Decadencia y fracaso. Me refiero al análisis político pero también, como extensión, al análisis social, económico e histórico. Porque el fundamento, la estructura, el concepto del cual parte ese análisis es errático. Hablo del freudismo y el psicoanálisis como puntos de partida, como predeterminación conceptual para el análisis de la realidad, en este caso, política de México.
He concluido que la decadencia y el fracaso lo representan dos personajes que por decenios han tenido prestigio como analistas de la realidad mexicana. Uno como político astuto, el otro como escritor perspicaz. Ambos presumiendo siempre una especie de estatura, de distancia respecto del resto de sus colegas analistas.
Y claro, dejo de lado por el momento al periodismo que se hace todos los días en el presente mexicano, el envilecido ya sea por ideología o por interés, y el que se pretende objetivo; cosa que no existe.
Lo que quiero presentar aquí es la “confesión” tanto de Porfirio Muñoz Ledo como de Enrique Krauze Kleinbort, su adhesión al desprestigiado freudismo como categoría de análisis fundamental tanto oral como escrito. Todo hecho o fenómeno que estudien pasa por esa ruta. Ya he expuesto aquí que el médico austriaco no sólo fue sometido a dura crítica durante su tiempo, sobre todo después de mantener una influencia doctrinaria por muchas décadas. Quien ha encarnado a su mayor capacidad la crítica, el desenmascaramiento de Sigmund Freud, ha sido el filósofo y escritor francés Michel Onfray. En su obra fundamental Freud. El crepúsculo de un ídolo, devela la entraña freudiana. Expone cómo la biografía culposa del médico es catapultada por él mismo como “culpa” de la humanidad y la convierte en “ciencia”.
El exhaustivo ensayo de 2010 tendría que ser leído por todos aquellos que aún utilizan y citan a Freud como autoridad para el análisis. Particularmente, gente que se supone seria como Krauze o Muñoz.
En múltiples textos para SDPnoticias sugerí y aun señalé abiertamente el freudismo del ensayista fundador de la revista Letras Libres. Lo expuse al analizar sus ensayos “El mesías tropical”, sobre el hoy presidente de México, y “Los idus de marzo”, sobre el asesinato de Luis Donaldo Colosio. Y aunque era muy evidente el fácil trazo freudiano de Krauze para explicar a López Obrador: la biografía del joven marcado por la tragedia familiar (la muerte del hermano adolescente), los versos de un poema de Carlos Pellicer, “Tabasco en sangre madura”, la narración sobre el supuesto carácter violento del tabasqueño por el escritor Andrés Iduarte (que había matado a un hombre), y el testimonio de algunos políticos y personajes en torno al analizado, dieron la clave a Krauze para denunciar al futuro peligro para México, al hombre que fatalmente encarnaría al autoritarismo político. En el caso de Colosio, la ruta fue más simple aún, los indicios freudianos que presenta el autor llevan al lector al borde de concluir lo absurdo: el candidato del PRI a la presidencia se había prácticamente suicidado.
No obstante las evidencias arrancadas tras la lectura de sus textos analíticos de los personajes y la realidad social, de sobra simplistas presentados con un destello de aparente inteligencia, no había registrado ninguna confesión pública de ese freudismo desprestigiado, decadente. Hasta que apareció en el universo cibernético: en la exposición de la “Conferencia Magistral: La encrucijada de México”, ofrecida en la Universidad de Monterrey a mediados de 2017.
Reflexiona el conferencista: “¿Por qué México está en la situación actual? Esto es como un paciente de psicoanálisis que uno le dice… supongamos que México sea un paciente de psicoanálisis y un psicoanalista, una especie de Freud le hace hablar, hablar y le dice, ‘bueno, ves claro lo que te pasa, ¿no?, esta era la relación con tus padres, con tus abuelos, con tu casa, este es el trauma que tuviste, esta es tu historia’. Y según la teoría freudiana, quien ve clara y claramente su historia un buen día se levanta del couch y dice, ‘hombre ya lo entendí, me liberé’. Pero todos los que hemos hecho psicoanálisis sabemos que no es tan fácil, ¿no?, que aunque entendamos nuestra historia no es tan fácil liberarnos de ella.”
