Semblanza biográfica
Miguel Bernal Jiménez (1910-1956) tiene una trayectoria muy clara, nítida dentro de la música mexicana, particularmente, esa que combina el arte clásico con el sacro; de hecho, acaso sea el máximo exponente nacional en dicha variante musical. Y desde temprano, a los siete años, formó parte del coro Orfeón Pío X, en su natal Morelia, en cuya Catedral ingresaría al Colegio de Infantes. Bien pronto también y gracias al talento mostrado como estudiante, es recomendado y admitido en 1928 en el Pontificio Instituto de Música Sagrada de Roma, fundado apenas en 1910 con el propósito de educar para la evangelización a través de la música concebida para alabar a dios y la santificación de sus fieles. Instituto del cual ha sido uno de sus egresados más destacados.
Regresó a México en 1933 para hacerse cargo, como director, de la Escuela Superior de Música Sagrada de Morelia iniciando una prolongada trayectoria en la dirección, composición, pedagogía y creación de escuelas. En 1945 es nombrado director del Conservatorio de las Rosas (fundado en 1743, experimenta con Bernal Jiménez un renacer); un año antes había fundado el prestigiado Coro de los Niños Cantores de Morelia. Extendería su actividad a Estados Unidos con giras de conciertos y como decano del Colegio de Música de la Universidad de Loyola, en Nueva Orleans, a partir de 1954. Se Incorporó en 1943 como miembro titular al Seminario de Cultura Mexicana. Es la suya, pues, una clara línea ascendente en la organización y la creación hasta su muerte prematura en 1956.
Obra musical
Como se ha dicho, su núcleo de creación fue la combinación de la música clásica (como formación, como expresión) con la religiosidad musical, es el signo y marca de su obra.
El sitio Música en México –que califica a Bernal Jiménez como renovador del arte coral y organístico de México- establece que el catálogo del compositor se conforma de 251 obras (la misma información aparece en la página de la Sociedad de Autores y Compositores de México). Música sacra y música profana, dramas sinfónicos, música teatral, sonatas, sinfonías, misas, motetes, himnos y villancicos. Considera como obras principales: “El Cuarteto virreinal para cuarteto de cuerdas, la Suite sinfónica Michoacán, el drama sinfónico Tata Vasco, el poema sinfónico Noche en Morelia, una Sonata de iglesia para órgano, una Sonata de Navidad para órgano, el ballet Tingambato, el Retablo medieval: Concertino para órgano y orquesta, la Sinfonía-Poema México, Tres cartas de México, el Cuarteto de Navidad, el ballet El Chueco, Tres danzas tarascas para violín y piano, la suite para piano Carteles, el retablo coreográfico Los tres galanes de Juana, la Sinfonía Hidalgo para coro y orquesta y El himno de los bosques”.
Sin duda, tiene que destacarse el gran formato de la ópera o drama sinfónico, Tata Vasco, compuesta de cinco cuadros. Estrenada en el Templo de San Francisco de Pátzcuaro, Michoacán, en febrero de 1941 para la celebración del IV Centenario de la llegada a Pátzcuaro y los procesos de evangelización del primer obispo de Michoacán, Vasco de Quiroga, Tata Vasco, como le llamaron los nativos.
Aquí el primer cuadro de Tata Vasco; producción de la Orquesta Sinfónica de Xalapa:
Escuchando la obra musical de Bernal Jiménez y más allá del neoclasicismo religioso, se encuentra en las melodías, canciones y aires populares orquestados por él, la presencia de la música michoacana del pueblo y acaso la influencia de Manuel M. Ponce, de quien llegó a ser amigo, así como de Silvestre Revueltas; de ahí que se le considere dentro del nacionalismo musical. Se percibe en varias piezas; en su Cuarteto Virreinal, de 1937, por ejemplo:
La obra de un hombre de fe
En la ponencia “Obra Sacra de Miguel Bernal Jiménez”, de Sor Beatriz Alceda Pérez -ofrecida dentro del Primer Coloquio sobre Miguel Bernal Jiménez, en el marco del Festival de Música de Morelia, en noviembre de 2014-, la autora expone la intimidad del carácter del compositor: Un hombre de fe. “No me es posible imaginar a Miguel Bernal Jiménez componiendo una Misa o un Te Deum sin dejar que interiormente se fueran moviendo las fibras íntimas de una sensibilidad religiosa exquisitamente delicada. Asomarse a cada acorde de su obra sacra, ya se trate de un ‘In simplicitate cordis’ de su colección de Catedral hasta su majestuoso Te Deum jubilar… toda su obra sacra nos habla de alguien que se atrevió a buscar a Dios más allá de las realidades temporales y lo encontró en la belleza, en la nobleza y en la majestuosidad que sólo la música puede expresar con palabras mudas y con silencios sonoros”. Asimismo establece que esta intimidad religiosa, católica, se alimenta, como se sabe, desde la infancia, pero se acentúa en el contexto de la restauración de la celebración musical de la liturgia que trata de rescatarse de la influencia exitosísima de la ópera de fines del siglo XVII y sobre todo de su arrollador siglo XIX; la música religiosa se había “pervertido” del aire escénico y extrovertido operístico dominante.
