Escandinavia zacatecana
Digamos que Zacatecas está un poquito al norte de México. ¿Eso convierte al zacatecano Ricardo Monreal en todo un nórdico, es decir, alguien de las tierras norden? Igual así se ven a sí mismos los políticos de Fresnillo, lo que desde luego se respeta.
Debe ser por eso que Monreal presumió en entrevista con Reforma que tiene “un perfil de los países nórdicos”. No hay ninguna otra razón, nada en su biografía —excepto ser natural de Fresnillo— que le otorgue un perfil nórdico o vikingo; sí, perfil de guerrero vikingo: anda muy peleón don Ricardo, demasiado... va a perder.
Aclaro que en Reforma Monreal añadió a su perfil nórdico la expresión “socialdemócrata”: “socialdemócrata de los países nórdicos”, pero como todos sabemos que esa no es su ideología, entonces debemos desecharla para no perder el tiempo en insensateces.
Ha declarado una guerra vikinga a Andrés Manuel por dos razones (nótese la misoginia en las palabras del vikingo zacatecano): Está muy enojado con el presidente de México porque “si a una se le apapacha, si al otro se le reconoce y a uno más se le ignora y se le congela, pues…”.
Es verdad, el presidente Andrés Manuel López Obrador al senador Ricardo Monreal de alguna manera “lo ignora y congela”.
También es cierto que AMLO “reconoce” el trabajo de Marcelo Ebrard.
Lo que es pinche —muy machista, sin duda— es expresar que el presidente a Claudia Sheinbaum “la apapacha”, es decir le da “palmaditas cariñosas”, por utilizar la definición de apapacho de la Real Academia Española. Lo peor, hacerlo con cobardía: sin mencionar su nombre.
Cada vez que AMLO se refiere a Sheinbaum lo único que hace es reconocer, en términos políticos y profesionales, que ella hace muy bien las cosas al frente de la jefatura de gobierno de la Ciudad de México.
¿Qué Andrés Manuel es afable al hablar de Claudia? Tanto como lo es cuando menciona a Marcelo… o al propio senador Monreal, a quien el presidente siempre ha tratado con toda amabilidad en público y en privado.
¿Que AMLO no ve a Monreal como aspirante a la candidatura presidencial de Morena? Pues no lo ve, y ya. No está obligado el presidente a alentar las aspiraciones de todos los políticos que se aceleran.
De ahí la guerra vikinga de Ricardo Monreal contra su partido, Morena, y el presidente AMLO, disfrazada de intenciones democráticas y de una lealtad al dirigente en las que nadie cree, ni el propio Monreal.
Su guerra empieza por acusar a Claudia Sheinbaum de radical.
Dijo Ricardo Monreal: “Creen que siendo más radicales pueden obtener el cargo o la posición política que anhelan… Se equivocan, porque no va a quedar país para nadie. El aniquilamiento solo deja destrucción”.
Cuando Monreal dice las anteriores palabras evidentemente se refiere a la jefa de gobierno, quien tiene una biografía mucho más de izquierda entre quienes aspiran a la presidencia —al menos nunca ha militado en el PRI, lo que sí hicieron, y durante tantísimos años, Monreal y Ebrard—.
Como radicalismo interpreta Monreal la exigencia de Andrés Manuel —política e ideológica—de que Morena no se corra a la derecha y ni siquiera al centro.
Un radicalismo que, según Monreal, destruirá al país. Esta es la esencia de la guerra vikinga del nórdico de Zacatecas: no debe permitir la sociedad mexicana que gobierne el grupo de Morena más identificado con la izquierda.
Monreal asegura que 2018 López Obrador hizo lo que hoy rechaza: “correrse al centro”, ello porque invitó a su proyecto a “sectores que nunca habían estado con nosotros”. Obviamente es una referencia a la clase empresarial. Tuvo éxito Andrés Manuel porque logró que creyeran en su causa algunos empresarios y algunas empresarias que siguen apoyando a la 4T, desde luego con toda libertad expresando sus desacuerdos con los proyectos que no les parecen correctos.
No ha dejado Andrés Manuel López Obrador de convocar al sector empresarial a participar en las transformaciones que pretende consolidar. Un número importante de inversionistas han hecho caso al llamado, y qué bueno. Otros hombres y otras mujeres de negocios, por ideología o simpatía política, no quieren apoyar al actual gobierno, y se vale: así debe ser en la democracia.
AMLO ha pedido a la militancia de Morena no traicionar los principios de izquierda, pero ello no representa el inicio de una cruzada contra el sector productivo de la sociedad. El único que lo ve así es Monreal.
Juega con fuego el senador zacatecano. Busca dividir a Morena, lo que se ve muy difícil que él pueda conseguir. Lo peligroso, para la nación, es que empiece a llevar su diagnóstico hacia los excesos —hasta el momento, verbales— de la comentocracia y los grupos económicos que perdieron privilegios con la llegada de AMLO a la presidencia y buscan la manera de recuperarlos, así sea en la lógica de Felipe Calderón: “haga sido como caiga sido”.
Tristemente, Monreal, desde una posición de rebeldía en Morena, ya repite el mantra de no pocos analistas de la mayoría de los periódicos y noticieros de radio y TV: que si alguien de izquierda llega a la presidencia “no va a quedar país para nadie”.
Considero absolutamente indecente lo que hace Ricardo Monreal.
No sé exactamente qué piensa lograr Monreal. Hay varias opciones. Cito tres máximas vikingas para tratar de entender sus propósitos:
- Tal vez no entiende el significado de este proverbio nórdico: “Antes de entrar en un lugar, fíjate por dónde se puede salir”. Ricardo Monreal empieza a abrir la puerta de la desestabilización. Si no la cierra de inmediato y se olvida de eso, que luego no se queje si se le pone en orden. Porque de que tiene un pasado gris y aun oscuro, lo tiene, como casi todos en su profesión.
- “Las migajas son también pan”. Si anda de desestabilizador para que Morena y AMLO lo calman ofreciéndole la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, ya que la presidencia del país no está a su alcance, creo que se equivoca. No es la manera y nada conseguirá, excepto terminar su carrera con un gran fracaso electoral como candidato de un minipartido.
- “Cerca del rey, cerca del cadalso”. Este adagio es el que más debe recordar el senador Monreal. No hay reyes en México, pero sí, en todos los partidos, jefes políticos… o jefas. Si se les traiciona después de haber estado tan cerca, pueden dejar caer todo el peso de su rabia sobre el traidor, sobre todo si este se pasa de lanza y utiliza el fantasma de la ingobernabilidad como instrumento de negociación. Por cierto, seguramente en Fresnillo, Zacatecas, al cadalso se le conoce como degolladero; en aquellas rancherías, tan taurinas, el degüello es la suerte de los toros a los que no les ha entrado correctamente la estocada. Así que Monreal mejor debe serenarse, no le vaya a llegar el cuchillo político a su cuello de senador que juega a ser rebelde.