Los españoles tuvieron dos triunfos contundentes el domingo pasado. El extraordinario tenista Carlos Alcaraz batió a Novak Djokovic en la final de Wimbledon y la selección española de futbol hizo lo propio contra Inglaterra en la final de la Eurocopa. Con ello, España se ha confirmado una vez más como protagonista en dos de los deportes más populares del mundo.
Por otro lado, el lector seguramente recordará el triste papel jugado por la Selección Mexicana de futbol en la Copa América, y hace no mucho tiempo, en el mundial de Catar. Por primera vez en muchos lustros, México no clasificó a las eliminatorias, sino que quedó eliminado vergonzosamente en la fase de grupos. Fue una tragedia para el deporte nacional que difícilmente será olvidada.
Muchos se preguntan: ¿Por qué México parece condenado a contar con futbolistas que no son competitivos en torneos regionales? ¿Por qué a pesar de un ser un país con una larga tradición futbolera no logra superarse?
Muchos coincidimos en apuntar hacia las condiciones estructurales del país. Por un lado, recordemos que la mayor parte de los futbolistas profesionales en el mundo provienen de las capas inferiores de la sociedad, es decir, de las clases medias-bajas.
Por el otro, derivado de las condiciones de pobreza, un gran número de jóvenes mexicanos que desde niños muestran un gran talento para sobresalir están destinados a ayudar sus padres en los negocios familiares; muchas veces sin las posibilidades de terminar sus estudios.
En adición, México adolece de la falta de apoyos del Estado en la promoción del deporte. Mientras los gobiernos en turno miran hacia otro lado cuando se trata de ofrecer becas para promover el deporte, destinan recursos hacia prioridades que les resultan más viables políticamente.
¿Por qué España, un país que hace menos de cuarenta años no brillaba en las competencias internacionales, se ha vuelto plenamente competitivo en las más importantes justas internacionales? Sencillo. Por el mejoramiento de las condiciones estructurales y por los apoyos que el Estado, en conjunto con los fondos de la Unión Europea, ha ofrecido para que jóvenes españoles sean capaces de explotar sus potenciales.
México, por su parte, como si estuviese encerrado en medio de los dos peores mundos, no ha sido capaz de mejorar la calidad de la educación ni de ofrecer alternativas para los jóvenes mexicanos que sueñan con ser deportistas profesionales.
En unos días más iniciarán los Juegos Olímpicos de París 2024. México será uno de los países participantes, y los ojos de la opinión pública nacional estarán puestos en ellos.