Imagine que tiene un local comercial y de repente le cierran todas las vías de acceso para llegar a él. En una ciudad con tanta oferta restaurantera, ni el más tradicional, ni el más buscado, aguanta más de un año sin operar. Por más ganas y promociones que les haga a los clientes, será difícil sobrevivir.
Eso le paso a muchos locales del Centrito Valle, el antiguo corazón comercial del millonario municipio de San Pedro. Cuando hay construcciones, muchos lugares aumentan sus ventas por las visitas de los trabajadores, pero cuando cierras un gran perímetro de áreas comerciales es muy complicado sobrevivir.
Esa zona de San Pedro es la cuna de los Tacos Orinoco, El Frank & Steins, los Tacos del Julio, los del Güero, los Sonora, la Gavilla, el Mode, entre muchos otros negocios que crecieron con los sampetrinos y son parte de la cultura urbana de esa zona. Muchos de estos negocios no aguantaron ese año cerrados justo pegado a la pandemia. Doble golpe al bolsillo de muchos empresarios y emprendedores que no resistieron las perdidas por la pandemia agravadas por la imposibilidad e incomodidad de los clientes para llegar a esos lugares.
¿Por qué se les ocurrió reparar toda la zona al mismo tiempo? ¿Por qué no hicieron un plan de trabajo gradual donde no se cerrará todo al mismo tiempo?
Cabe aclarar que en esa zona no hubo un desastre, ni cayo una bomba, ni nada que fuera tan destructivo para tener que hacerlo todo al mismo tiempo y de la manera más lenta posible.
Habría que preguntar quién es el encargado de obras públicas del municipio y reclamarle algún tipo de indemnización pues seguramente no se cumplieron los tiempos ni los procesos que tal vez fueron mostrados a los locatarios de la zona comercial más antigua del municipio.
Los que están ahora en el municipio ya se iban de todos modos e imagino que los que son parte de su equipo y quieran buscar algo para el próximo año no podrán presumir que estuvieron en la actual administración. Mire, si el municipio hizo un buen estudio del proyecto debería de haber puesto una partida de indemnización para cubrir las posibles pérdidas y quiebras de los negocios de la zona. Aunque esto no recuperaría lo invertido en años por muchos negocios, al menos sería un gesto solidario para con ellos.
Esperemos que los sobrevivientes de esta obra puedan levantarse como el ave fénix y vuelvan a tener la clientela tradicional que siempre han tenido. Esperemos que los que tuvieron que dejar la zona hayan perdido lo menos y que tengan oportunidades en otros lados. Pero, sobre todo, esperemos que los próximos gobernantes de este municipio puedan tener más empatía si piensan hacer obras dejando la zona como si cayera una bomba.
Si Acapulco se levanta más rápido de lo que se ha tardado en funcionar de nuevo el Centrito hablaría muy mal del municipio “joya de la corona” del estado de Nuevo León. ¿No cree?