presupuestarios (al inicio del sexenio era solamente del 9.5%), a pesar de que los ingresos que tiene este gobierno por impuestos ha crecido más que otros años. De igual forma, la deuda autorizada para este 2024 es 3.5 veces mayor a la asumida en 2018. A lo anterior, se debe considerar que el costo de la deuda para este año será del 3.7% del PIB, cuando en el 2023 fue del 3.4% y en el 2022 del 2.8%. Para acabarla de amolar, tan solo este año el FMI le prestó a México la cantidad de 35 mil millones de dólares.
Algunos dicen que esto se ve compensado por un turismo que está en su máximo esplendor. Eso no es tal, pues el pico de las visitas de turistas extranjeros se tuvo en 2017-2018, no ahora. Por su parte, las exportaciones también han ido a la baja, entre otras razones por los problemas que tenemos de seguridad en el país.
Si bien el peso por ahora parece haber detenido su depreciación, lo que significa un aumento en el número de dólares que entran al país, ello se trata, por un lado, de mayor número de remesas; y por el otro, de capitales golondrinos. Si bien el flujo de dólares es importante para la estabilidad del peso, pues ayuda a la moneda más allá de las imprudencias del gobierno mexicano, no es algo que pese demasiado en el ánimo de los inversionistas.
Más importante para la falta de solidez financiera y el nearshoring es el hecho de que la producción petrolera haya disminuido y sea hoy la más baja de los últimos 45 años (menos de los 1.6 millones de barriles diarios). A lo anterior se suma que el riesgo país ha aumentado gracias a la creciente deuda de Pemex, y ahora también por la incertidumbre que genera el tema de la reforma judicial.
México está desperdiciando el nearshoring, a los nómadas digitales, a una veta con millones de turistas que dejan de venir a nuestro país por la inseguridad (y los avisos generados en sus países de origen de que no vengan) y la posibilidad de engancharnos a una economía digital y de servicios que ayudaría a que la población pueda vivir mejor.
Es momento de generar certezas y tal vez así, a partir de ahora, ganar lo que aún se pueda.
Giro de la Perinola
Ayer, el gobierno de Sonora anunció que el Puerto de Guaymas oficialmente se ha convertido en un polo de atracción del nearshoring como parte de la transición energética que impulsa el Plan Sonora. Esto es, fomentar el comercio de productos resultante de inversiones vía un puerto que trabaja de forma ecológica.
Esperemos que este y otros proyectos en su tipo atraigan las inversiones producto del nearshoring que México hasta ahora no ha conseguido.