Como cambia la vida de los entrenadores, algunas veces arriba, otra abajo; a veces con grandes trabajos y otras épocas solo esperando como desempleados. Ese es el caso de Miguel Herrera, que aprovecha cada minuto de su tiempo libre, que ahora es mucho, para ofrecerse a la Selección Nacional Mexicana.
Tiene que ver con todos los medios, con todos los programas, con tuiteros, con todos, con absolutamente todos. Y aunque la culpa fue de André Pierre Gignac al celebrar su gol contra Santos como si fuera un “viejito” con bastón, haciendo referencia a los comentarios del propio Miguel cuando fue entrenador de Tigres, la realidad es que espera ahora sí, armar un buen proyecto para llegar al 2026 como el técnico nacional.
Miguel fue puesto en el banquillo nacional por emergencia, cuando todo se derrumbó con José Manuel de la Torre y tomó el cargo para el repechaje contra Nueva Zelanda y para el Mundial de Brasil, pero después, se volvió “loco” y echó todo a la borda por amenazar a periodistas y pegarle a Christian Martinoli en el aeropuerto de Filadelfia.
Ahora aprovecha su campaña para informar a la opinión pública que todo está bien, que ha tomado terapias, que trabaja para controlar su agresividad y solamente con ese argumento quiere decir que está listo para volver a ser entrenador mexicano. Su estrecha relación con Yon de Luisa avala que aparezca en los medios, haciendo campaña y dándole a la gente lo que quiere escuchar, pero de ahí a que sea la primera gran opción para sustituir a Gerardo Martino, aún está muy lejano a suceder.
Herrera es mediático, a quien le llame le contestará, a ver si no le pasa lo que en términos políticos es una máxima, “quien se mueve no sale en la foto”.