Y a continuación advierte a la audiencia que continuará de ahí a las elecciones de 2018 tratando de explicar por todos los medios a su alcance la historia de México; porque aunque pareciera lo contrario, en ese presente se estaba ya mejor que en el pasado. Un presente que no había que arriesgar por una “aventura populista”. Ya sabemos de qué habla, ¿cierto?; no es necesario decirlo una vez más.
Aunque ya tenía la información sobre Krauze y su freudismo confeso, escribo en realidad en este momento por la confesión freudiana de Muñoz Ledo, que me ha llevado a recordar la del escritor.
A raíz de que Muñoz no pudo cumplir su deseo de reelección como presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados en 2019 ni como diputado de Morena en 2021, que perdió la elección para presidir este partido en 2020 y el presidente no le toma las llamadas, el político se ha convertido en uno de los críticos más feroces del presente gobierno y sobre todo de López Obrador; al grado del insulto.
Ahora, como nuevo héroe mediático de la oposición, ha lanzado una convocatoria catastrofista para “defender” la Constitución, la democracia y a México mismo; un “movimiento por la dignidad”. Ya conocemos el perfil de los convocados: políticos en desgracia, opositores, empresarios, intelectuales, académicos, artistas, sociedad civil en general; el rollo de siempre.
Desde esta posición Muñoz Ledo ha tenido todos los foros disponibles de los medios y periodistas “tradicionales” para manifestar su inconformidad (ardor) y sus planes de “defensa” y desestabilización del gobierno actual. En el programa de una de esas periodistas, Adela Micha, habló Muñoz a partir de la premisa de que a López Obrador o “nos lo cambiaron en el parque” o ya lo mareó el poder absoluto, y que sus acciones y declaraciones son como las “óperas bufas” de un mareado:
“Si tú juntas todo, se lo mandas al doctor Freud, es muy importante… es el subconsciente… que operan ahí varias capas como teutónicas, ¿no?, en la conciencia de Andrés. Yo como psicólogo entraría con mucho cuidado, es un caso muy especial –pero debe de ser fascinante también, ¿no?, porque sí es una locura…, interviene Micha-; ilusiones infantiles, quizá algunos problemas que tuvo que ahora se le proyectan en voluntad de poder…”.
Además del elemento freudiano, ambos analistas comparten la arrogancia de la discriminación sobre el origen pueblerino de López Obrador. Uno le llama tropical, el otro se burla de Macuspana (municipio de nacencia del presidente, en el pueblo de Tepetitán) como nombre y como origen, como antípoda de lo elevado que para uno es el norte y para el otro la altiplanicie mexicana.
Con este tipo de aproximaciones es fácil entender por qué hoy día el análisis periodístico es un fracaso para alcanzar la veracidad. Arrimarse a la seguridad de una pseudociencia para sustituir la observación de la realidad. No se hace registro de los hechos sino una interpretación predeterminada, determinista y prejuiciosa; ¡y estamos hablando de dos analistas admirados por muchos! ¿Freud nos explica la realidad mexicana actual y al presidente en el gobierno? Naturalmente que no.
No creo que Krauze ni Muñoz modifiquen a estas alturas sus categorías de análisis para atenerse simplemente a la observación de la realidad y a su cotejo tanto con el pasado como con los resultados que arrojen las políticas del actual gobierno, que quiere una transformación respecto de su pasado, y arrojar así un mejor análisis. Y no lo harán porque no parten, en principio, del interés por ese análisis y por comprender la realidad sino desde el interés personal afectado por su objeto de estudio.
Parafraseando a Onfray, estos señores están formateados con una perspectiva decadente, demodé, que no dice nada sobre la realidad sino sobre la fantasía del analista; porque pretendiendo una ciencia, Freud escribió una gran ficción; es un autor fantástico.
P.d. Comparto la primera parte de mi aproximación crítica a la crítica de Onfray sobre Freud, “De intuiciones: Sigmund Freud, ¿un hijo de la chingada?... (I)”