La SCJN vive un paroxismo luego de las manifestaciones sin razón que ha puesto en marcha en los últimos días. Es, por así decirlo, una resistencia y persistencia de sometimiento a la división de poderes. Es muy claro: Norma Piña, ministra presidenta de la Corte, busca cualquier mecanismo o instrumento para revertir la reforma al poder judicial. Eso ha ido ocurriendo con la movilización y protesta, pero también con las conferencias matutinas que, a nuestro entender, son un síntoma de la desesperación de saber los privilegios que perderán con los ajustes a la carta magna. No hay fuerza humana, ya lo dijeron los expertos, que pueda anular la validez del decreto, especialmente al concretar las formalidades legislativas en ambas cámaras. Siendo así, el principio básico es el respeto al poder reformador.

Los ministros, a toda costa, buscan la confrontación, pero sin la fuerza suficiente para lograrlo. Los únicos que se mueven son acarreados por la propia oposición; eso quedó demostrado en la irrupción al pleno del Senado de la República. Son una minoría que, desde luego, han intentado apoderarse de los espacios mediáticos para disolver la reforma al poder judicial. El tema de las conferencias matutinas de jueces y ministros, en definitiva, no provocó ningún efecto entre la población civil. Cualquiera que sea el mecanismo, en efecto, no invalidará ni meterá reversa al decreto oficializado. El único órgano autónomo, con capacidad legítima para modificar la constitución, es el poder reformador. Inclusive, no hay mecanismos para someter o controlar las determinaciones tomadas del constituyente.

Y, por si eso fuese poco, Ricardo Monreal, líder y estratega de San Lázaro, anunció una iniciativa para reformar el marco constitucional. Es, ni más ni menos, un instrumento jurídico para impedir amparos a los ajustes. Esto, además de blindar las decisiones colegiadas de la mayoría calificada, constituye un recurso para defender la soberanía y la democracia en México. A manera de réplica, de hecho, es una respuesta clara ante el desacato de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Algo así como el contraataque organizado y sistematizado para validar más formalidades que salvaguarden el poder reformador. Desde luego, se nota la visión y la mano de Monreal, si le damos esa interpretación lógica, pues él, junto a otros liderazgos, ha cumplido al pie de la letra lo que significa el mandato popular que, a su vez, se traduce como la expresión de lucha social que abraza la causa de la izquierda.

Se trata de una de las iniciativas más importantes en la historia contemporánea de México. Para avanzar en el asunto, de hecho, Morena metió el acelerador en las comisiones correspondientes. Siendo así, podemos anticipar que, en los próximos días, el proyecto será una realidad en materia constitucional. Hablamos de la modificación de los artículos 105 y 107 de la Constitución. Y, lo que es todavía mejor noticia, será el respaldo social de la población civil. Recordemos que, de manera unánime, todos los legisladores y protagonistas del proceso de transformación han cerrado filas con la presidenta constitucional de nuestro país. El pueblo, sin lugar a dudas, tendrá esa capacidad de movilización para dar mayor legitimidad a las necesidades que aquejan. Eso, por lo tanto, se hará notar en cada uno de los espacios que serán habilitados para las audiencias en pro de las reformas.

Y con una sociedad activa y propositiva, Morena, en conjunto con los legisladores de la coalición Seguimos Haciendo Historia, empujará todas las reformas que sean necesarias para profundizar la democracia y la división de poderes en México. Va a ser crucial la aprobación de este nuevo proyecto que, por su importancia, será avalado a la brevedad posible. La fracción parlamentaria de Morena, además de reforzar los mecanismos constitucionales, manda un claro mensaje a los ministros de la Suprema Corte de Justicia — de que librará cualquier brecha y obstáculo— que intenten sembrar por el camino. En concreto, se nota la estrategia de defensa legítima con la activación de los distintos sectores sociales que, a lo largo y ancho del país, han dado su voto de confianza al lopezobradorismo.

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Qué quede bien claro: nada ni nadie puede sustituir el poder reformador. Si a los ministros de la Suprema Corte de Justicia les ha quedado alguna duda, Morena, con esa capacidad numérica que le delegó el pueblo de México, tiene la supremacía para tomar decisiones. Y como los jueces y ministros han llegado muy lejos con la intransigencia de los amparos, la izquierda fortalecerá no solamente la participación ciudadana, sino los instrumentos jurídicos que, a la postre, blindarán cualquier intento de sometimiento, tal y como lo hemos observado en los últimos días. Es decir, nada podrá contener la oleada de manifestaciones de respaldo a favor de las iniciativas que ha propuesto Morena.

Desde luego, este proyecto, por lo que significa, es de los más llamativos de los últimos años. Es, en palabras simples, una respuesta contundente de Morena a los ministros de la Suprema Corte de Justicia. Y mientras el lopezobradorismo contraataca, se pondrán en marcha asambleas, mítines y concentraciones a gran escala. Es decir, se ha dado un paso importante con la iniciativa que trabajó Ricardo Monreal, en conjunto con Adán Augusto López Hernández y Gerardo Fernández Noroña. Todo ello, evidentemente, ante el creciente desacato de los jueces y ministros al poder constituyente. O sea que, además de ser una alternativa para salvaguardar al soberano, el proyecto está encaminado a convertirse en una concepción, eso sí, garante del marco jurídico de nuestra carta magna.