La relación México-Estados Unidos ha ido recobrando su carácter institucional con la reactivación de las reuniones de Alto Nivel y la permanente comunicación entre funcionarios.
La consolidación de esta relación permitirá reactivar la economía, ampliar los márgenes de seguridad y una mejor política migratoria con respeto a los derechos humanos.
Momento de cambiar el discurso
México debe ponderar cuál relación le traerá mejores resultados y condiciones de vida para sus ciudadanos y dejar de coquetear innecesariamente con las tiranías de países como Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia y potencias contrarias al interés de nuestro país, como Rusia y China.
La recomposición de la relación institucional con Estados Unidos es una de las bases de la relación de México con el mundo. Durante la administración Trump, nuestro país cayó en un bache, el expresidente tomó a México y al gobierno de Enrique Peña Nieto como piñata, con ataques xenófobos y acciones como la construcción del muro fronterizo, todo para obtener simpatías y votos de radicales, seguidores de la supremacía blanca de aquel país.
Con la llegada de López Obrador la relación cambió, pero no de forma positiva. De piñata pasamos a tapete. El compañero presidente olvidó que en campaña se comprometió a la defensa de México frente a las agresiones de Trump y que, incluso, promovió demandas ante la ONU y la CIDH en su contra y hasta un libro escribió: “Oye Trump”.
Los amigos AMLO y Trump
El día que Trump tomó posesión, dijo: “Vamos sin balandronadas, sin amenazas, de manera responsable a defender la soberanía de México, vamos a defender la soberanía de México y vamos a defender a nuestro pueblo. No se resuelven los problemas sociales con muros, con redadas, con la militarización de la frontera, con deportaciones”.
Sin embargo y pese al radicalismo de ambos, Trump y AMLO se entendieron a la perfección. El gobierno de México actuó de manera sumisa y acató las órdenes del estadounidense sobre todo en temas de migración, medio ambiente y energía.
Cuando AMLO obtuvo el triunfo en 2018 Trump señaló: “Me gusta México. Me agrada su nuevo líder. Creo que podría ser estupendo. Un poco diferente a nosotros. Creo que me va mejor con él que con ‘el capitalista’, él sabe que México necesita a Estados Unidos”.
El primer acuerdo que México cumplió en el tema migratorio, y totalmente contrario al discurso incendiario de AMLO candidato, fue el despliegue de la Guardia Nacional en las fronteras sur y norte para impedir el tránsito de migrantes centroamericanos.
En cuanto al cambio climático, Trump pensó que era una farsa china y hasta sacó a Estados Unidos de la COP de París, mientras que AMLO desdeñó los acuerdos alcanzados en París y como acción en contra del calentamiento global impulsa el programa Sembrando Vida y, al igual que Trump, continuó su apuesta por los combustibles fósiles.
En política económica exterior, AMLO ha mantenido una posición contradictoria; mientras por un lado decidió apoyar la firma del T-MEC, por otro insiste en cerrar la economía nacional, regresar a los monopolios estatales y violentar los tratados comerciales con otras naciones.
Era tal la empatía entre Trump y AMLO que se decían “muy amigos”, de hecho, la única gira internacional como jefe del Estado Mexicano de AMLO fue a la Casa Blanca. Una reunión de amigos donde ambos mandatarios llevaron a un selecto grupo de socios empresariales para que hicieran negocios, fuera del marco institucional y de los canales diplomáticos.
Un giro positivo en la relación institucional
Con la llegada de Biden a la Casa Blanca las cosas cambiaron y AMLO se ha tenido que ir ajustando a esta nueva realidad. Para la actual administración estadounidense hay dos temas prioritarios con categoría de Seguridad Nacional por su trascendencia: el Cambio Climático y la transición energética que impacta de forma directa en la relación con México y Canadá.
La relación bilateral ha tomado un cauce mucho más institucional, un hecho que beneficia en mucho a México y con el restablecimiento de las reuniones de Alto Nivel, los resultados empiezan a notarse.
Los acuerdos en seguridad ya permitieron reabrir la frontera norte del país, lo que posiblemente abra la puerta a una estrategia mucho más acorde en el combate al narcotráfico y al terrorismo.
En materia de migración, se busca de manera conjunta contener el fenómeno migratorio con mejores estrategias y criterios distintos a la represión o al muro de Trump, lo que no ha cambiado es que los migrantes serán detenidos en la frontera sur de nuestro país.
En cuanto a la recuperación económica y del empleo, en México se empieza a notar, sobre todo porque aún se mantienen las inversiones en maquila y en las cadenas de suministro a industrias como la automotriz.
AMLO hace bien en mantener acercamiento institucional con la administración Biden. No es momento de balandronadas con Cuba y Venezuela, sobre todo ahora que saldrá a la luz mucha información criminal de los mandatarios de esos países con las extradiciones a Estados Unidos del consejero de Nicolás Maduro, Alex Saab, acusado de lavado de dinero y de establecer vínculos con Hezbolá y de ser el intermediario del mandatario venezolano ante empresas mexicanas en la compra de alimentos para las despensas bolivarianas y la del “Pollo” Carvajal, el hombre que guarda los secretos de Chávez y Maduro.
AMLO debe mantener el rumbo de una relación institucional constructiva y con una sólida agenda que realmente beneficie al pueblo de México y alejarse de relaciones tóxicas que en nada contribuyen al desarrollo del país que gobierna.