¿Será cierto que México “se está convirtiendo en una potencia económica con dimensión social”, tal como lo afirmó el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador? De ser así, México se estaría transformando porque históricamente ha sido pobre y desigual. Humboldt, al iniciar el siglo XIX, había definido a nuestro país como el país de la desigualdad. Poco había cambiado ese contexto, más durante los últimos 40 años en donde los índices de pobreza se incrementaron en forma aguda y acelerada; ello frente a una acumulación de la riqueza que se concentró en muy pocas manos.
En forma previa, el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, había señalado que México estaba creciendo sobre nuevas bases, siendo el incremento del consumo privado el puntal básico de la recuperación económica. En los hechos esto significa que nuestro modelo de desarrollo ahora se sustenta más en la distribución del ingreso y no en la acumulación de la riqueza, cuyo efecto de goteo siempre tiene una naturaleza regresiva, afectando a millones de habitantes y familias.
El cambio de estrategia debe hacerse palpable a partir de indicadores económicos, en los que se debe observar una mejoría en el mercado mediante la expansión del consumo total (privado y del gobierno); mismo que sólo es factible a partir del incremento de las remuneraciones salariales y del empleo.
Si se analiza el consumo total, se observa que el mismo representó en el cuarto trimestre 80.7% del Producto Interno Bruto (PIB); dicho porcentaje de participación es el mayor observado desde el primer trimestre de 2010. El consumo total en términos reales ha mostrado una reactivación sustantiva: de 28.6%, si se compara el último trimestre de 2022 con el segundo trimestre de 2020, periodo en el que se registró la debacle por la pandemia del COVID-19.
Datos para tomar en cuenta es que, dentro del consumo total, el consumo privado en el último trimestre de 2022 representó 85.7% del total, en tanto que el consumo del gobierno aportó el restante 14.3%. Estos porcentajes son importantes, porque hay quien piensa que la economía se ha estatizado, lo que es afín a esquemas populistas, socialistas o comunistas. Estadísticamente esto no es cierto, el consumo de gobierno durante la presente administración ha sido menor que el observado durante el periodo 1994 a 2018, que se situó en 15.8%, en promedio.
Esta misma apreciación se suscita cuando se analiza la formación bruta de capital fijo (FBCF): la privada significó 84.2% de la FBCF total, mientras que la pública contribuyó con el restante 15.8%. La FBCF pública, en promedio, de 1994 a 2018, representó 19.7% de la total, es decir, 3.9 puntos porcentuales por arriba de la del último trimestre de 2022. Se podría decir, incluso, que hay un cierto rezago en la inversión pública con respecto a periodos de gobierno anteriores. No obstante, las cifras hacen ver que no existe una creciente estatización en términos de consumo ni de la FBCF. Lejos estamos del comunismo y cada vez más, nos consolidamos como una economía de mercado.
Lo más relevante ha sido el comportamiento del gasto real de las unidades familiares, de los individuos y demás agentes privados, que se situó en un máximo histórico en el último trimestre de 2022. Con respecto al trimestre depresivo, abril-junio de 2020, el incremento real fue de 34.8%; lo que significa que la demanda interna se ha convertido en un motor básico para la recuperación del PIB.
¿Cuáles son los factores que han incidido en el consumo privado? En primer término, se encuentra el incremento de las remuneraciones salariales: el salario mínimo muestra un incremento de 2018 a 2023, de 91.4%; en tanto que el salario base de cotizaciones promedio de los puestos de trabajo afiliados al IMSS se situó en abril en $473.9 pesos diarios, lo que significó 33.7% más con respecto a diciembre de 2018.
En segundo lugar, se encuentra la tasa de ocupación creciente; lo que ha llevado a que el porcentaje de desocupación con respecto a la Población Económicamente Activa (PEA) se sitúe en un mínimo histórico desde 2006. Es decir, la conjugación del incremento salarial y la tasa de ocupación han fortalecido al mercado laboral, lo que propicia que se mantengan expectativas favorables sobre la evolución de la economía mexicana.
El desenvolvimiento de la economía mexicana ilusiona. Ha crecido la demanda interna sin que se haya perdido el equilibrio fiscal, lo que sienta las bases para un desarrollo sólido y sostenido, en el que se conjugue crecimiento con estabilidad macroeconómica. Lo más importante es que México está demostrando que se puede crecer con equidad social; lo que puede constituirse como un modelo a seguir para los países pobres y emergentes del mundo.
Gildardo Cilia López en Twitter: @Gildard95388250