Imaginemos un México donde el internet deje de ser un lujo y se convierta en un derecho tangible para todos, incluso en las comunidades más remotas. Un país donde ya no dependamos de costosas infraestructuras obsoletas para conectar a los millones de ciudadanos que viven en zonas de difícil acceso. Ese futuro está más cerca de lo que pensamos gracias al ambicioso proyecto que lidera la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones bajo la dirección de José Antonio Peña Merino, “Pepe Merino”, para los amigos. Soberanía tecnológica pura.

El anuncio del lanzamiento de un satélite estacional mexicano, programado para entrar en órbita en 2028, marca un parteaguas en la historia tecnológica de nuestro país. Este satélite no solo brindará servicios de conectividad en áreas rurales, sino que también será un símbolo de autonomía tecnológica. Se trata de un esfuerzo por desarrollar componentes con diseño y ensamblaje nacional, fomentando una verdadera transferencia de conocimientos en el ámbito aeroespacial.

Más allá de la conectividad, este proyecto tiene implicaciones profundas. Estamos hablando de un México que se inserta en la carrera global de innovación, priorizando la tecnología como una herramienta estratégica para el desarrollo. Con este satélite, nuestro país no solo dará un paso hacia la inclusión digital, sino que también fortalecerá la soberanía tecnológica y reducirá costos en servicios públicos esenciales.

El impacto de esta iniciativa trasciende el ámbito tecnológico. Al incluir en su diseño la posibilidad de crear constelaciones de satélites de observación, México tendrá la capacidad de monitorear el uso del suelo, evaluar desastres naturales y optimizar políticas ambientales, todo a un costo reducido. Es una propuesta que combina visión a largo plazo con soluciones prácticas y necesarias para un país que enfrenta retos climáticos y sociales complejos.

Pero esto no es solo un proyecto satelital; es un eje de transformación que redefine la relación entre tecnología y ciudadanía. Entre las prioridades de la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones está la creación de la “LlaveMX”, una plataforma que simplificará trámites, mejorará la atención ciudadana y reducirá la carga regulatoria. Además, iniciativas como la “Nube México” y el Plan Nacional de Ciberseguridad consolidarán un entorno digital robusto y seguro para todos.

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México está dando un giro audaz hacia un futuro donde el gobierno, las empresas y la sociedad trabajen juntos para construir un ecosistema digital más eficiente, inclusivo y transparente. Y lo más importante, lo estamos haciendo con una visión innovadora, rompiendo con la dependencia tecnológica de actores externos y apostando por nuestras capacidades internas.

Este satélite no es solo un dispositivo en órbita; es un mensaje al mundo de que México está listo para liderar la transformación digital en América Latina. Estamos sembrando hoy la autonomía tecnológica que cosecharemos mañana como una nación más conectada, competitiva e inclusiva.

La era de depender de Telmex o de soluciones costosas para conectar al país está llegando a su fin. México está escribiendo un nuevo capítulo en su historia tecnológica, y esta vez, el futuro se construye desde nuestras manos y con nuestra mirada hacia el espacio. La promesa incluye disminuir al máximo los trámites con un proceso de simplificación, llevar a la digitalidad todos los trámites presenciales y lo mejor: terminar con las brechas de infraestructura tecnológica de la mano a una estrategia de ciberseguridad. Los retos serán: el derecho a la alfabetización digital, el derecho a la privacidad, el derecho a la transparencia de los algoritmos (saber qué cosas hace la tecnología y que información utilizarán para esos fines) así como el disminuir los riesgos de violencia digital. Solo preocupa el tema de la identidad digital y la “LlaveMX”, pues recordemos que, en línea, el anonimato es un derecho.

Como quiera, tiembla Elon Musk. Tiembla Carlos Slim. Se advierte el final de una era.