Legitimación no es popularidad, dijo la ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Tales palabras de la jurista Norma Lucía Piña Hernández se interpretaron rápidamente en los medios y las redes sociales como una fuerte crítica al presidente AMLO.
Probablemente tal fue la intención de la ministra: cuestionar a Andrés Manuel López Obrador, pero, la verdad sea dicha, usando sus propios términos lo que hizo la ministra Piña fue elogiar a Andrés Manuel: de plano lo calificó como el gobernante más legitimado que hemos tenido.
Doña Norma habló de “legitimación social”. Para explicar qué significa lo anterior expresó —cito al diario Reforma— que las instituciones públicas y las personas que las encabezan “están sujetas a la constante aprobación y legitimación social porque no puede haber confianza, aceptación ni credibilidad ciudadana en ellas si su actuar no se traduce en acciones concretas que redunden en un beneficio social”.
Desde luego, constitucionalista de primer orden, la ministra Piña precisó que “en la Constitución y las leyes está el mandato y la misión de las instituciones y es a partir de estos que seguirán construyendo su legitimación social”.
Totalmente de acuerdo con la conclusión de la jurista: “He ahí los principios que marcan nuestra actuación y, a partir de los cuales, habremos de seguir construyendo nuestra legitimación social”.
En resumidas cuentas, la legitimación social tiene que ver con la reputación y el prestigio de quien gobierna —esto es, con la aprobación sobre su trabajo que determina la gente—.
¿Por qué decimos que AMLO es popular? Porque en las encuestas que miden si la sociedad aprueba o no al personaje, un porcentaje elevadísimo dice: “Sí, apruebo total o parcialmente al presidente de México”.
Uno de los grandes diarios de Europa, La Vanguardia —editado en una de las ciudades sinónimo de derechos humanos y cultura, Barcelona, España— ha publicado este martes una encuesta de la empresa mexicana Covarrubias y Asociados; Norma Piña seguramente sabe que esta es una de las casas encuestadoras más respetadas y con más historia en nuestro país. Por cierto, la fundó hace muchos años una mujer ejemplar que, como la ministra Piña, en su momento rompió un techo de cristal: Ana Cristina Covarrubias, tristemente ya fallecida.
Le dejo a doña Norma Piña el dato de la aprobación de AMLO, esto es, de su legitimación social —o de su reputación o prestigio entre la gente que vive en México—.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación tiene también una aprobación elevada —el dato lo he visto en otras encuestas—, y qué bueno. No tan alta la aprobación de la cúpula del poder judicial como la de AMLO, pero igualmente muy importante.
Qué maravilla que tengamos en nuestro país un presidente que ha logrado tan alta legitimación social como Andrés Manuel y una corte suprema respetada por la gente.
¿Que debaten fuertemente AMLO y la SCJN? Sí, y qué bueno. Es lo correcto en una democracia. Hay quienes tal controversia la interpretan como dañina, pero yo no. Pienso que tiene todo de positivo que los poderes judicial y ejecutivo se enfrenten cívicamente, que es lo que ha ocurrido.
Por lo demás, le dejo a la ministra Piña otros datos de la encuesta difundida en La Vanguardia, en la que dos mujeres —Claudia Sheinbaum en Morena y Beatriz Paredes en el PRI— superan a los hombres.
Antes de presentar los datos, diré que la legitimación social de AMLO absolutamente elevada obedece a distintos factores, como sus programas sociales, su biografía de lucha, su austeridad personal, pero creo que también a que en su gobierno —y algún mérito tendrá el presidente— como nunca antes las mujeres ocupan posiciones de poder: una de ellas preside la corte suprema, otra dirige el Banco de México, una más el INE, hay nueve gobernadoras y pronto se sumará una más… y en lo importante, la carrera de las corcholatas las mujeres son líderes tanto en el partido en el gobierno como en la oposición.