Hablar de Oaxaca es hablar de fracaso, inseguridad y corrupción. Un estado preso del crimen organizado y de gobernantes coludidos con las mafias.
Aunque el gobernador Salomón Jara, es uno de los pocos gobernadores impuestos por AMLO que no proviene de la élite del PRI, sobre él pesan acusaciones muy delicadas.
Una realidad imposible de ocultar
Los datos, la percepción y la realidad muestran que Oaxaca es un estado más donde predomina el crimen organizado. Sin embargo, el gobernador se niega a aceptarlo, pero sí es capaz de reconocer lo que pasa en otras entidades: “No es cierto, en Oaxaca no hay una violencia generalizada, no es cierto aquí no hay esa violencia que hay en otros estados de la República”,
Salomón gobierna un estado totalmente comprometido por el clan Murat del flamante expriista, ex director del Infonavit y actual flamante nuevo miembro de Morena, Alejandro Murat, quien presumió su foto de afiliación posando con el dueño del partido, el junior y orgullo del nepotismo de AMLO, Andrés “Andy” López Beltrán.
Alejandro Murat es hijo del famoso “Taliban” José Murat Casab, quien hasta ahora continúa siendo integrante de la verdadera mafia del PRI, que en sus épocas de juventud se ganó el apodo porque era considerado un “porro” estudiantil ligado con grupos gansteriles y que formaba parte del brazo golpeador del PRI.
Murat Casab perteneció al grupo salinista que se mantuvo en desacuerdo por la democratización del PRI y en contra de las reformas que proponía Luis Donaldo Colosio, como presidente del tricolor y cuando fue candidato a la presidencia.
El peso del magnicidio
Se sabe que Murat fue el responsable de cambiar la logística del evento en Lomas Taurinas donde resultó cobardemente asesinado Colosio. Que fue quien cambió el escenario, que contrario a toda lógica no tenía salidas y era muy peligroso, que cuando se enteró el general Domiro encargado de la seguridad de Colosio se opuso, pero no pudo hacer nada.
Otro evento protagonizado por El Taliban, fue un auto atentado donde resultó muerto un empleado de un hotel donde el entonces gobernador de Oaxaca celebraba una de sus fiestecitas con las modelos del popular programa de La Hora Pico, al salir, y con la prepotencia que lo caracteriza, empujó al empleado que pidió guardar el orden por respeto a los huéspedes, ante el funesto desenlace, Murat fingió un atentado para cubrir el homicidio.
Murat padre siempre mantuvo una estrecha relación con AMLO y lo apoyó en todo momento. Eran compañeros en el PRI y parte del grupo que se resistía al cambio al interior del partido, los que reventaron la famosa XVII Asamblea del PRI para evitar su democratización y muy cercano también de otros de su mismita calaña, Ricardo Monreal y Manlio Fabio Beltrones, ambos con acusaciones por sus presuntos vínculos con la mafia del crimen organizado.
Murat se convirtió en el titiritero de Alejandro Moreno, Alito, el impresentable expresidente del PRI que servilmente se ha prestado a los intereses de AMLO y Morena.
Riqueza y corrupción
Al paso de los años y desde la ventaja de sus posiciones políticas José Murat y sus hijos se han servido con la cuchara grande en la compra de inmuebles, poseen al menos seis propiedades en Estados Unidos, incluyendo dos condominios cerca de una estación de esquí en Utah, otro en una playa en el sur de Texas y por lo menos uno en Manhattan y los hijos de José Murat han vivido durante diversos periodos de tiempo en uno de los condominios del lujoso Time Warner Center, con vista a Central Park en Nueva York.
Alejandro Murat es socio en la empresa Fashion Rent a Car S. A. de C. V. con domicilio en Cancún, Quintana Roo, propiedad del narco empresario Ezio Benjamín Figueroa Vázquez, quien está preso en Estados Unidos acusado de tráfico de precursores químicos de Europa y África hacia México y de ser el proveedor de los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación (CJNG) para producir metanfetaminas.
Durante la administración de Alejandro en Oaxaca floreció el narcotráfico y la corrupción, algo tan conocido que el propio Andrés Manuel en 2016 lo reconoció, decía entonces que el hecho de que Alejandro Murat buscara ser mandatario de Oaxaca, donde su padre gobernó a principios de los dos miles, demostraba que en México no había una República sino una monarquía corrupta.
Oaxaca es una más de las entidades que dejó de ser reconocida por su tradición y por ser una importante atracción turística, los gobiernos corruptos la han empobrecido y han abierto el paso a las mafias que tienen a nuestro país prácticamente en un narco estado.
Lo lamentable es que no hay morenista que alce la voz para cuestionar la afiliación de Alejandro Murat al partido, como ya lo ha hecho Rocío Nahle por la adhesión de Miguel Ángel Yunes en Veracruz y Oaxaca seguirá manejada por la misma familia que la tiene en el rezago y a merced de los grupos delictivos.
X: @diaz_manuel