El auge nada espontáneo de las fuerzas de ultraderecha neo-fascista en todas partes del mundo y la crisis migratoria del 2015 en Europa han llevado a algunos países de la región a considerar lo impensable hace unos cuantos años: la construcción de muros fronterizos en varios países del bloque económico.

Luego de la desastrosa y fallida intervención de Estados Unidos y sus aliados en Siria, (además de las “guerras eternas” en Irak y Afganistán y la intervención en Libia) era más que predecible un influjo de migrantes a la región Europea.

Sin embargo, los migrantes cuentan con países preferidos: Francia y principalmente Alemania, en donde el nivel de vida es superior al resto de la región.

Más allá de la peligrosa ruta mediterránea, la solución desesperada de muchas personas migrantes es viajar por avión a la ex república soviética de Bielorrusia, para de ahí cruzar la frontera a Polonia y aprovechar el derecho de libre tránsito en la Unión Europea para llegar a uno de los países mencionados.

Polonia, en un acto que es muy similar a lo que hacen países como Estados Unidos e Israel, ya ha anunciado en construir un “muro” para bloquear el influjo de migrantes. Una decisión increíble y hasta hace poco, impensable.

Mientras que gobiernos y ciudadanos de una unión política y económica presuntamente progresista se quitan la máscara y comienzan a actuar con este tipo de medidas represivas, el verdadero origen de estos desplazamientos de personas rara vez se mencionan: la desestabilización en ese y en otros continentes, de sucesivas administraciones estadounidenses en contra de regímenes que consideran “hostiles” a sus intereses.