Me impresiona lo crueles que podemos llegar a ser con otros mexicanos. Siempre pedimos tener mejores gobiernos, contar con mejores representantes políticos, pero es muy claro que entre mexicanos podemos llegar a ser muy nocivos y tóxicos.
No soy fan de ver peleas de box. Nunca he entendido el propósito del boxeo ni entiendo ni siquiera las reglas. Ver a dos personas golpearse hasta desvanecerse nunca me ha parecido entretenido ni fascinante. Pero ayer sintonicé la pelea del Saúl Álvarez, El Canelo.
Quiero comentar que Canelo además de distinguirse por ser un gran boxeador, tiene fama de ser un gran ser humano, con un gran corazón para dar. Ha ayudado a muchos niños con cáncer y eso, me consta. Lo hace de manera altruista y discreta y le ha cumplido muchos sueños a los pequeños . Así que ayer al ver cómo le estaban golpeando me dolió. En verdad que me dolió.
No sé de boxeo, les decía, pero yo noté a un Canelo disminuido, cansado, extraviado, y pues sí, su contrincante le pegó muy duro. Me dice gente que sabe que a veces esto es así, arreglado, para que luego vengan las revanchas y la gente quiera y pague por verlas. Pero yo lo que vi es a un Canelo golpeado sin poder hacer mucho por defenderse y a alguien que evidentemente lo estaba haciendo sin parar. Y esa sensación de dolor al ver los golpes surgió en mí.
Pero luego vino la burla en redes sociales, las risas, los memes, con su cara golpeada, memes por aquí y por allá de su derrota. Porque sí, Canelo perdió la pelea y los mexicanos nos burlamos de un mexicano que perdió una competencia. No sé si en el argot del boxeo se estilen este tipo de bromas y si sean comunes hacerlas, pero burlase de un mexicano en la derrota que además le ha dado muchas más cosas buenas a la sociedad que cualquier político, pues me hace pensar que podemos alcanzar niveles muy bajos como personas.
Yo sé, siempre pasa qué hay memes y burlas de equipos de futbol mexicano cuando pierden, pero no sé por qué en particular me dolió la derrota del Canelo, pero más allá de eso, las burlas que de su derrota se hicieron. Burlas de sus propios paisanos, en su propio país. Hoy quizá amanecí más sensible que de costumbre. A lo mejor ya me estoy volviendo de la generación de cristal. Pero quise expresarme aquí y proponer que reflexionemos acerca de cómo nos comportamos ante el dolor o la derrota de otros, y sí, a veces no llegamos a ser demasiado duros. Es cuánto.