Los migrantes son personas, portan derechos y deben cumplir con ciertos deberes, ciertamente, pero cuando en su riesgoso camino hacia otro país o durante su estancia en tierras extranjeras se encuentra con que allí habrá elecciones, sus vulnerabilidades aumentan.
Es por ello que tener presente el calendario electoral en las Américas, de Estados Unidos a México o Panamá, Ecuador (hoy mismo), Colombia o Argentina es relevante.
Otro tanto se observa en Europa en varias regiones y países, sobre todo más no únicamente en los estados sureños o del centro, por ejemplo España, Italia o Grecia, o bien, Polonia y Eslovaquia. Obviamente, los populismos se reactivan y ganan elecciones.
En Estados Unidos, a la vista de los comicios presidenciales de noviembre de 2024, demócratas o republicanos utilizan el tema migratorio como pretexto para agitar las emociones e influir en las mentes, sobre todo las mas conservadoras, y avanzar sus propias agendas políticas al ofrecer que detendrán o acabarán con lo que consideran una amenaza a sus intereses básicos.
En Panamá, las elecciones generales de mayo de 2024 ya motivan posturas que oscilan entre el cierre de la frontera o la cooperación con Colombia para detener o regular el flujo migratorio, al menos el de carácter formal, bajo el riesgo de que la migración informal e ilegal vía la temible región de El Darién se incremente junto con los consabidos dramas humanitarios y conflictos posibles.
En Costa Rica, la inmigración nicaragüense, debida a causas económicas o políticas, está alimentando actitudes xenófobas no usuales en la cultura social del país, pero cada vez más pegajosas para atraer votantes.
México, país de expulsión, tránsito y cada vez más de destino de la migración, ofrece un caso especial, entre otras razones porque se trata de un territorio muy extenso, fronterizo y de acceso con el mercado más grande del continente y caracterizado por un estado federal débil plagado de múltiples comicios concurrentes.
En efecto, en 2024 las elecciones tendrán lugar no solo para presidente de la República, sino para congresos y ayuntamientos en todo el país, y para 9 gubernaturas, entre estas Chiapas, entidad fronteriza con Guatemala, pletórica de condiciones geográficas propicias para capturar territorios y poblaciones en beneficio de intereses informales e ilegales.
Ante tal escenario, es imperativo que los estados nacionales promuevan y encabecen los esfuerzos para que, por una parte, los migrantes sean tratados con respeto y tolerancia y, a la vez, si es el caso, por la otra, cuenten con las garantías indispensables a fin de que no se les utilice como instrumento electoral, sino que más bien ejerzan sus derechos políticos si es que están autorizados para hacerlo
Es obvio decir que la tentación de partidos y candidaturas para utilizar migración y migrantes de alguna forma en sus estrategias electorales puede adoptar modalidades muy creativas, aunque algunas resulten abiertamente reprobables.
Los partidos y candidaturas suelen lucrar negativamente con el tema de los migrantes en lugar de asumir y desplegar una agenda de políticas afirmativas e integrales que gestione de manera adecuada su ingreso, tránsito, estancia, incorporación o salida de lo que todavía son espacios territoriales nacionales.
En medio de la complejidad que implica el fenómeno migratorio, es de advertir que ningún escenario, de ningún actor, nacional o externo, debería excluir el posible y gravísimo efecto que tendría el que, en particular en el tramo final de un proceso electoral, ocurriera una tragedia grave –de ninguna manera deseable pero si posible– que involucraría a los ya de por sí vulnerables migrantes.
Llamar a compartir esfuerzos de cooperación internacional, regional y hacia adentro de las naciones, enfocando en casos extremos de complejidad como son los de Haití, Venezuela y Honduras, que expulsan a decenas de miles de sus connacionales, es un deber del humanismo contemporáneo que defiende y promueve los derechos fundamentales, en este supuesto, de las personas migrantes.
El electorado consciente lo sabrá apreciar.