Muchos opositores han condenado la reciente campaña publicitaria de Movimiento Ciudadano contra el Partido Revolucionario Institucional. Sobre todo, porque sale a la luz en vísperas de dos elecciones en las que se disputarán gubernaturas; entre ellas, la del Estado de México.
La impertinencia es evidente. A MC no le beneficia en lo absoluto promoverse como adversario del priismo a dos semanas de las jornadas electorales referidas. El partido de Dante Delgado ni siquiera contendrá en los comicios del Edomex. Quitaron a su candidato, cuyos potenciales votantes migraron al espectro oficialista.
Pareciera ser que los del movimiento naranja fungen como esquiroles electorales del oficialismo y tapete del presidente de la República. Sin embargo, también es innegable que, desde la ruptura con AMLO, Movimiento Ciudadano se ha plantado con efusividad como un opositor real al lopezobradorismo.
Así que surge la interrogante: ¿será todo teatro? O, más bien, se tratará de un proyecto más complejo y arriesgado.
MC se arriesga a compartir culpabilidad con los lopezobradoristas, en caso de que estos logren pulverizar a la oposición e instauren un gobierno unilateral, militar y autoritario, sostenido en la visión quimérica de México del líder, Andrés Manuel López Obrador.
Por otro lado, Movimiento Ciudadano apuesta a que posterior a la eventual desaparición del PRD y del PRI, los perredistas y priistas que se queden huérfanos de partido, tendrían que migrar a otras plataformas políticas.
MC buscaría acoger entre sus filas al perredismo y a aquellos sectores del priismo que no se diluyan en Morena o en Acción Nacional.
Aunado a lo anterior, posiblemente Dante Delgado, propietario de MC y consciente de los colofones históricos y políticos de los partidos que surgen de la encarnación de un liderazgo y se mantienen a través de la promoción del culto a la personalidad del líder, sabe que una vez que AMLO desaparezca, Morena desaparecerá con él.
La carne es finita
La desintegración de Morena dejaría a millones de ciudadanos sin partido. Muchos de ellos evidentemente renuentes a engrosar las procesiones blanquiazules, así que inexorablemente tendrían que anidarse bajo el manto naranja.
Este escenario traería consigo una reestructuración política y partidista en México. Surgiría un bipartidismo conformado por un partido de corte conservador y otro de ideas liberales.
Si se dieran estos supuestos, PAN y MC acabarían polarizando la escena política del país. Los partidos satélites se incorporarían a uno de estos polos. Y seguiría la metamorfosis de imitación al modelo estadounidense.
Aquí lo interesante sería si Dante tiene el tiempo, la paciencia y la idea para esto. O simplemente la versión más simple es la real: que es un palero del régimen.