Después de los resultados electorales del 2021 en donde Morena volvió a arrasar en prácticamente todo el territorio nacional, y de las mediciones que los colocan actualmente al frente en por lo menos 5 de los 6 estados que se disputarán en este año; los virtuales candidatos del partido se sienten ya con y pie y medio dentro de sus respectivos palacios de gobierno estatales.
Sin embargo, el triunfalismo anticipado del partido del Presidente podría no estar tan bien sustentado, debido a que hay algunos factores de riesgo que no estaban el año pasado y que si estarán presentes en esta elección, que les complicarán mucho las cosas.
En primer lugar, la unidad del partido ha empezado a sentir los efectos del proceso de sucesión presidencial, y como estas elecciones locales no representan en sí un riesgo para el proyecto del presidente, sus operadores tampoco se sienten totalmente obligados a entregar buenas cuentas que solamente beneficiarían a los grupos locales que se vieron favorecidos por las encuestas que sacó la dirigencia nacional encabezada por Mario Delgado. En otras palabras, los grupos que quedaron fuera, no tendrán ni el incentivo ni el compromiso para sacar adelante a sus correligionarios, y eso lo van a resentir en la operación de cada elección.
En segundo lugar, el incremento en los precios de los productos de la canasta básica y algunos otros de uso cotidiano que empiezan a causar estragos en una de por sí afectada economía, podría también cambiar el humor y las preferencias del electorado. En gran medida la situación ha sido provocada por la pandemia, y es un reflejo de lo que se esta viviendo en otras partes del mundo, pero eso ya ha pasado antes, y la población siempre ha castigado a los gobiernos en turno, sin importar si la crisis es local o mundial.
La actitud soberbia y la sobradez que han adoptado algunos de los virtuales candidatos, es otro factor que le terminará por restar apoyos en estados en donde los gobiernos locales son fuertes y tienen operadores experimentados. Así es el caso de Tamaulipas, donde lejos de buscar una conciliación hacia su proyecto, el ex priista Américo Villarreal ha minimizado la aportación y la representatividad de otros grupos de poder dentro del partido, y se ha rodeado de personas que de manera anticipada ya empiezan a repartirse posiciones que aún no se han ganado. Esto podría representar una oportunidad para que los otros partidos atraigan (como lo ha hecho Morena) a los liderazgos que han sido denostados e ignorados; y esto, aunque no se reflejará en las encuestas, si podría terminar por inclinar la balanza en contra el día de la elección.
El otro elemento importante a considerar es la lucha por el control del partido y la posición de Mario Delgado, quien lleva el desgaste y también el riesgo de que si las cosas no salen como pintan, pueda ser el sacrificado que pague todas las culpas. Esto le serviría a los grupos del partido que están pensando ya en el 2024, y que requieren de la posición de Delgado para poder afianzar su proyecto de sucesión. Personajes como Claudia Sheinbaum, Bertha Luján o el mismo Ricardo Monreal, se jugarán el todo por el todo en los próximos 18 meses, y el control de la presidencia del partido es indispensable para el futuro político de cada uno de ellos.
Sin la necesidad de mantener el Congreso, y en pleno arranque formal de la sucesión presidencial, Morena entrará a un año electoral que podría darles el primer gran revés de su mandato. Algo que en el corto plazo sería catastrófico para unos cuantos, pero quizá muy beneficioso para muchos en el largo plazo.
¿Pasarán del gozo al pozo este año?