Así, “dadas las circunstancias un pequeño grupo de monjes y clérigos inconformes comenzó un movimiento de restauración de la música sacra que culminó con el ya muy famoso Motu Proprio del Papa San Pío X, promulgado en 1903. En él encontramos las nuevas directrices para la composición e interpretación del Repertorio Sacro para la Iglesia. Ha sido uno de los documentos más importantes que se ha escrito sobre la Música Sacra y de él se derivan todos los demás, incluyendo las disposiciones del Concilio Vaticano II en su Sacrosanctum Concilium y documentos posteriores. Es en este clima de una incipiente primavera musical de la Iglesia en que se van desarrollando los primeros años de Miguel Bernal”. Lo anterior, más los estragos de la guerra cristera en México, que afectó también a Michoacán, marcarán la profundidad del ser del compositor como un auténtico hombre de fe; o un artista de fe. Y es ese espíritu sobre todo el que esenciará tanto su obra de construcción como su música.
Y su cualidad o vena melódica es indudable; se escucha en su “Aleluya”, bastante popular en el repertorio sacro mexicano:
Los villancicos
Entre los distintos géneros abordados por Bernal Jiménez, destacan los villancicos. Tema que da para amplios estudios sobre sus orígenes, desarrollo e historia, el concepto y el producto musical villancico proviene, en orden invertido, de villancillo, villanito, villanillo, villano, villa. Aunque tienen raíz popular, fue una forma versificada y musical que halló fuerte raigambre en la iglesia católica y en el fenómeno de evangelización en la América hispánica.
Un villancico tradicional español, “Pastores venid, pastores llegad”:
Y es en Latinoamérica independiente donde el villancico alcanza un gran desarrollo. Así por ejemplo, la revista Billboard ha considerado a “Mi burrito sabanero” (1975), del compositor venezolano Hugo Blanco, dentro de los cien mejores del género; aunque también existen los que son de autor anónimo, pero muy populares, como “Los peces en el río”.
Pues bien, Miguel Bernal Jiménez no va a la zaga con su buen número de villancicos (“Por el valle de rosas”, “Duerme no llores”, “Alegres pastorcillos”, etcétera); algunos, arreglo musical al popular canto mexicano como son las posadas. Aquí, “En nombre del cielo”:
Y en contraste, “Por el valle de rosas”, un villancico íntimo, de verdadera fe como lo es el espíritu de su autor. Compuesto en 1941, había sido poco difundido hasta que desde hace unos pocos lustros ha sido interpretado incluso por cantantes internacionales; antes lo fue sobre todo por coros. Aquí con los Niños Cantores de Tepotzotlán:
Los bellos versos del villancico:
Por el valle de rosas
de tus mejillas
corren dos arroyitos
de lagrimitas.
Déjame, deja
que ellas la sed apaguen
que me atormenta.
Duérmete, Jesús mío,
duerme en mis brazos
y no llores, no llores
por mis pecados.
Duérmete, duerme,
y aunque llorar me sientas
no te despiertes.
Unos de los primeros solistas en grabar la pieza fue Pedro Vargas, en 1987:
Y este año 2021, durante una breve gira de conciertos decembrinos por el Estado de Tabasco, integrados por repertorio italiano, en español y cánticos navideños, interpreté por vez primera los versos de Miguel Bernal Jiménez; aquí van, como parte de mi videocolumna de sábado para SDPnoticias:
Héctor Palacio en Twitter: @NietzscheAristo