“A qué regreso si perdí todo.”
Migrante
Stephany Gonzalez y Georgina Mazzeo son dos jóvenes y bellas mujeres venezolanas que viven en Estados Unidos. Ambas son la imagen de prestigiosas marcas y celebridades de las redes sociales, particularmente de instagram en las que comparten fotos y videos de las marcas que promocionan, de sus rutinas de ejercicio y de su vida cotidiana. Ambas cumplen el sueño americano de éxito económico y fama.
Las historias de Stephany y Georgina son excepciones. El presidente Joe Biden endureció su política migratoria contra sus compatriotas. A partir del 12 de octubre, el mero día de la Raza, entraron en vigor nuevas reglas. Los venezolanos sólo podrán ingresar de manera legal a Estados Unidos vía aérea. Deberán contar con pasaporte, un patrocinador en Norte América; tener el esquema de vacunación covid completo, entre otras restricciones.
Se acabó el trato humanitario. Estados Unidos expulsa a México miles de mujeres, hombres, adolescentes y niños de la nación de Simón Bolivar. Formalmente, Biden los corre bajo la política 42, un decreto de salud creado por Donald Trump al inicio de la pandemia de covid-19, que permite al gobierno estadunidense sacar del país a los inmigrantes indocumentados por razones de salud, quitándoles así la oportunidad de solicitar asilo tras cruzar ilegalmente la frontera.
No le debemos dar muchas vueltas a la actitud de Biden. En el fondo no importa si el gobierno estadunidense es democráta o republicano, cuando las campañas electorales suenan el gobierno no duda en darle gusto a los sectores conservadores de la sociedad norteamericana.
La papa caliente se la pasan a México. La expulsión masiva de venezolanos, miles cada mes, puede provocar una crisis humanitaria. De los 130 mil efectivos de la Guardia Nacional, aproximadamente 30 mil están destinados a controlar la migración en las fronteras Norte y Sur. Tendrán que destinar más, así como, apoyos necesarios para proporcionarles comida, alojamiento y atención médica.
La inmensa mayoría de migrantes venezolanos desconocen las nuevas disposiciones estadounidenses. Marchan confiados en que podrán conseguir una visa humanitaria. Ingresan a México, después de mucho batallar reciben el permiso para pasar libremente por territorio mexicano. El permiso otorgado por el Instituto Nacional de Migración (INM), no es niguna garantía de un viaje seguro. Por varios días o semanas están a merced de bandas de delincuentes y polleros. Pocos lograrán pasar y entregarse a las autoridades norteamericanas. Ninguno recibirá su estancia humanitaria al Norte del Río Bravo.
México debe proporcionar a los migrantes venezolanos un trato digno a su entrada, traslado y expulsión a territorio mexicano. Hay varios miles de migrantes en las ciudades fronterizas, hay algunos cientos en la Central del Norte de la CDMX, miles intentan cruzar por Chiapas. Los programas federales son importantes. Los gobernadores de los estados por donde avanzan los migrantes también deben y pueden apoyar.
Los venezolanos tienen en la mira llegar a Estados Unidos y triunfar. No desean permanecer en México. La vida pone y el destino dispone. Muchos migrantes cambiarán a fuerza de realidad el sueño a americano por la realidad mexicana. Corresponde a todos garantizar que no se convierta en una pesadilla. Eso pienso yo, ¿usted qué opina?