Centro de vida, hija, madre, abuela, bisabuela, tatarabuela, trasbisabuela, rebisabuela, retatarabuela, bisretatarabuela y largo etcétera…

Mujer, palabra mágica que a través de los años ha luchado de formas tan diferentes, por lo menos al concepto que hoy se tiene de lucha; los miedos transmitidos de generación en generación aún nos persiguen, pero para alegría de muchas, los miedos y el sufrimiento, las viejas creencias poco a poco se van fracturando.

Para la gran mayoría de las mujeres, desde la temprana infancia fueron impuestos ciertos moldes de conducta, vestimenta, educación y hasta sentimientos, les enseñaron a buscar su valor en los ojos de los otros, principalmente los seres amados, tomando decisiones para complacer a los otros manteniéndonos en la sombra; aceptando el dolor físico y moral.

Por eso, para las mujeres mirarse al espejo, figurativa o realmente es aterrador, máxime ahora, dónde los filtros de los celulares distorsionan la realidad buscando la perfección física, lo que el espejo refleja no es lo que deseamos ser y seguimos por la vida temiendo mostrarnos cómo en realidad somos, desesperadas no damos cuenta que las ideas fijas, esas que fueron implantadas desde nuestra llegada a esta tierra, tienen raíces profundas.

Desafiar esas creencias heredadas para convertirnos en mujer individual, cambiando sutilmente hasta lograr confiar plenamente en lo que nuestro ser desea realizar, puede ser el sueño de un gran porcentaje, dejando los roles asignados antaño, dejando de buscar encajar en moldes establecidos y que nos son ajenos, dar ese gran paso es como brincar a un abismo sin paracaídas, los principales detractores con nuestro cambio son aquellos por los que soportamos estoicamente el sufrimiento por años, los amados, la familia, los amigos… Y sí, principal e irónicamente, otras mujeres…

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Desafiar al mundo significa desafiar la enseñanza que desde casa nos dieron y es ahí donde radica el temor, la familia y las amigas serán el primer obstáculo a vencer.

¿Cuántas relaciones fracasadas siguen en pie por miedo a la soledad, al qué dirán u obligadas por los padres o la sociedad?

Percatarse del autoengaño requiere fortaleza, valor, desafíos, pero cuando lo haces ya no hay marcha atrás, dejarás de ser predecible y comenzarás ese viaje por sentimientos nuevos y desconocidos. Tenemos solamente la felicidad que alguna vez compartimos con otros, y quizá es por eso que la felicidad real la recordamos solamente cuando éramos infantes y como infantes lloramos ante el cambio, pero muy dentro sabemos que este es el camino a convertirnos en aquello que imaginábamos de niñas.

La mujer vive en riesgo permanente de ser manipulada por amor y no es que la manipulen, la mujer misma desea serlo, creer en el amor como base de la felicidad, sin percatarse que la felicidad comenzará al redescubrir el amor propio, pero eso significaría desnudarse delante del espejo y reconocer las debilidades, defectos y carencias

¿Qué mujer estás destinada a ser?

La que tú desees, y la que te atrevas a ser, nadie define tu camino sino tu misma, cuando te permitas reconocer tu verdad y responsabilizarte de los errores pasados, manifestar tu libertad parte del hecho de reconocer nuestra participación en el dolor infringido y aceptado, mirar de frente al dolor es comenzar la transformación personal; aquí vemos otro de los grandes obstáculos, pues cuando comienza el cambio inmediatamente, la gran mayoría siente “la obligación” de enarbolar bandera y casi obligar a las cercanas a comenzar el proceso sin ver que cada una diseña y acuerda su trabajo individual, implantar u obligar que sus ideas “transformadoras” sean aceptadas forzosamente por las otras que aún no están preparadas para eso, también es ejercer violencia.

Las marchas llenas de pensamientos divergentes inundarán las ciudades y muchas desde el anonimato buscarán “castigar” a los varones rompiendo o golpeando, reitero, la lucha es individual y muchas veces silenciosa, como dijera el periodista Donald Robert: “Una idea no es responsable de la persona que la piensa”.

Entre las nieblas de la memoria debemos hurgar para encontrar que las verdaderas razones de las marchas y las luchas feministas eran por ser productivas, útiles y reconocidas.

Y para quienes creen que la lucha feminista es romper todo y denigran a las madres, a las amas de casa o a las mujeres que aún sueñan con una familia tradicional; colofón dedicado a nuestra presidenta que se reconoce, hija, mujer, madre y abuela, una frase de la Dama de Hierro: “Cualquier mujer que entienda los problemas de llevar una casa está muy cerca de entender los de llevar un país”.