“Eso desaparece y no lo ves
Ese regalo que la vida pone al lado
Dura lo que dura y ya se fue
Ni tú ni yo lo hemos cuidado
Y ahora toca entender
Qué hacer con tanto daño
Y ahora toca aprender
Cómo dejar de querer
O saber borrarlo bien
Que igual que vino, fue
Y es tan feo
Quiero que todo vuelva a empezar
Que todo vuelva a girar
Que todo venga de cero, de cero”
DANI MARTIN
Este es Trump
No fue mañanera pero parecía. Con gran similitud a las conferencias de prensa de Palacio, el señor soltó caprichos y ocurrencias como si estas fueran propuestas de gobierno bien pensadas y estructuradas.
¿La diferencia? Nada de lo que dijo de México es mentira.
Trump tomó ayer el micrófono y fue… Trump; ahora en versión 2025. Sus dichos, amagos y ocurrencias van más allá de la amenaza velada.
Debemos acostumbrarnos y estar listos a sus berrinches y pataletas; tratará de implementarlas, particularmente hoy que ya no tiene a su alrededor a adultos responsables que le pongan freno a sus decisiones de hígado. La amenaza de los aranceles para nuestros productos es una de ellas.
Ahora su gabinete se integra por una pandilla de ricachones igual de caprichudos, obstinados y poco interesados en la democracia, la división de poderes, la libertad y el “gobierno para todos” que él.
¿Aires de populismo o de sabiduría?
Dios los hace… Y así, sin más, lanza la idea de cambiar el nombre del Golfo de México a Golfo de América. Algo así como López Obrador rebautizando al Golfo de Cortés por Golfo de California… O como la alcaldesa morenista en el Estado de México que cambió el nombre de las calles, creando un desmán para todo fin legal y urbano.
Pero a veces las bravatas no están alejadas de la verdad. Decir que México está gobernado por cárteles, es ejemplo de ello.
No sugirió que Claudia Sheinbaum esté metida en ese ajo (menos mal), pero sí que aquello de los ‘abrazos, no balazos’ fue una tomadura de pelo. Y el trato con deferencia hacia los criminales por parte de autoridades, una ofensa para el resto de los mexicanos de bien. En eso Trump lleva razón.
Recalibrar, recalibrar, recalibrar
En Palacio Nacional (o sea, en La Chingada, Chiapas) tendrían que escuchar claro lo dicho por el próximo mandatario norteamericano y, antes de rechistar, ver la forma de marcar distancia de manera inteligente. Decomisos que nunca se vieron en el sexenio pasado es un primer paso, pero insuficiente.
Trump quiere declarar a los cárteles del crimen organizado como terroristas. La DEA responsabiliza al Cártel de Sinaloa y al CJNG de alto poder de fuego (no shit, Sherlock!) y de llenar de fentanilo a Estados Unidos. Estos convencimientos merecen que nuestro gobierno actual prensa las alarmas y, más allá de la negación, redefinir la estrategia. Quitar uno que otro gobernador que tenga nexos con el narco (los sinaloenses lo agradecerán) y no rasgarse las vestiduras por lo que no tiene la menor importancia (sea que aquel intente rebautizar el mar del Golfo o los otros divulguen un reportaje sobre cocinas clandestinas de fentanilo en México).
Atender lo fundamental como son los aranceles sobre los que el presidente estadounidense que está por inaugurarse piensa imponer a México y a Canadá, o el que intentará llevarse la inversión gringa ubicada en nuestro país de regreso a su país, o la deportación que hará de los migrantes…
El conservadurismo anti woke
Trump detesta a los wokes entre otras razones porque rechaza darle derechos especiales a los criminales y delincuentes por el solo hecho de que son seres “humanos” como el resto de la población. Eso de tratar a los narcos como seres humanos de primera y a los demás ciudadanos como de segunda (o tercera) pasa como argumento woke, pero no es nada justo para la población mexicana.
La acusación de que “México está dirigido por cárteles” va en ese sentido y no debe echarse en saco roto.
Aunque digan lo contrario, Trump y Musk son oligarcas autoritarios y muy antiliberales. Se encargarán de firmar el acta de defunción para los wokes. E irán más lejos; pondrán límites a la libertad de expresión, mientras inundan los medios con toda suerte de falsedades que terminarán por dinamitar la democracia norteamericana.
Pero de este lado de la frontera las cosas no son muy distintas. Una buena parte de la 4t se disfraza de izquierda solo para ser oligarcas conservadores gobernando a través del poder político, haciéndose de ranchos, casas, empresas y negocios otorgados por los gobiernos morenistas.
Unos y otros, antiliberales, patrioteros, autoritarios y profundamente conservadores.
Será el fin del wokismo.
La meta verdad: hacerse del Estado
Más allá del pleito que se avecina pronto y que ya se asomó con las escaramuzas entre Musk y los trumpistas, estamos atestiguando la entrada de una nueva oligarquía. El poder político pasa por tener primero todo el poder económico del Estado.
Esto es peor que Silvio Berlusconi en su momento o que los oligarcas griegos. El poder que tiene hoy Elon Musk y otros de su tipo no lo ha tenido nadie; impactan en diversos países. Basta ver su apoyo a la extrema derecha alemana y el poder que tiene a través de su red social “X” (antes Twitter).
Su influencia es tal, que su competencia liderada por Mark Zuckerberg decidió que se terminó la verificación de hechos en Estados Unidos. Meta en todas sus plataformas (WhatsApp, Facebook, Instagram, Threads) dejará de hacer un chequeo de la veracidad de lo que se publica. Falta ahora que Zuckerberg y demás actores como él también intenten controlar de forma abierta parte del gobierno estadounidense y el de otras naciones.
Se vale tergiversar abiertamente la realidad en redes sociales sin ningún tipo de castigo por ello.