El golpe de estado al Doctor Salvador Allende hace medio siglo abrió una nueva y oscura página en la historia mundial: la llegada del neoliberalismo.

Cómo cualquier persona con el más mínimo sentido común -qué es el menos común de los sentidos- puede prever, es imposible mantener un sistema en crecimiento infinito en un lugar finito cómo lo es el planeta tierra.

Por este motivo, un grupo de fanáticos, proto fascistas, para no ahorrar adjetivos, fueron educados por Milton Friedman en la infame Universidad de Chicago, recibiendo el mote de “Los Chicago Boys”.

Fueron estos jinetes del apocalipsis los que fueron recibidos con los brazos abiertos por el milico Augusto Pinochet para aplicar sus fallidas recetas neoliberales en Chile, en donde los ciudadanos de dicho país sufrieron, al mismo tiempo, la represión militar y la “terapia de shock” económica que no sirve para nada excepto para aspirar la riqueza de las clases media y baja hacia arriba y concentrarla en cada vez menos manos.

Medio siglo después, Chile no se ha recuperado de ese duro golpe -la educación superior sigue siendo privatizada y cara, la vivienda es inalcanzable para las generaciones “millennial” y “centennial” y hasta el precio de algunos alimentos es muy alto comparado con México.

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Si el experimento “libertario” de Milei no colapsa antes de los 4 años -y ya existen versiones en medios argentinos que el presidente electo está “deprimido” lo cual paralizó su toma de decisiones- y logra su brutal cometido de privatizar y “libertarianizar” la sociedad argentina, este modelo depredador será exportado en su momento, aderezado del infaltable fascismo occidental, a Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y el resto de los satélites en Europa y Oceanía.

Se trata del escenario posiblemente más oscuro, pero también nos habla de un modelo colapsado y al borde de la extinción: el fracasado “orden basado en reglas” estadounidense, que tiene a decenas de millones de personas sumidas en la miseria en su propio territorio, a costa de las vidas de miles de millones en el resto del mal llamado “sur global”. Ahora, a esperar.