Morena y AMLO han resucitado el nacionalismo revolucionario; aquella ideología surgida tras la Revolución de 1910 caracterizada por el presidencialismo y por la recuperación de ideales que si bien estuvieron vigentes en algún momento, no contribuyen más en el siglo XXI al diseño de políticas públicas que ofrezcan soluciones a los problemas actuales del país.
Epigemnio Ibarra, hombre de izquierdas a ultranza,y quien se jacta de abanderar los principios “progresistas” del espectro político mexicano, aseguró en su última video columna que nada puede dañar más a un Estado que la rabia y la ceguera ideológica. Luego, acusó a la “derecha conservadora” de no haber aceptado el triunfo de AMLO en las urnas en 2018.
Veamos. ¿Quién actúa realmente bajo la influencia de la rabia y la ceguera ideológica? ¿No ha sido AMLO quien, echando a un lado toda evidencia e indicadores, ha tomado decisiones fuera de todo razonamiento ? ¿No fue así como decidió echar para atrás una reforma educativa que buscaba recuperar la rectoría del Estado en detrimento de los intereses de los poderes fácticos? ¿No fueron ellos los responsables de cancelar la construcción de un aeropuerto, y con ello, una importante pérdida del prestigio de México como destino para la inversión extranjera directa?
¿No ha sido Morena quien ha dado la espalda al mundo con la apuesta al petróleo y con la construcción de una refinería en vez de apostar por las energías del futuro? ¿No ha sido la ideología populista desfasada del presidente la que ha provocado que México se enemiste con socios importantes como España y los Estados Unidos? ¿No ha buscado el presidente mexicano fortalecer su popularidad con su absurda riña con España sobre episodios históricos que ocurrieron hace quinientos años?
Ibarra y otros han nuevamente hecho alusión al supuesto fraude electoral de 2006. ¿Por qué lo hacen? ¿Por qué no pueden dejar atrás las elecciones en las que resultó ganador el “reaccionario” Felipe Calderón? Sencillo. El candidato AMLO, entonces pretendiente a la presidencia de México, y hoy, aún, como presidente, ha anclado la legitimidad de su discurso en el ataque reiterado contra los “conservadores” quienes, según aseveran ellos, condujeron al país a la ruina. En otras palabras, sin la alusión al “fraude” de 2006, el discurso de AMLO quedaría flaco ante sus votantes.
En suma, y retomando las expresiones de Epigmenio Ibarra, no es la oposición a la 4T quien ha estado motivado por la rabia y por la ceguera ideológica, sino el propio AMLO y sus simpatizantes, pues olvidando toda evidencia y lo que indican la ciencia y los expertos, han optado por políticas del pasado ancladas en otras tiempos, y que, desafortunadamente conducirán a nada.
Aunado a ello, AMLO ha optado por la división social. Hace algunos días el propio presidente cuantificó, según sus cálculos escasamente fidedignos, el número de conservadores en México; en un intento más de descalificar a millones de votantes que se oponen hoy a la continuación del fracasado proyecto político puesto en marcha por el gobierno.
Las palabras de Ibarra indican, irónicamente, lo que ha sido el pilar de las acciones del gobierno de la 4T: la rabia (contra los “conservadores y todo lo construido por sus antecesores) y la ceguera ideológica ( una permanencia en el pasado que inhibe cualquier visión de Estado encaminada a lanzar a México hacia el desarrollo). Como bien enseñan los textos neotestamentarios: ¡Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, entonces verás bien para sacar la paja de tu hermano...”
José Miguel Calderón en Twitter: @JosMiguelCalde4