Sonora Power

Los indicadores a la mano son abrumadores, México vive un estatus especial, que le tiene colocado como la economía emergente del momento a nivel global.

Ya no es solamente el “súper peso” con 7 meses seguidos de ganancias, son una tanda de datos, números y tendencias que nos tienen que hacer reflexionar sobre el verdadero cambio de paradigma que vive el país, de ser un mercado especulativo, a una opción sólida para los inversores serios que más que buscar un refugio, andan en búsqueda de un destino para sus proyectos.

Para asimilar lo que pasa, creo que es conveniente despojarse del prejuicio por momentos hasta cínico con que operaron los tecnócratas del neoliberalismo, que nunca se creyeron ni ellos mismos lo que construían y luego destrozaban cada cierto ciclo, con la finalidad de obtener jugosas ganancias derivadas de los repetitivos actos de corrupción y de las ventas de garaje que después se realizaban para justificar el fracaso.

El presidente Andrés Manuel López Obrador logró edificar una nueva realidad sobre la que se mueve nuestro país a partir de su modelo de “economía moral”, mismo que ha dicho patentara a fin de que otros países puedan seguir su esquema del humanismo mexicano y sacar adelante a otras naciones emergentes con alto potencial.

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Hay una buena dosis de suerte en lo que el presidente López Obrador ha hecho, y es que por más escenarios que pudiéramos haber proyectado, la prisa con la que Estados Unidos, nuestro principal socio comercial decidió dejar atrás su dependencia de China y el sudeste asiático para construir sus redes de proveeduría en su entorno inmediato, por supuesto que nos favorece.

Y claro que la llegada masiva de inversiones relacionadas al “nearshoring” ayuda mucho, sin embargo no es el único factor.

De hecho creo que es el complemento perfecto a lo que se vino construyendo antes.

Escuchaba a Javier May, el conductor del proyecto del Tren Maya, asegurando que esa obra cumbre de la 4T se entregará sin dudas el 1 de diciembre, en el quinto aniversario de la llegada al poder de AMLO y la 4T, y que se trata del proyecto de infraestructura ferroviaria más grande del mundo en desarrollo, y acabe por entender la apuesta del presidente.

Ya se podía intuir que la inversión de recursos públicos en infraestructura es la esencia de ese plan, que parte de desarrollar enormes zonas antes abandonadas a su suerte, para impulsar grandes frentes de desarrollo.

Un elemento importante es propulsar a la Península de Yucatán en todo su potencial para hacer de México la mayor potencia turística del orbe, pero otro más es lanzar el Corredor Transístmico, a fin de poner a México en el mapa de la logística industrial y aprovechar esa ventaja que muy pocos países tienen, que es estar justo en el centro del nuevo impulso a la economía global, que arma Estados Unidos.

Ahora sume usted las piezas del “Plan Sonora”, que ahora incluye el componente de la licuefacción de gas natural, abriendo al desarrollo a una zona históricamente abandonada por la falta de visión de los gobiernos neoliberales, siendo que esa zona enclavada en el desierto de Altar ofrece un punto de salida a la cuenca del Pacífico para energéticos y muchos productos que se desarrollan desde Texas, Nuevo México y Arizona, y que buscan posición de mercado.

Leí con interés la sinrazón de Xóchitl Gálvez, la más visible precandidata de la oposición, renegando de la construcción de la Refinería Olmeca en Dos Bocas, Tabasco, señalando incluso que la obsesión del presidente con el petróleo nos está costando atraso, y me di cuenta de lo desfasada que están ella y la oposición al respecto de lo que ocurre en el mundo, su falta de visión y el desinterés que tienen con el desarrollo del país.

Ninguna nación, ninguna, desaprovecha sus recursos naturales, ni menosprecia la posibilidad de ser autónoma en abasto de combustibles, pues eso ofrece una ventaja competitiva muy especial, que pocos países en el mundo tienen, si acaso son 18 las naciones en esa condición y casualmente todas ocupan posiciones estelares en la economía global.

México con esa estrategia da los pasos en el sentido correcto, hay crecimiento escalonado de la economía que al cierre del primer semestre de este año despegó en 3.6%, la expectativa es que para el cierre de año el acelerón dé para un 4% y así paulatinamente.

Lo que ocurre con México es importante, el mercado interno se expande, la brecha entre quienes más tienen y los que son más pobres disminuye a partir de las estrategias de redistribución de riqueza, entre pensiones, becas, alzas en los salarios mínimos y también en los sueldos generales.

La llegada de divisas en nivel masivo, con las remesas como principal ingreso, pero acompañadas de mega proyectos de inversión, con captación correcta de impuestos, con la entrada de miles de millones de dólares por concepto de turismo, el hecho de que cada vez más extranjeros optan por México como su hogar, son justamente esos elementos.

Claro hay quienes lamentan el fortalecimiento de nuestro peso, y aspiran a que se induzcan devaluaciones, sin embargo la condición de México cambió de receptor neto de capital especulativo, a un país que ya se observa como un jugador muy serio en el entorno de la economía global.

Quienes no lo ven, es porque no le entienden. Hasta el Fondo Monetario Internacional y organizaciones financieras de gran escala ya observan el nuevo milagro mexicano, y apenas estamos calentando motores.

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