México no necesita a Donald Trump ni cualquier otro factor externo para dañarse. Los aranceles no han sido más que el colofón de una serie de heridas auto infligidas que terminarán, desgraciadamente, por provocar severos daños en la economía y bienestar del país.
Sugiero echar un vistazo a las recientes proyecciones hechas por el Fondo Monetario Internacional en relación al crecimiento de la economía mexicana para 2025. Se viene -según se estima- una recesión.
Pero, ¿qué elecciones no merecemos? las elecciones judiciales. El martes el senador Gerardo Fernández Noroña, altivo y soberbio como de costumbre, confesó públicamente la existencia de candidatos que no “cumplen con los requisitos constitucionales” y que han sido identificados como protectores o abogados de narcotraficantes.
Sí, como usted lo ha escuchado, estimado lector, los comités de evaluación de los poderes y las tómbolas permitieron que candidatos ligados al crimen organizado se postulasen para ser jueces, ministros y magistrados. ¿Ha sido el resultado de la negligencia o de la voluntad misma del régimen para “meter” a esta clase de impresentables a las papeletas? ¿O habrá sido la voluntad de los evaluadores seleccionar a personajes que ocuparán los cargos de jueces penales con el propósito de liberar delincuentes? Usted tendrá la mejor lectura.
¿Cómo ha sido posible que este pequeño detalle de los perfiles de los contendientes fuese pasado por alto o que simplemente no se percataran que estaban dando entrada a hombres y mujeres que debían estar a kilómetros de distancia de cualquier juzgado? ¿Cómo puede la presidenta Sheinbaum y los propagandistas del régimen hablar sobre el tránsito hacia una verdadera democracia al tiempo que favorecen los intereses oscuros de criminales?
Lo sabíamos. Se sabía de antemano que esta elección, consecuencia del capricho del mesías tropical, conllevaría enormes riesgos para la salud del sistema judicial y para la independencia de los jueces, tanto en relación con el partido gobernante como con miembros de los carteles de la droga.
Es una vergüenza. México, contrario a lo que ha hecho el régimen, merece contar con jueces calificados surgidos de las aulas y con las mejores credenciales para impartir justicia. El país no merece a personas juzgadoras del narcotráfico. Tampoco merece casos como Teuchitlán o Cuauhtémoc Blanco. México no merece esta elección.